A la escuela se va a aprender, pero no todos los contenidos son merecedores de ser enseñados por el sistema educativo formal. Antes de que el maestro o profesor enseñe a sus alumnos algo, ese algo debe haber sido seleccionado, siendo considerado un contenido útil y necesario para la audiencia educativa a quién va dirigido.
La teoría curricular es un enfoque pedagógico orientado a examinar y darle forma a los contenidos que deben enseñarse en el ámbito educativo, encargándose de decidir qué contenidos deben formar parte de un currículo educativo para conseguir que los alumnos y alumnas se conviertan en individuos con habilidades útiles en su vida diaria y laboral. Aterricemos en este concepto y veamos de dónde viene y qué corrientes hay dentro de esta teoría.
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¿Qué es la teoría curricular?
La teoría curricular es un enfoque teórico-práctico académico orientado en examinar y darle forma a los contenidos que deben enseñarse en el ámbito educativo. Los seguidores de esta corriente se encargan de decidir qué contenidos deben estar presentes en el currículo académico, considerando cuáles son los aprendizajes más necesarios, útiles y adecuados para los estudiantes en el seno de un sistema educativo concreto.
Este enfoque puede hacerse tanto orientándose hacia aquello que debería aprender un individuo en concreto, una clase o todos los estudiantes que pasan por el sistema educativo.
Algunos de los campos a los que se dedica este enfoque son el análisis de los valores que deben transmitirse, el análisis histórico del currículum educativo, el análisis de las enseñanzas actuales y las teorías sobre la educación del futuro. Por eso, podemos decir que la teoría curricular es un enfoque relacionado con varias disciplinas relacionadas con el ámbito pedagógico, como la psicología, la sociología, la filosofía y, naturalmente, la educación.
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La definición de la palabra currículum
No se puede hablar de la teoría curricular sin definir qué es el currículo. Esto, de hecho, es uno de los aspectos principales de la teoría y, a día de hoy, sigue habiendo cierto debate sobre qué podemos entender por currículo o currículum, puesto que es una palabra de polisemántica, es decir, con varias definiciones.
A pesar de que la palabra “currículo” es un término muy cercano para aquellos que participan activamente en los procesos educativos desde cualquier ámbito de la educación formal, su definición es incluso complicada para quienes son profesionales en este aspecto. Sin embargo, podemos decir que currículum es un término usado para referirse a planes de estudio, programas e incluso implementaciones didácticas.
Las cinco definiciones que podemos dar sobre lo que es un currículo son las siguientes.
1. El currículo como los contenidos de la enseñanza
En este sentido, currículo es una lista de materias, asignaturas o temas que delimitan aquel contenido que debe enseñarse y aprenderse en los centros educativos.
2. El currículo como plan o guía de la actividad escolar
El currículo es un plan de aprendizaje en el que se enfatiza la necesidad de un modelo ideal para la actividad escolar. Su función es la de homogeneizar el proceso de enseñanza y aprendizaje.
3. El currículo entendido como experiencia
En este caso se ve al currículo no como aquello que se debe hacer sino en la realidad que se logra conseguir. La realidad es la suma de las experiencias de los alumnos que han sido logrados gracias a la escuela y sus implicados.
4. El currículo como sistema
Esta concepción del currículo bebe de la teoría de sistemas. Un sistema se caracteríza por sus elementos constituyentes y las relaciones que establecen estos. En este caso, el currículo destacaría la existencia de metas educativas que los alumnos deben alcanzar.
5. El currículo como disciplina
El currículo no solamente es un proceso activo y dinámico, sino también es una reflexión sobre el mismo proceso.
Son estas cinco definiciones las que influyen en la concepción de la teoría curricular y que a día de hoy hacen que se siga entendiendo de múltiples formas. No obstante, lo aspectos comunes y principales motivadores de la elaboración de tal teoría es el propósito de hacer que los contenidos escolares sean útiles para los alumnos, además de haber la intencionalidad de conseguir homogeneizar los contenidos académicos pero siempre teniendo en cuenta los fenómenos socioculturales de los que los alumnos no pueden desligarse.
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Historia de esta teoría
La teoría curricular tiene sus orígenes en las primeras décadas del siglo XX, habiendo sido varias las personas que se han encargado de darle forma a este enfoque. Esta teoría apareció poco antes del año 1920 en los Estados Unidos, momento en el que se intentó homogeneizar los contenidos escolares en todas las escuelas del país como respuesta a la gran oleada de inmigración procedente de Europa y los grandes avances que se estaban dando gracias a la industrialización.
Los Estados Unidos de principios del siglo pasado estaban teniendo un incremento demográfico abismal, haciendo que fueran cada vez más las personas que requerían de formación para poder desempeñarse adecuadamente en una sociedad en la que todo parecía indicar que en un futuro no muy lejano la tecnología iba a adquirir un papel muy importante. La idea detrás de los pioneros de la teoría curricular era la de pretender darle una educación digna a todos los ciudadanos del país por igual.
Es a John Franklin Bobbit a quien se le atribuye la autoría del primer trabajo sobre la teoría curricular con su libro “The curriculum” (1918). Bobbit fue un educador, profesor de universidad y escritor que pertenecía a la corriente funcionalista quien otorgó dos significados para la palabra “currículo”. Por una parte hacía referencia al desarrollo de habilidades útiles mediante una serie de tareas concretas, mientras que por la otra se refería a las actividades que se deberían implementar en las escuelas con tal de conseguir que los estudiantes adquirieran tales habilidades.
