Para que los niños y niñas se desarrollen adecuadamente necesitan haber tenido una buena crianza. Tener cuidadores/as sensibles que respondan a las necesidades emocionales de los infantes es crucial para garantizar un crecimiento óptimo a nivel físico, emocional, cognitivo y social. Sin embargo, estudios recientes señalan que esto no lo es todo.
En este artículo hablamos sobre la importancia de la buena crianza y exploramos cuál es el impacto que puede llegar a tener el hecho de criarse en un entorno en el que hay una falta de recursos económicos. Veamos de forma detallada cuáles son las limitaciones que se han observado para la buena crianza en contextos de pobreza.
La importancia de una buena crianza en el desarrollo
La crianza es un aspecto clave en el desarrollo infantil. Afortunadamente, esta afirmación está muy respaldada por la evidencia científica hoy en día. Por ello cada vez hay más corrientes diferentes que hablan sobre educación, crianza, etc. Con tantas propuestas disponibles es fácil preguntarse cuál es la mejor y qué implica una buena crianza.
Podemos definir la buena crianza como aquella en la que los cuidadores ofrecen respuestas sensitivas a las necesidades de su criatura a la vez que le aportan seguridad física y emocional. Además, también son necesarios otros aspectos como la estimulación cognitiva.
El hecho de que un niño o niña crezca en un entorno familiar en el que se siente amado incondicionalmente permite crear vínculos seguros y un ambiente de confianza. Esto es crucial para su óptimo desarrollo tanto en el ámbito emocional, como en el cognitivo y el físico. Este tipo de crianza reduce el riesgo de padecer trastornos mentales.
La evidencia científica demuestra que las criaturas que crecen en un entorno seguro (a nivel físico y emocional) y con unos cuidadores empáticos y sensibles muestran unas mejores habilidades cognitivas. Se observan mayores puntuaciones en resolución de conflictos, lenguaje y una mayor autoestima.
El impacto de la pobreza en el desarrollo infantil
A pesar de que puede parecer que la pobreza afecta únicamente al aspecto material y las posesiones en la infancia, la evidencia demuestra que no es así. Además de las posibles carencias en alimentación, vivienda, ropa o dificultades para acceder a la educación, la pobreza impacta directamente sobre las condiciones emocionales y psicosociales.
Diversos estudios han demostrado que los niños y niñas que han crecido en un contexto de pobreza tienden a padecer más problemáticas diversas durante su desarrollo. Es decir, tienen una mayor predisposición a padecer problemas mentales, dificultades de aprendizaje, problemas conductuales y estrés crónico.
La falta de recursos puede conllevar problemas de salud física como malnutrición y puede suponer la imposibilidad de tratar determinadas condiciones. Además, la carencia de experiencias estimulantes impacta directamente en el desarrollo cognitivo de los infantes.
Por si fuera poco, el estrés crónico derivado de los peligros contextuales puede afectar al desarrollo óptimo de áreas cerebrales relacionadas con el manejo de las emociones y la toma de decisiones.
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Limitaciones de la buena crianza en contextos de pobreza
La crianza basada en el respeto, la empatía y el amor incondicional es un factor protector muy importante. Sin embargo, los beneficios que esta aporta pueden verse limitados por los contextos de pobreza y su efectividad puede verse reducida.
Interacción entre pobreza y crianza
La interacción entre ambos factores es compleja. Los estudios más actualizados señalan que los contextos de pobreza pueden limitar la capacidad de los progenitores para dar apoyo a sus hijos/as. Pese a que los padres puedan intentar brindar ese entorno estimulante y seguro, la falta de recursos puede afectar negativamente el desarrollo infantil y poner en riesgo el bienestar de los más pequeños.
Efectos del estrés parental y la falta de recursos en la crianza
Debido a las exigencias sociales y laborales de nuestra sociedad es sencillo que los padres acarreen muchas cargas y estrés. Sin duda, la pobreza es un factor agravante que impacta en la disponibilidad emocional de los poderes y en su capacidad de responder a las necesidades emocionales de sus hijos. Esta situación, si persiste en el tiempo, pone en riesgo tanto la seguridad emocional de las criaturas como su desarrollo social.
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Limitaciones en la capacidad de respuesta emocional y cognitiva
Algunos estudios señalan que aquellos niños que crecen en entornos empobrecidos tienden a presentar con mayor frecuencia dificultades en la regulación emocional, el aprendizaje y el control conductual. En esta línea, es importante tener en cuenta que la falta de recursos materiales puede afectar el desarrollo de las habilidades cognitivas. Del mismomodo, se suelen dar con elevada frecuencia más dificultades de regulación emocional.
Impacto en la resiliencia infantil
Es fácil pensar que la pobreza puede ser una oportunidad para desarrollar la resiliencia. Esto puede ser cierto en algunas circunstancias. Sin embargo, la pobreza y el estrés crónico que de ella se deriva pueden mermar la capacidad de afrontamiento, adaptación y recuperación de las personas.