Sabemos cuán graves pueden ser los efectos de las drogas en la vida de una persona. La dependencia a una sustancia química acarrea severas consecuencias, ya que la persona orienta la mayoría de sus conductas posibles hacia el objetivo de consumir.
Lamentablemente, en el camino que se alza entre el deseo y la búsqueda de la sustancia, la vida se desmorona: es incapaz de controlar su propio consumo; sus vínculos interpersonales se deterioran a partir de la necesidad imperante de acceder a la droga; le carcome el deseo y presenta síntomas propios del síndrome de abstinencia cuando reduce o interrumpe la ingesta, como intensos niveles de ansiedad o irritabilidad, etc.
Sufrir un trastorno adictivo por consumo de drogas va más allá de la droga: trastoca la vida en su totalidad. Y así como altera los aspectos observables de la cotidianeidad de una persona —sus hábitos y conductas, sus vínculos, su rendimiento laboral y/o académico—, también modifica el funcionamiento de su cerebro, tanto a nivel químico como estructural. Los efectos de las drogas en el sistema nervioso central, específicamente en el cerebro, son notorios y significativos.
Además, el deterioro que provoca el consumo de drogas sostenido en el tiempo puede acentuarse todavía más si la persona se encuentra en la niñez, adolescencia o temprana juventud, etapas en las cuales el cerebro todavía no ha culminado su desarrollo. Teniendo esto en consideración, en este artículo expondremos cuáles son los efectos de las drogas en el desarrollo del lóbulo frontal del cerebro.
Las drogas y sus efectos generales sobre el cerebro
Según el Instituto Nacional de Abuso de Drogas (NIDA), las drogas pueden ocasionar tales cambios en el cerebro que inciden en la cognición de una persona —la forma en la que piensa— y en el plano conductual —la forma en la que actúa. Asimismo, esto puede devenir en un vasto espectro de trastornos de salud mental: trastornos de ansiedad, como el trastorno de pánico o el trastorno de ansiedad generalizada; depresión; y, en algunos casos, puede hasta evocar episodios psicóticos.
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La incidencia de las drogas en el sistema de recompensa
Las adicciones provocan una hiperactividad del circuito de recompensa del cerebro. Se trata de una red de conexiones entre varias áreas del cerebro, como el núcleo accumbens, la amígdala, el tálamo, el hipocampo y los ganglios basales, que se activa cada vez que comemos, bebemos, mantenemos relaciones sexuales o ejecutamos actividades que, a nivel evolutivo, fueron cruciales para asegurar la supervivencia de nuestra especie. A partir de la activación del circuito de recompensa —mediado fundamentalmente por un neurotransmisor, la dopamina—, experimentamos sensaciones placenteras después de llevar a cabo dichas actividades. El placer tiene como objetivo asegurar que repitamos esas conductas a lo largo del tiempo y las reforcemos, consolidando hábitos que preserven en última instancia la especie.
Lo que ocurre con el consumo de sustancias adictivas es que el circuito de recompensa se activa del mismo modo que otros hábitos necesarios para sobrevivir, aunque sean sumamente perjudiciales para la salud en el mediano y largo plazo. Otra cuestión importante de notar es la siguiente: el circuito de recompensa es capaz de adaptarse a esta hiperactivación si se le somete a la droga de forma sostenida en el tiempo. Al ser las sustancias químicas estímulos tan intensos, el circuito se modifica para disminuir su sensibilidad ante la droga. Por eso, el adicto cada vez necesita más de la misma sustancia para sentir el mismo placer. También, esa es la razón por la cual ciertos pasatiempos o actividades que para los demás resultan gratificantes —leer, bailar, dibujar, practicar un deporte— son estímulos poco llamativos para el adicto, estando su cerebro habituado a tanta intensidad.
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Las alteraciones del lóbulo frontal
A pesar de ser la activación del circuito de recompensa lo que sostiene el consumo de sustancias, los efectos de las drogas no solo inciden en estas estructuras. Una de las áreas más afectadas es el lóbulo frontal. A grandes rasgos, el lóbulo frontal es la zona de nuestro cerebro cuyo desarrollo aconteció más recientemente en nuestra evolución como especie. Es el lóbulo de mayor tamaño en el cerebro y, asimismo, es el que alberga a nivel funcional las características distintivas del ser humano. La planificación de soluciones a problemas del medio externo, la memoria operativa, la atención voluntaria y la cognición en general son todas funciones asociadas a este lóbulo.
Una región de suma importancia es la corteza prefrontal, cuyo funcionamiento está relacionado a las funciones ejecutivas. Sabemos que las funciones ejecutivas son aquellas habilidades superiores de organización e integración que están involucradas en la determinación de metas, el diseño de planes, la organización en el espacio y tiempo, la anticipación al futuro y la inhibición de conductas inadecuadas al entorno social.
La investigación científica ha demostrado que el desempeño en tareas que involucran a las funciones ejecutivas se ha visto severamente deteriorado en las personas adictas a una droga. Cuando alguien consume de forma sostenida en el tiempo una sustancia química adictiva y se vuelve dependiente a ella, presenta dificultades para tomar decisiones que se alineen con su voluntad y con lo que desea. Quizás, una persona adicta puede tener conciencia acerca de cuán nocivo es para su salud física y mental el consumo de sustancias, pero eso no es suficiente para elaborar planes concretos que la conduzcan a la recuperación, como el acudir a un centro de salud mental.
El consumo de drogas afecta de tal forma al lóbulo frontal que el juicio se ve alterado y la persona se vuelve cada vez más propensa a comportarse de manera impulsiva. Otro de los efectos de las drogas en el lóbulo frontal es la disminución de la capacidad de inhibir la propia conducta, una habilidad de vital importancia para nuestra adaptación al medio social. Asimismo, las afectaciones en el juicio provocan que sea difícil para el adicto mantener el control sobre dónde, cuándo y cuánto consumir.
Maria Eugenia Martinez Villegas García
Maria Eugenia Martinez Villegas García
Salud Mental, Psicología Clínica, PNL, IE y Coach
Los efectos son más graves en los primeros momentos del desarrollo
En definitiva, es fundamental conocer cuáles son los efectos de las drogas en el cerebro y, específicamente, en lóbulo frontal, ya que la mejor forma de tratar un problema que atraviesa de forma transversal a muchas personas es adquirir saberes al respecto. Sobre todo, teniendo en consideración que los efectos de las drogas en el lóbulo frontal pueden ser todavía más nocivos en los primeros estadíos del desarrollo.
Diversos autores sitúan entre los veintiún y veinticinco años el punto cúlmine del desarrollo del lóbulo frontal. Por lo tanto, aunque en cualquier período del ciclo vital los efectos de las adicciones son perjudiciales para el cerebro humano, es en los primeros momentos del desarrollo cuando más vulnerables estamos a que las alteraciones se tornen más severas y sus efectos, algunos, irreversibles.
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