En un sentido amplio, cualquier acción llevada a cabo por el profesor para que sus alumnos aprendan el contenido que tiene que impartir es una intervención didáctica.
Sin embargo, existen ciertos matices y aspectos a destacar en cuanto a las estrategias que suelen implicar. A continuación veremos un poco más a fondo este concepto.
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¿Qué es una intervención didáctica?
A grandes rasgos, se entiende por intervención didáctica al conjunto de acciones con finalidad, planteadas con la intención de conseguir los objetivos educativos socialmente determinados. La intervención didáctica incluye un conjunto de fases con las que se pretende fomentar el aprendizaje de las unidades didácticas estipuladas en el currículo escolar
Se trata de todo programa o serie de pasos específicos para ayudar a los alumnos a adquirir los aprendizajes expuestos en el currículo. Las intervenciones de este tipo se pueden enfocar en áreas como la lectura, las matemáticas o también educación física. Se diseñan para que el alumnado progrese adecuadamente en el transcurso del curso académico y que, a la vez, docentes y padres sepan cómo se está dando el proceso.
Hay que entender que los alumnos pueden presentar todo tipo de necesidades durante el proceso educativo, necesidades las cuales deberán ser estudiadas y debidamente intervenidas. Las intervenciones didácticas se enfocan en la esfera de lo académico, esto es, adquirir conocimientos o habilidades directamente relacionadas con lo que se da en clase. No son intervenciones conductuales en tanto que no se enfocan en problemas de comportamiento.
Entre las características que se pueden destacar de este tipo de intervenciones, tenemos:
- Son intencionales: están dirigidas a una necesidad o dificultad en particular.
- Son específicas y formales: duran un cierto número de sesiones.
- Se elaboran de tal manera que se pueda supervisar el progreso de los alumnos.
Aunque cada intervención didáctica tiene un objetivo concreto, establecido en base a las necesidades del alumnado y las exigencias del currículum, en función del ritmo en que se dé el aprendizaje se podrán cambiar las estrategias aplicadas. Esto es, las intervenciones didácticas admiten cierta flexibilidad. Esto puede manifestarse en de diferentes formas, como la incorporación de más sesiones semanales de lectura o abordaje de lo enseñado en clase más a fondo.
¿Es una adaptación?
Es importante resaltar que una intervención didáctica no es una adaptación. No es que se deje atrás al estudiante con dificultades, sino que se motiva al conjunto en adquirir los mismos conocimientos, detectando, en caso de que las haya, dificultades. La intervenciones didácticas se aplican de una forma que se permita a los alumnos con algún problema ponerse al nivel del resto del alumnado, siempre y cuando esta necesidad pueda ser satisfecha sin necesidad de medios adaptativos.
Normalmente, en un contexto de adaptación el alumno recibe algún tipo de soporte especial, ya sea en forma de recursos o, directamente, llevándolo a un aula especial. Por ejemplo, una adaptación sería el tener que darle a un alumno con problemas graves de vista un libro de texto con letras más grandes y una linterna o gafas especiales para que pudiera leer lo que los demás leen.
Esto no quiere decir que una persona con una discapacidad no se le pueda aplicar una intervención didáctica o que no se le pueda enseñar materias equivalentes al resto de los niños y niñas de su clase. Lo que se quiere destacar aquí es que una adaptación implica “traducir” un contenido de clase de una forma más cercana al nivel del alumno, mientras que con la intervención didáctica se pretende que adquiera los mismos niveles de conocimientos que el resto de compañeros.
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¿Cómo se debe elaborar una intervención didáctica?
Lo primero que se debe hacer a la hora de aplicar una intervención didáctica es delimitar, definir y formular los objetivos que se quieren alcanzar con ella. Estos deben ser tanto generales, esto es, extrapolables al resto de la vida, como didácticos, enfocados a lo que se da en clase y orientados para aprobar exámenes, saber hacer los deberes, relacionar el conocimiento adquirido con la naturaleza, la ciudad… Pese a que los objetivos son, naturalmente, lo último que se acabará alcanzando su delimitación es lo primero que hay que plantear en un proceso de enseñanza-aprendizaje.
