El alcoholismo es un problema de salud producido por el consumo compulsivo de alcohol, el cual es capaz de generar dependencia física y psicológica.
Se trata de una ingesta desmedida, problemática, difícil de controlar por la propia voluntad. A su vez, esta conducta está causada por múltiples y variados factores: predisposición física, vulnerabilidades psicológicas y factores sociales que faciliten el consumo.
Pero uno de los aspectos más llamativos del alcoholismo es que muchas veces, en sus fases tempranas, está socialmente aceptado. Esto muestra otra de las dimensiones más importantes del problema del alcoholismo: su faceta psicológica y social.
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¿Qué entendemos por alcoholismo?
El alcoholismo es una patología basada en la adicción a las bebidas alcohólicas, es decir, aquellas que contienen una cantidad significativa de etanol. Es, además, uno de los tipos de adicción más extendidos por todo el mundo así como uno de los más antiguos, dado que los productos en los que se basa existen desde hace miles de años, y han aparecido en varias culturas de manera paralela.
El alcoholismo es además una adicción muy dañina no solo para la persona que desarrolla la dependencia ante estas bebidas, sino también para el resto de personas, dado que da lugar a accidentes con mucha frecuencia.
Por otro lado, el alcohol es una droga que es consumida de forma masiva incluso por menores de edad en muchos países, situación que lleva a muchos jóvenes a desarrollar alcoholismo a una edad muy temprana, sin siquiera haber tenido la ocasión de tener la capacidad de establecer un modo de vida propio.
La naturalización de un problema de salud
Se suele naturalizar y aceptar socialmente el consumo de alcohol en exceso y en el imaginario social se considera alcohólico a quien se lo ve alcoholizado durante el día, en situación de calle, iniciando su consumo en las mañanas o bebiendo todos los días de la semana. De esta manera quedan invisibilizadas otras formas de alcoholismo.
Éste no está determinado por la cantidad de alcohol que una persona consume por día sino por cómo esa persona se relaciona con el alcohol: con dependencia, necesidad, compulsión y dificultades para estar sin consumir.
Es decir, una persona es alcohólica por cómo bebe independientemente de que lo haga todos los días, un día a la semana o mas esporádicamente. Sin embargo, no es alcohólica cualquier persona que consuma alcohol, ya que puede haber consumo sin establecer un vínculo de dependencia y adicción con él. Pero... ¿qué ocurre en el cuerpo humano allí donde sí hay dependencia?
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Los efectos de esta adicción en la salud
Una vez ingerido en el organismo, el alcohol produce dos acciones contrapuesta, un efecto desinhibidor y un efecto depresor. El primero bloquea partes del cerebro encargadas del pensamiento, la capacidad de reflexionar, la conciencia moral, los valores éticos; y sobreestimula impulsos y emociones. Esto nos permite comprender que una persona alcoholizada pueda mostrarse diferente respecto a cuando está sobria e incluso incurrir en delitos sin posibilidad de control, lo cual, sin consumo, no llevaría a cabo.
El efecto depresor inhibe el sistema nervioso central provocando una disminución en sus funciones: menor atención, menor coordinación psicomotriz, somnolencia, sensación de agotamiento, entre otros, llegando en casos extremos al paro respiratorio y muerte. Esto explica que aunque muchas veces se consuma alcohol por el hecho de esperar que nos vuelva más sociables, pasada la primera oleada de efectos, produce una tendencia al aislamiento, al favorecer la aparición de un estado de ánimo bajo o directamente agresivo.
La aparición de la tolerancia a la bebida
¿Por qué van aumentando las cantidades consumidas de bebidas alcohólicas? Porque el cuerpo genera tolerancia a la sustancia, es como si se acostumbrara y, al no producir el efecto esperado, entonces se hace necesario tomar más cantidades de alcohol o bebidas alcohólicas más fuertes para lograr los efectos que se buscan.
¿Por qué la persona alcohólica no puede parar de beber?
Otra concepción a desnaturalizar refiere a las razones de la dificultad, en unos casos, y a la imposibilidad, en otros, de parar de beber. No es por gusto, capricho ni por vicio, es por la fuerte compulsión a tomar que siente la persona alcohólica, que llega a tornarse irrefrenable y que escapa a su control voluntario, porque se encuentra en una situación de dependencia física y psicológica.
El cuerpo pide el alcohol y la cabeza lo necesita para seguir. Además sin consumo se desarrollan los síntomas de la abstinencia, la cual se presenta con sensaciones desagradables, manifestaciones físicas, ansiedad, irritabilidad, angustia y fuertes ganas (necesidad) de consumir.
¿Cómo actuar ante la sospecha de que alguien cercano es adicto?
Un primer paso implica desnaturalizar el consumo problemático de alcohol. Al hacerlo, empiezan a surgir dudas y necesidad de pedir ayuda.
Aquí podemos ubicar un segundo paso: buscar un espacio propio de escucha, de planteo de interrogantes, de orientación sobre alcoholismo, para aprender a observar cómo es la relación de la persona con el consumo y con el alcohol: ¿puede controlar la ingesta sin depender del alcohol?; ¿le cuesta parar de tomar?; ¿busca excusas para tomar?
Es importante tomar conciencia del consumo problemático de alcohol a tiempo, por los riesgos que puede ocasionar, ya que el alcoholismo provoca mayor probabilidad de sufrir accidentes, enfermedades y muerte, además de tener efectos a nivel comportamental, emocional, vincular, social, laboral, legal.
La orientación y contención a las familias es fundamental para comprender que el alcoholismo es una enfermedad que tiene recuperación y para la cual es indispensable un tratamiento especializado tanto para el familiar alcohólico como para el resto de la familia. Esto permitirá a las familias resignificar el consumo y sus consecuencias, generar cambios de actitud y construir espacios de diálogo y comunicación familiar.
Además es importante que la familia pueda trabajar en espacios especializados en alcoholismo aquellas situaciones difíciles y traumáticas ocasionadas por efecto del alcoholismo que afecta a toda la familia, tales como angustia, impotencia, miedos, enojos, síntomas psicosomáticos, sentimientos de culpa... para empezar a tener ellos mismos nuevos hábitos de vida saludables, fortalecimiento de autoestima, elaboración de nuevos proyectos de realización personal para aprender a vivir mejor y construir una vida más sana.
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Referencias bibliográficas:
- Dunn, N.; Cook, C.C. (March 1999). "Psychiatric aspects of alcohol misuse". Hospital Medicine. 60(3): pp. 169 - 172.
- Elzo, J. (dir) et al (2009): Las culturas de las drogas en los jóvenes y fiestas. Vitoria, Servicio Central de Publicaciones del Gobierno Vasco.
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