Se habla mucho acerca de lo importante que es mantener una dieta equilibrada, unos hábitos de sueño adecuados y, en general, un estilo de vida saludable que nos permita mantener nuestro cuerpo listo para afrontar los retos del día a día. Sin embargo, se le presta menos atención al modo en el que nuestra manera de gestionar las emociones influye en nuestra salud. Por eso, en esta entrevista a Irene Zamora, hablaremos sobre por qué no es una buena subestimar este aspecto de la vida.
- Artículo relacionado: "10 hábitos diarios que mejoran tu equilibrio emocional"
Entrevista a Irene Zamora: lo que pensamos y sentimos es para nuestra salud tan importante como lo que comemos
Irene Zamora Sauma es psicóloga y Life Coach; tanto desde su consulta situada en Curridabat como de manera online, atiende habitualmente a personas con problemas emocionales o relacionados con el desarrollo personal. Por ello, en esta entrevista nos hablará sobre cómo nos influye nuestra manera de interpretar la realidad y de gestionar las emociones.
Irene Zamora Sauma
Irene Zamora Sauma
Master En Bienestar Emocional
¿La salud mental está infravalorada en nuestra sociedad?
No creo que la salud mental esté infravalorada, pero sí considero que nos hemos orientado más al tratamiento de la salud mental que a promover el bienestar mental. Muchas personas toman la decisión de asistir a terapia hasta cuando hay una dolencia emocional. Esto es como hacer ejercicio físico solo cuando tengo sobrepeso. Lo ideal es hacer ejercicio para tener una mejor calidad de vida, enfocándonos en nuestros objetivos.
De la misma forma debería hacerse con nuestra salud mental. El bienestar de una persona es integral, nuestra mente y nuestro cuerpo trabajan en conjunto porque lo que el cuerpo siente la mente lo interpreta y lo que la mente crea el cuerpo lo experimenta.
¿Suele exagerarse la dualidad mente-cuerpo? ¿Hasta qué punto lo mental está separado de los procesos biológicos que se dan en nuestro organismo?
Sí, desde mi perspectiva, en el mundo occidental nos especializamos tanto que nos olvidamos que mente y cuerpo solo funcionan en conjunto. Son parte de un ser que va más allá de lo físico, y emocional, de lo mental.
Cuando se entiende que lo que se siente, ya sea por un estímulo interno o externo, tiene componentes fisiológicos, cognitivos y conductuales, nos es imposible separar la mente del cuerpo, o el cuerpo de la mente.
Por ejemplo, cuando se tiene un pensamiento dirigido al futuro, y este genera una respuesta con síntomas corporales como la ansiedad. Hay un proceso cognitivo -mente- que activa una serie de reacciones químicas como puede ser el aumento del cortisol (cuerpo), que se manifiesta en conductas físicas, como pueden ser la sudoración y la falta de aire (cuerpo), lo cual se puede interpretarse como ansiedad (mente).
Mente y cuerpo trabajan en pro de nuestra supervivencia y adaptación. No debe existir ninguna dualidad.
¿A través de tu trabajo has notado que muchas personas asumen que el cuidado del bienestar emocional está entre las últimas prioridades, por detrás de, por ejemplo, el trabajo?
Sí, claro, es como si creyeran que no tiene ningún coste desgastar su salud mental, más allá del malestar momentáneo.
Estamos condicionados a priorizar nuestras actividades producir económicamente para tener accesibilidad a todo lo que “deseamos”. Esta orientación hace que de manera consciente o inconsciente busquemos estrategias donde nuestras prioridades van a ir en el pro de trabajo.
El trabajo es importante en nuestra vida, como lo son otros aspectos: las relaciones de calidad, el ocio, el disfrute, el descanso, la salud y el crecimiento emocional. Todos estos aspectos influyen en nuestro bienestar y trabajan en conjunto. Si nos concentramos solamente en uno de ellos (trabajo), lo podremos sostener por un tiempo determinado, pero luego empezaremos a notar que la falta de uno o varios (llámese descanso o falta de relaciones de calidad) empiezan a afectar todos los aspectos. Incluyendo el aspecto priorizado porque el desgaste, la fatiga o la falta de creatividad pasarán la factura al elemento priorizado. Pensar entonces en un malestar momentáneo es iluso.
Cuando tenemos un malestar, es un mensaje, al cual debemos ponerle atención para hacer las modificaciones necesarias en pro de nuestra homeostasis y bienestar. Si no lo atendemos en ese momento, no significa que no vaya a aparecer, y probablemente si aparece será con mayor intensidad.
¿Cómo se plasma en nuestra salud el hecho de mantener un punto de vista marcadamente pesimista al interpretar lo que ocurre en el mundo y en nuestras vidas?
Si nuestro pensamiento genera tanto respuestas físicas como conductuales, el tener pensamientos pesimistas dirigirá a nuestras acciones en esa dirección.
Hay una frase que me encanta de Joe Dispenza: “Donde pones tu atención, pones tu energía”. Si estás constantemente pensando en lo que te hace falta, la sensación de carencia estará presente. Si estás constantemente pensando que todo va a peor, experimentarás ansiedad e incertidumbre. La sensación de carencia o de ansiedad están siendo sentidas en el presente, aunque la mente esté previendo el futuro. Es por ello que ya se está experimentado ese malestar.
Por el contrario, si se tiene una actitud de agradecimiento, en el presente habrá una sensación de apertura que ayudará a ver posibilidades que una mente pesimista puede pasar por alto por no ser su foco de atención. Nosotros solo tenemos un campo de acción, el presente; dentro de ese campo de acción tenemos la posibilidad de relacionarnos con lo que sucede como nosotros decidamos. Hay situaciones que no podemos modificar, pero la actitud que tomemos ante la situación, hace que la experiencia pueda ser menos dolorosa y a la vez transformadora.
¿Cuáles son las estrategias más eficaces para mantener una buena salud influyendo sobre nuestra manera de pensar y de regular lo que sentimos?
Conocernos a nosotros mismos, dedicarnos tiempo para escucharnos, saber estar con nosotros, siendo compasivos. Si me conocen actúo en coherencia con mi sentir y mi pensar. Si aprendo a escuchar mi cuerpo puedo entender qué alimentos son mejores para mí, cuándo debo descansar, aprendo también cómo cuidarme. Si dedico tiempo a estar conmigo puedo reflexionar. Si soy compasivo entenderé que hay momentos donde hay sufrimiento, pero que puedo atravesar ese sufrimiento. También entiendo que los otros sufren y por tal soy más bondadoso y amoroso conmigo y los otros.
¿Se tarda mucho en desarrollar las habilidades necesarias para aprender a gestionar los propios pensamientos y sentimientos?
No, pero sí es algo que debemos poner en práctica a diario hasta que se convierta en un hábito, en una forma de vivir.
Al inicio requiere de nuestra responsabilidad, compromiso y apertura al sentir, conlleva un proceso consciente que a veces nos confronta con el dolor. Pero nos permite integrar nuevas formas de vida, que cuando empezamos a experimentarlas se refuerzan por sí mismas y que se vive como realmente merecemos, desde el bienestar.
Newsletter PyM
La pasión por la psicología también en tu email
Únete y recibe artículos y contenidos exclusivos
Suscribiéndote aceptas la política de privacidad