En un contexto educativo, los objetivos son todos aquellos comportamientos que se espera que manifieste el alumnado como consecuencia de determinadas actividades docentes. Estos comportamientos deberán ser susceptibles de observación y evaluación. La palabra “comportamiento” se debe entender en su sentido más amplio, dado que en ella se incluyen todo patrón de conducta intelectual, expresiva, operativa y ética, relacionable con los contenidos dados en clase.
Las actividades docentes se deben subordinar a los objetivos didácticos y, al mismo tiempo, no se debe perder de vista cómo progresa el aprendizaje, para así detectar posibles problemas en el aula. Es por esto tan importante entender que estas intervenciones didácticas deben admitir cierto grado de flexibilidad en la aplicación de las actividades docentes, dado que siempre se puede haber sobreestimado el nivel del alumnado o que aparezcan necesidades que hacen que se tengan que replantear los objetivos iniciales.
Contenidos
Los contenidos que vayan a formar el currículo académico se deben elegir en base a los objetivos que se quieren alcanzar. Para ello, el docente deberá plantearse una serie de preguntas para asegurarse de que lo que va a enseñar está relacionado con lo que quiere que el alumnado consiga:
- ¿Qué enseñar?
- ¿Por qué enseñarlo?
- ¿Cuándo enseñarlo?
- ¿Cómo enseñarlo?
En esencia, los contenidos son los instrumentos de los que se valen los profesores para alcanzar los objetivos previstos en cada una de las unidades didácticas en la que se estructura la materia dada.
Se pueden seguir varios principios a la hora de seleccionar los contenidos de la asignatura. No obstante, el fundamental e irrenunciable es el de que, por mucho que se incida en todo lo dado en clase, los alumnos no van a aprender absolutamente todo lo explicado. Siempre habrá algo que les costará más y, por esto, se debe priorizar en contenidos más relevantes y fácilmente relacionables con la vida del individuo.
A parte de que los contenidos sean elegidos en base a los objetivos que se quieren alcanzar, son varios los criterios que se pueden aplicar a la hora de seleccionar los contenidos:
- Estructura base o científica del contenido.
- Funcionalidad y relevancia de los contenidos.
- Significatividad lógica de los contenidos.
- Limitaciones de los condicionantes: tipo de material, estructural y horario.
- Capacitación propia, interés y profesionalidad de quien debe impartirlo.
Ejemplo de intervenciones didácticas
Las intervenciones didácticas no implican la simple exposición del contenido a dar. Implican promover la retención de ese contenido por medio de varias estrategias en las que se implique a los alumnos de tal forma que logren adquirir una mejor profundidad y familiaridad de los conceptos dados en contexto de aula. Para entender de forma práctica un caso simple de intervención didáctica, tenemos el siguiente ejemplo:
Tenemos una aula en la que el profesor de matemáticas es consciente de que muchos de sus alumnos presentan serios problemas de atención, pero que no son patológicos ni debidos a un diagnóstico de TDAH.
El profesor, para evitar que se distraigan, suele aplicar estrategias en las que se concentren durante un rato a la vez que se mueven y se divierten. Una buena idea es la de asignar a cada alumno un número o un signo de más (+), menos (-) o igual (=). Entonces, para familiarizarse con las sumas y restas, va pidiendo que los alumnos vayan posicionándose formando ecuaciones que den como resultados el valor que el profesor que dice o que digan que es lo que están dando.
De esta forma el profesor consigue enseñar su contenido, en este caso saber sumar y restar, usando una técnica divertida que permite al alumnado entender aritmética de forma práctica. En este caso, viendo que había una dificultad, concretamente la falta de atención, ha optado por usar un recurso en el que no estén quietos, para evitar tener momentos en los que se puedan distraer con cualquier estímulo ajeno al contenido que se imparte en clase.
Referencias bibliográficas:
- López-Moya, M. (2004). La intervención didáctica. Los recursos en Educación Física. Enseñanza, 22, 263-282.
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