La lectura es una actividad que tiene muchas repercusiones importantes para el desarrollo humano. Entre otras cosas nos permite comprender los elementos que nos rodean así como interactuar con ellos.
Se trata además de un hábito que puede adquirirse desde la primera infancia. En este artículo presentamos algunos consejos que pueden ser útiles para fomentar la lectura en niños, así como la importancia de promover su interés por dicha actividad.
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La importancia de la lectura en la infancia
Se considera primera infancia el periodo que transcurre de los 0 a los 6 años de edad. Dentro de este periodo, los niños pasan por etapas distintas en donde algunos estímulos les atraen más que otros, lo que significa que tienen una mayor disposición para aprender ciertas cosas, o a través ciertas técnicas.
Por ejemplo, de los 0 a los 2 años el aprendizaje está mediado por su interacción con los adultos, especialmente hacia quienes son sus cuidadores o educadores. Además, esta etapa es crucial porque se desarrollan habilidades necesarias para la comunicación.
Entre los 3 y los 4 años la socialización empieza a ocurrir fuera del núcleo familiar, generalmente debido a que los niños inician la etapa escolar. A partir de los 4 años el aprendizaje ocurre de una manera más estructurada. La referencia importante en este momento es el sistema educativo, siempre a la par de la familia o el núcleo afectivo más cercano.
En todas estas etapas, el lenguaje tiene un papel crucial para el desarrollo del niño, tanto para los procesos cognitivos como para la interacción con los demás. El lenguaje en este sentido no se limita al uso verbal de las palabras, sino que es todo un proceso a través del cual los niños dotan de significados y de sentido a las cosas que les rodean. Esto último es lo que les permite establecer tanto una identidad personal como entablar comunicación con los demás.
Una de las prácticas que fomenta especialmente el desarrollo del lenguaje, así como la comunicación e incluso de los afectos, es la lectura. Así pues, fomentar la lectura desde la primera infancia es importante porque permite al niño comprender e interactuar con el mundo, y además, entender el lugar que ocupa dentro de este.
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¿Cómo fomentar la lectura en niños?
La lectura no solo tiene que ver con la capacidad de descifrar signos lingüísticos, sino que se relaciona con distintas manifestaciones de la cultura que se encuentran alrededor de esos signos y de las narraciones que construyen (Ramírez y de Castro, 2013). Esto es indispensable para interactuar, y para establecer deseos, emociones y sentimientos, así como para externalizarlos.
1. Hacer de la lectura un encuentro significativo
Al tratarse de niños pequeños (especialmente entre los 0 y los 2 años), la lectura se fomenta siempre y cuando se trate de una actividad que también refuerza el vínculo entre el niño y cuidadores.
Es decir, la lectura debe significar algo compartido, porque como hemos visto, los niños más pequeños aprenden especialmente en relación con los adultos. Fomentar los encuentros significativos con la lectura es algo que fomenta la lectura misma, ya que influye en cómo los niños perciben y sienten esta actividad, y por ende, en cómo la recibirán o la buscarán posteriormente.
Algo que puede ser muy sencillo es leer con ellos al acostarse, antes de tomar la siesta o después de una actividad que requiera descanso. Hacer esto a largo plazo también les permite asociar la lectura con un momento de relajación.
2. Utilizar materiales atractivos y una tonalidad llamativa
Los niños aprenden por medio de los sentidos (la vista, el oído, el tacto, el olfato, el gusto), por eso es importante elegir cuentos y materiales que sean atractivos. Por ejemplo, hay muchos libros que tienen texturas o que tienen sonidos, y es importante buscar aquellos que no tienen muchas palabras ni frases complejas.
Al narrar los cuentos nosotros mismos es importante mantener un tono y un volumen de voz que sea llamativo y que se modifique conforme la historia lo hace. De esta manera fomentamos el reconocimiento de emociones y atraemos la atención del niño hacia la lectura.
Otra actividad relacionada es hacer cuentos con los mismos niños, sobre todo cuando son un poco mayores. Por ejemplo, crear un cuento sobre animales con imágenes que el mismo niño elija, o con fotos de la familia. En el mismo sentido, presentarles las partes o elementos que tiene un libro (hojas, portada, dibujos...) de manera atractiva.
3. Permitir que el niño elija con libertad
Muchas veces los niños se sienten atraídos por el mismo libro una y otra vez. Es importante darles la libertad de que elijan por sí mismos la historia que más les llaman la atención, de manera que su interés por la lectura no se vea interrumpido.
Así mismo es importante ofrecer distintas modalidades de lectura. Hay literatura que está escrita por niños, y hay literatura que está escrita o adaptada para los niños. Algo que favorece el interés de los pequeños por la lectura es tener a la mano varias opciones y presentarlas una a una, de manera que les permitamos explorar sus intereses y dirigirse libremente a ellos.
4. Destinar un espacio especial y cómodo para la lectura
En tanto que la lectura no es una actividad que se reduce a la comprensión de palabras o dibujos, sino que se ponen en juego nuestras emociones, deseos, necesidades o estados de ánimo; también es importante leer en un lugar cómodo.
Algo que puede resultar llamativo par los niños es destinar un espacio especial para lectura, que según nuestra posibilidades puede tener, por ejemplo, un sofá a su tamaño, pequeñas almohadas o una alfombra, junto con una canasta, cajón o librero con distintos libros.
5. Procurar que la rutina diaria incluya la lectura (crear el hábito)
La lectura puede convertirse en un hábito, y como tal, es una práctica que puede reforzarse mediante la repetición continuada. Sobre todo cuando se trata de niños mayores, el hábito de la lectura puede fomentarse si le dedicamos un tiempo diario.
Si el niño no está acostumbrado a leer por iniciativa propia, es importante hacerlo junto con él, e invitarlo a través de libros que le resulten llamativos (aunque a nosotros no) y a un ritmo que sea prudente. De esta manera puede explorar la lectura bajo su propio interés, en lugar de comprenderla como una actividad tediosa, obligatoria o aburrida.
Referencias bibliográficas:
- Ramírez, C. (2013). La lectura en la primera infancia. Grafías Disciplinares de la UCP, Pereira-Colombia, no. 20: 7-21.
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