La Psicomotricidad es la disciplina que estudia la relación entre la psique y la capacidad motriz del ser humano.
Nacida a lo largo del siglo XX de la mano de autores como el neurólogo Ernest Dupré o el psicólogo Henry Wallon, veamos en qué consiste realmente este área de estudio y cómo se concretan las intervenciones en la población infantil. Asimismo, repasaremos otros conceptos relacionados con la Psicomotricidad, como por ejemplo los fundamentos del desarrollo motor y la definición de lo que se conoce como “esquema corporal”.
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Principios básicos de la Psicomotricidad
La disciplina de la Psicomotricidad se asienta sobre unas premisas teóricas sobre la forma de entender las diferentes tipologías de desarrollo en el ser humano. En cuanto a la perspectiva del desarrollo psicológico, se asume que el sujeto está en continua interacción con el ambiente en que se desenvuelve; sobre el punto de vista del desarrollo motor, se afirma que existe una relación entre las funciones motrices y las psicológicas (cognitivas, emocionales, sociales) de cada persona; por parte del desarrollo sensorial se entiende que se da una vinculación entre los sentidos y la maduración integral del individuo.
Otro de los principios teóricos fundamentales se basa en reconocer que la correcta construcción del esquema corporal favorece el desarrollo de las capacidades psico-cognitivas. Además, se da por validado que el cuerpo es el aspecto clave de contacto con la realidad exterior, el cual se produce gracias al movimiento del aquel.
Por otra parte, se asume como elemento inseparable la motricidad respecto del comportamiento de un mismo individuo, la cual interactúa con el medio posibilitando el desarrollo de las capacidades complejas. Finalmente, una última idea fundamental otorgaría un papel decisivo del lenguaje en el proceso de desarrollo psíquico de cada sujeto.
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Factores determinantes en el desarrollo motor
El desarrollo motor consiste en un continuo proceso que se inicia ya desde la fase embrionaria y que no cesa hasta que el individuo alcanza la madurez, adoptando muy diversos ritmos en función de cada sujeto aunque siguiendo una misma secuencia en todas las etapas que lo componen. Una de las primeras muestras que tienen lugar en él hace referencia a la expresión de reflejos innatos que poco a poco van desapareciendo para trasformarse posteriormente en movimientos voluntarios y controlados de distinta naturaleza.
Ello es posible a partir de que se efectúa y se va completando el proceso de mielinización y se va estableciendo esta en las capas de la corteza cerebral (las cuales regulan dichas acciones voluntarias), de manera que cada vez el movimiento se va afinando y perfeccionando en todos sus aspectos coordinados.
Entre los factores que determinan el desarrollo motor pueden diferenciarse tres tipos: prenatales, perinatales y postnatales. Entre los primeros, resultan relevantes aspectos como las características y hábitos maternos (edad, alimentación, presencia de enfermedades, particularidades hereditarias, etc.) que pueden afectar negativamente al feto durante la gestación. En el momento del parto pueden darse complicaciones durante la extracción, los cuales pueden conllevar episodios de anoxia o lesión cerebral (factores perinatales).
En cuanto a los factores postnatales, son múltiples, aunque principalmente se atiende a: el nivel de maduración física y neurológica, la naturaleza de la estimulación y experiencias a las que es sometido, el tipo de alimentación, el ambiente, los tipos de cuidados e higiene, la existencia de comportamientos afectivos por parte de las figuras significativas, etc. Como se ha comentado anteriormente, el desarrollo físico está muy estrechamente relacionado con el de tipo psicológico, emocional, comportamental y social, con lo cual, el resultado obtenido de la combinación de todos ellos va a ser determinante para el niño.
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¿Qué se entiende por esquema corporal?
El concepto de esquema corporal se define como el conocimiento que un individuo posee sobre su propio cuerpo, que incluye una plena toma de conciencia de él tanto se encuentre éste en reposo como en movimiento, sobre la relación que mantienen entre sí el conjunto de elementos que lo componen y de la vinculación de todo ello al espacio o contexto que lo rodea (físico y social). De este modo, tanto la autopercepción emocional (estado de ánimo o actitudes propias) como la heteropercepción que los demás mantienen hacia un sujeto son también aspectos relevantes en la configuración del esquema corporal.
Como expresiones equivalentes o formas alternativas de denominar el esquema corporal también existen binomios como Imagen Corporal, Conciencia Corporal, Esquema Postural, Imagen de sí mismo o Imagen del Yo Corporal. Distintos autores como Wallon, Le Boülch, Acaen y Ajuriaguerra o Frostig han realizado sus aportaciones propias para definir el concepto de esquema corporal, aunque de forma unánime todos confluyen en la idea de la influencia bideccional sujeto-ambiente (físico y social) y de conciencia del individuo de su propio cuerpo.