La concepción de Bobbit sobre el currículo era que se trataba de una descripción de los objetivos que los alumnos debían alcanzar durante su paso por el sistema educativo formal. Para ello, era necesario que se desarrollaran una serie de procedimientos estandarizados a fin de que todos los niños y niñas de los Estados Unidos tuvieran las mismas oportunidades de obtener el mismo conocimiento, vivieran donde vivieran. Añadido a esto, también se debían usar las mismas herramientas a la hora de evaluar los progresos hechos con tal de que se pudieran comparar los progresos de los alumnos de forma objetiva.
Bobbit plantó la semilla para que otros pensadores expandieran con sus puntos de vista y hallazgos la teoría curricular. Entre ellos tenemos la figura de John Dewey, filósofo, psicólogo y educador americano que consideraba a la figura del profesor como un facilitador del aprendizaje para los pequeños. Dewey consideraba que el currículo debía ser más práctico, y servir para cumplir con las necesidades futuras de los niños y niñas.
A lo largo del siglo pasado, los seguidores de la corriente funcionalista de la educación coincidían en que el currículo educativo debía pensar sobre todo en lo que los niños necesitaban, pero había debate en cuál era la manera más adecuada de implementar esto. Los tiempos cambiaban y el contenido a enseñar también, con lo cual se entendía que el currículo era algo inestable, un conjunto de conocimientos socialmente dependientes que varían en función de cuáles sean las demandas de la sociedad y qué visión tienen de lo que es “funcional”.
Una de las obras modernas sobre la teoría curricular la tenemos en el libro “Currículum: crisis, mito y perspectivas”, de la doctora en filosofía y ciencias de la educación mexicana Alicia de Alba Ceballos (1991). En esta obra, la doctora de Alba defiende el currículo como algo que no es más que un conjunto de valores, conocimientos y creencias impuestos por la sociedad y la realidad política en la que se desarrolla.
De acuerdo con la doctora mexicana, los diferentes componentes del currículo educativo tienen como objetivo principal impartir una visión del mundo a los alumnos por medio de unas herramientas tales como la imposición de ideas o la negación de otras realidades, algo que tiene un cierto matiz adoctrinador.
Por mucho que se intente, la educación es difícil de despegar de la política y la ideología puesto que, ya de por sí, los contenidos que se deben impartir son seleccionados por personas quienes consideran qué es apropiado y útil enseñar, algo modulado por su propia forma de ver y entender el mundo.
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Las principales corrientes de la teoría curricular
A continuación vamos a ver cuáles son los rasgos más destacables de las principales corrientes de la teoría curricular: la académica, la humanística y la sociológica.
1. Corriente académica
Según la corriente académica de la teoría curricular, el objetivo de la educación es especializar a cada alumno en un campo concreto del saber. Esta concepción sostiene la necesidad de que los alumnos estudien cada vez temas más complejos y específicos, dandoles la opción de que puedan ir escogiendo aquellos campos del saber que más les llame la atención para labrarse su futuro deseado.
Los contenidos curriculares deben organizarse en función de las competencias específicas que cada “experto” debe adquirir para realizar correctamente su trabajo. Como esta visión defiende la idea de enseñar conocimientos útiles a los alumnos en el seno de una sociedad industrial, se pone mucho énfasis en las ciencias y en la tecnología, al margen del interés que tengan los alumnos hacia el mundo científico-tecnológico.
La corriente académica ve al profesor como una persona cuya tarea es la de proporcionarle a sus alumnos el conocimiento necesario y ayudarles a resolver toda duda o problema que tengan. El esfuerzo educativo no recae únicamente en el docente, puesto que también los estudiantes tienen obligaciones, siendo la principal la de investigar sobre los temas en los que se quieran especializar, ser capaces de adquirir nuevos aprendizajes por cuenta propia y usar lo aprendido en la vida real.
2. Corriente humanística
En la concepción humanística se ve al currículum escolar como un conjunto de conocimientos orientados a proporcionar la máxima satisfacción a cada uno de los alumnos. El estudio debe ayudar a las personas a alcanzar el máximo potencial como individuos, además de facilitarles la obtención de un bienestar emocional. La escuela debe ser un lugar de crecimiento personal y los contenidos que se enseñen en ella deben conseguir este propósito.
Pero la responsabilidad de conseguir esto no recae únicamente en que los contenidos a impartir sean escogidos cuidadosamente. Además de esto, se debe crear un clima cordial y de seguridad entre los estudiantes y el profesor, siendo este último quien deberá actuar como un orientador en lugar de impartir conocimiento directamente como sí se da el caso en las otras dos ramas de la teoría curricular.
En la teoría curricular de concepción humanística se defiende que el conocimiento enseñado en la escuela debe ser flexible y diferente en función de los gustos y las necesidades de cada alumno. Haciendo que los alumnos aprendan aquello que realmente les interesa y enseñándoles de una forma divertida y motivadora se consigue que la experiencia educativa sea gratificante y útil en sí misma.
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3. Corriente sociológica o funcionalista
Finalmente tenemos la concepción sociológica de la teoría curricular, también conocida como funcionalista. Esta corriente entiende los estudios como una manera de preparar a los alumnos para el mundo laboral. Tiene una visión de la enseñanza como ese proceso que debe encargarse de preparar a los niños y niñas para poder cumplir un papel que la sociedad requiere de ellos.
Esta visión es partidaria de impartir disciplina, además de considerar que lo apropiado es transmitir los conocimientos prácticos y teóricos que van a necesitar los más jóvenes para convertirse en buenos trabajadores en el futuro.
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