La presentación, estética o apariencia de un producto, una persona, un objeto (entre otros), evidentemente causa una impresión y efecto en la percepción de cada individuo. Muy bien lo saben quienes se dedican al marketing, lo cual no queda fuera del mercado de las drogas.
En particular, la brolamfetamina es una sustancia fabricada para ser consumida vía oral en diferentes formatos: cápsulas, pastillas y “gomitas azucaradas” principalmente. Esa forma de incorporar la sustancia al organismo es una de las más familiares para cualquier persona porque, todos a lo largo de la vida, hemos comido un caramelo, tomado un medicamento con fines terapéuticos, o simplemente nos alimentamos, por lo que la presentación sí es influyente en una mayor probabilidad de que la sustancia sea experimentada en una primera oportunidad; sin embargo, no en la persistencia del consumo y una posible adicción.
Son más y diversos factores los que deben conjugarse para constituir un consumo problemático de sustancias psicoactivas y/o adicción, las que podremos revisar en un próximo artículo, distinguiendo elementos y conceptos relacionados.
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¿Qué es la brolamfetamina y qué efectos genera?
Las anfetaminas, sustancias psicoactivas usadas tanto en contextos médicos como recreativos y que se caracterizan por actuar como agonistas adrenérgicos, produciendo un efecto neuronal similar al de la adrenalina, un neurotransmisor producido naturalmente por el organismo, producen un estado de activación cerebral.
El mal uso de este tipo de sustancias puede provocar brotes psicóticos, alucinaciones, afecciones en la frecuencia cardiaca, aumento en la presión arterial, aumento de la capacidad de concentración durante su efecto, insomnio, aumento del estado anímico, mayor facilidad para sociabilizar, incluso efectos anoréxicos y con su uso frecuente puede producir la percepción de estar “con menos energía” durante la vida cotidiana necesitando incorporar la sustancia para brindar la sensación de “energía” (uno de los factores que contribuye a la adicción).
En cuanto a los efectos psicológicos, destacan los siguientes: dependencia, consumo problemático, irritabilidad, percepción de incomodidad consigo mimo, falta de concentración, entre otros, suelen presentarse a mediano y largo plazo, cuando probablemente se ha producido una ingesta habitual de la sustancia.
Sin embargo, cabe señalar que los efectos psicológicos recientemente descritos no son los únicos que se presentan. Si todos los efectos biológicos y psicológicos del uso de drogas fuesen “negativos”, pues no serían una constante a nivel social y a lo largo de la historia de la humanidad.
No es común plantear el hecho de que consumir drogas, anfetaminas en este caso, no trae consecuencias negativas únicamente. Qué quiero decir con esto: que para muchas personas sentirse energizadas, eufóricas, desinhibidas, seguras de sí mismas... claro que puede ser “positivo” a nivel de autopercepción.
No obstante, debe considerarse que los riesgos recaen en consecuencias como: dejar de sentir placer si no es a través del uso de la sustancia, síndrome de abstinencia al suspender la incorporación de la misma al organismo en consumidores crónicos, conducta violenta, alucinaciones, paranoia, deterioro del aprendizaje verbal, disminución de la velocidad motriz, cambios estructurales y funcionales en áreas del cerebro, alteración en estructuras cerebrales vinculadas a la toma de decisiones disminuyendo la flexibilidad mental, adelgazamiento corporal y heridas cutáneas, entre otros.
Cabe mencionar que la brolamfetamina, sustancia sintética y psicotrópica, no tiene uso terapéutico conocido y su alteración química la hace altamente tóxica y adictiva, pudiendo producir la muerte.
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¿Causa problemas permanentes?
El efecto de crisis de pánico o paranoia, motivo por el cual es llamada “la droga del miedo”... ¿Pueden ser una consecuencia permanente tras desvanecerse el efecto de la droga?
La crisis de pánico como resultado de una intoxicación por el uso de brolamfetamina debería desaparecer con la suspensión de la incorporación de la sustancia al organismo. Sin embargo, hay efectos que produce el uso de drogas sintéticas, que pueden cronificarse con el uso habitual de la misma. En el caso de una crisis de pánico, puede eventualmente aparecer como una nueva forma de respuesta a determinadas experiencias, es decir, nuestro cuerpo incorpora una nueva manera de manifestarse, la cual puede aplicar en ciertos contextos.
¿Cómo afecta al cerebro?
Estudios de neuroimagenología han dado como resultado una mejora del funcionamiento neuronal en determinadas regiones cerebrales asociadas a la motricidad, memoria y lenguaje verbal, tras suspender el consumo de la sustancia por 14 meses en adelante, periodo en el que persiste el daño neuronal y en el cual hay funciones cerebrales que muestran no haberse recuperado.
En relación a ello, el consumo de brolamfetamina aumenta la posibilidad de presentar un accidente cerebrovascular, pudiendo causar daños irreversibles.
Finalmente, la sintomatología psicótica producida por el uso y abuso crónico de la sustancia, puede permanecer durante meses e incluso años posterior a la suspensión del uso de metanfetamina, existiendo actualmente estudios que revelan que bajo cuadros de estrés es posible la reaparición de dichos síntomas.
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¿Existe un perfil general relacionado con una mayor propensión a la adicción de anfetaminas?
No existen personas con “perfiles” de adicción, dependencia o consumo problemático. Pero hoy en día el consumo de sustancias estimulantes y/o alucinógenas está asociado de manera general a un rango etario mayoritariamente joven por el contexto de consumo y con un poder adquisitivo de medio a alto debido al costo de la sustancia.
Andrea Aburto Kramp
Andrea Aburto Kramp
Psicóloga clínica
Ahora bien... ¿En qué etapa del ser humano es más factible eliminar la presencia de la droga en el sistema nervioso?
En términos generales, si tuviese que dar una única respuesta a esta pregunta, sería: “cuanto antes o más joven se suspenda el consumo, mejor”. Lo anterior es debido a que el metabolismo en una persona joven funciona con mayor eficiencia, entendiendo que, con el paso del tiempo, una persona “mayor”, que pudiese presentar un periodo de tiempo prolongado incorporando una sustancia a su organismo, tendrá mayor dificultad para abstenerse del consumo y redimir sus efectos tanto biológicos como psicológicos.