Una de las propuestas más relevantes es la que realiza Bryan J. Cratty, cuya clasificación de los componentes determinantes del esquema corporal resulta novedosa e interesante al incidir en la influencia de los aspectos cognitivos en la configuración de aquel. Así, para Cratty, los componentes del Esquema Corporal serían:
- Conocimiento y reconocimiento de los Planos Corporales.
- Conocimiento y reconocimiento de las Partes del Cuerpo.
- Conocimiento y reconocimiento de los Movimientos del Cuerpo.
- Conocimiento y reconocimiento de la Lateralidad.
- Conocimiento y reconocimiento de Movimientos Direccionales.
Integrando los aprendizajes
En cuanto al desarrollo del esquema corporal se asume que es a medida que el niño va incorporando el conjunto de aprendizajes que le van a permitir una mayor competencia cognitivo-afectiva-social de sí mismo y del entorno cuando se produce la conformación de esta imagen corporal de sí mismo diferenciada de la de los demás y del contexto que lo rodea. Por ello se dice que en los primeros años de vida es cuando se estructura la personalidad individual y que a partir de este punto se posibilita la toma de conciencia del sí mismo en espacio y tiempo respecto de todo aquello que le resulta ajeno.
Más concretamente, la evolución de la formación del esquema corporal se inicia en los primeros meses de vida a nivel de reacciones reflejas, las cuales se van trasformando en otro tipo de movimientos más elaborados a medida que el bebé, en el segundo año de vida, va explorando y conociendo el entorno. Ello es facilitado por su creciente capacidad de desplazamiento autónomo.
A partir de los tres años y hasta el final de la infancia se producen cambios a nivel cognitivo de forma que el niño va sustituyendo la subjetividad de la comprensión del mundo exterior por una capacidad analítico-racional más elaborada. Finalmente, a los 12 años aproximadamente es cuando se completa el establecimiento y la toma de conciencia del esquema corporal.
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La Psicomotricidad en la etapa de Educación Infantil
En las décadas más recientes el sistema educativo español ha ido incorporando como relevantes algunos contenidos de disciplinas que tradicionalmente habían pasado desapercibidas (o simplemente no se había investigado sobre ellas aún), como es el caso de la Psicomotricidad.
Aún así, todavía falta mucho para lograr que este interés se dé de forma universal en todos los ámbitos y sociedad actuales. Ello es debido a que la idea históricamente instaurada de que los únicos aprendizajes que resultan relevantes enseñar son los instrumentales o los productivos, pasando por alto que estos en muchas ocasiones están influenciados por otros más expresivos.
Así, el déficit en áreas como la organización perceptiva, cognitiva, emocional, etc., que permiten un equilibrio psicológico y una adecuada capacidad de adaptación al medio cambiante, pueden conducir a un resultado de fracaso escolar si no se corrige a tiempo. En el caso concreto de la Psicomotricidad, existen investigaciones que relacionan la existencia de manifiestas dificultades de aprendizaje como por ejemplo la dislexia, la disgrafía, trastornos del lenguaje expresivo o del cálculo aritmético que se derivan dde problemáticas en la integración sensorial o de déficits en la organización perceptual visual o auditiva (y corporal, de forma indirecta) del individuo.
De forma más global, la conformación de la personalidad y de la inteligencia también parten de una estructuración adecuado del “yo” diferenciado del “mundo exterior”, lo cual necesita de una correcta asimilación de contenidos relativos a la psicomotricidad que lo posibiliten. Esto también es equiparable a la consecución de un desarrollo psicofisiológico satisfactorio, puesto que la coordinación y ejecución acertada de los movimientos físicos de un individuo es una de las finalidades que se trabajan en Psicomotricidad.
La importancia del desarrollo global en los niños
Por todo lo expuesto, y a modo de resumen, podría decirse que la necesidad de enseñar contenidos de Psicomotricidad en la etapa de educación infantil radica en la facilitación en el alcance de un desarrollo global e íntegro del niño (físico -coordinación motora-, afectivo, social, intelectual), en el establecimiento de la identidad propia, en el fomento de la autoconciencia de sí mismo, en el favorecimiento en la adquisición de aprendizajes escolares y en la consecución de una relaciones sociales satisfactorias (aumentado la competencia lingüística), en la adquisición de una competencia suficiente de autonomía, autoeficacia, autoconcepto, etc., y en el desarrollo de las capacidades afectivas y emocionales.
Referencias bibliográficas:
- Lázaro, A. (2010). Nuevas experiencias en educación psicomotriz (2a Edición Revisada y ampliada). Ed. Miras: Zaragoza.
- Llorca Llinares, M. (2002). Una propuesta educativa mediante el cuerpo y el movimiento. Ed Aljibe: Málaga.