Si bien la mente humana se caracteriza por su flexibilidad y capacidad de adaptación a los retos que le impone el entorno, esta facilidad para ajustar su funcionamiento de muchas formas diferentes supone una hoja de doble filo.
Entre otras cosas, implica que existe también una amplia variedad de desajustes que pueden darse en la salud mental de las personas. E incluso hay alteraciones psicológicas y psiquiátricas en las que a primera vista no es fácil distinguir entre lo patológico y las simples elecciones que realiza la persona acerca de cómo quiere comportarse y vivir su vida.
El caso de las adicciones en las que no hay una droga involucrada es u ejemplo de eso último, y de hecho, se trata de un problema que suele hacer saltar las alarmas cuando ya está consolidado en la conducta de la persona. En este artículo veremos cuáles son las características de las adicciones sin sustancias y cómo son tratadas en terapia.
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¿Qué son las adicciones sin sustancias?
Tal y como su nombre indica, las adicciones sin sustancias son trastornos en el que la persona desarrolla una relación de dependencia, pero no hacia una droga, sino hacia un tipo de patrones de conducta que siente la necesidad de repetir una y otra vez. De hecho, más allá de aquello hacia de lo que la persona se siente dependiente, las adicciones sin sustancias no son muy diferentes a las drogadicciones, incluyendo algunas de las más conocidas como el alcoholismo, la adicción a los opiáceos, etc.
A la práctica, tienden a ser problemas severos que llevan a quienes los sufren a perder el control de sus vidas, incluyendo la gestión de su tiempo y su dinero, en grandes cantidades, y en algunos casos también implican pasar por un deterioro físico acelerado.
Veamos de manera algo más detallada cuáles son las características de las adicciones sin sustancias.
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Las 5 características más importantes de las adicciones sin sustancias
Estos son los aspectos que más caracterizan a las adicciones comportamentales.
1. La persona pierde la capacidad de aplazar el comportamiento adictivo
Poco a poco, la persona deja de ser capaz de resistirse a la necesidad de realizar el comportamiento ante el que siente dependencia. Por ejemplo, apostar a las tragaperras.
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2. La persona desarrolla tolerancia
Tal y como ocurre con la drogadicción, a medida que va pasando el tiempo, la persona necesita ir involucrándose cada vez más en la conducta adictiva para experimentar la misma intensidad del sentimiento de estar “saciada”.
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3. Si pasa mucho tiempo sin consumar la conducta de adicción, surge el malestar
El síndrome de abstinencia hace que la persona se sienta muy mal hasta que no recae, aunque esa opción le vaya a generar más malestar a largo plazo.
4. Predisponen a las personas a desarrollar otras adicciones
Aunque sobre el papel las adicciones sin sustancias no impliquen el uso de drogas, a la práctica, el hecho de desarrollar este tipo de trastornos hace que aumente mucho el riesgo de desarrollar drogadicciones paralelas.
Esto se debe al patrón de mal manejo de las emociones y de modulación de los impulsos que adopta la persona, y también al tipo de contextos recreativos en los que le gusta estar (por ejemplo, en los lugares en los que se suele apostar dinero hay mucho alcohol disponible y de fácil acceso).
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5. La adicción se camufla bien entre conductas socialmente aceptadas
A diferencia de lo que ocurre con la mayoría de drogadicciones, en las que el consumo de sustancias es vista como una señal de posible patología, en la adicción sin sustancia las conductas problemáticas pasan más desapercibidas, ya que no existe la imagen de una persona introduciendo en su cuerpo una sustancia con efectos psicoactivos.
El tratamiento de esta clase de adicciones
En psicoterapia es posible ayudar a las personas a desarrollar mejores maneras de gestionar sus impulsos y de detectar señales de alerta que indican un alto riesgo de recaer. Además, se proporciona a las personas información sobre cómo transformar su entorno para minimizar las probabilidades de recaer.
Por otro lado, en terapia psicológica también se da apoyo a los pacientes en el proceso de descubrir y aplicar a la propia vida actividades llenas de incentivos que estén al margen de la adicción. De ese modo, es más fácil dejar de pensar constantemente en esos comportamientos que estaban en la base de la dependencia.
Por otro lado, aunque en la adicción sin sustancias no esté involucrado el consumo de drogas, suele indicarse la necesidad de disponer de asistencia psiquiátrica combinándola con la psicoterapéutica; desde la medicina es posible usar fármacos que ayudan a mitigar síntomas asociados a la ansiedad y al síndrome de abstinencia, aunque siempre dependiendo de cada caso y bajo la supervisión de profesionales.
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Centro Psicológico Cepsim
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