Comprendiendo el abuso sexual infantil

Un resumen de la información más importante sobre el abuso sexual infantil y sus efectos.

Comprendiendo el abuso sexual infantil

El abuso sexual infantil es un problema que ha sucedido desde siempre y que no siempre sale a la luz, ya que suele ser negado.

Vamos a definirlo: el abuso sexual infantil es la utilización de un niño o niña con el fin de satisfacer a un adulto. Para que sea considerado como tal, hemos de tener en cuenta tres puntos:

  • Víctima y agresor tienen edades significativamente distintas, lo que pone en juicio la libertad de decisión del menor.
  • Hay una coerción por parte del agresor, uso de la fuerza o engaño.
  • Los tipos de conductas sexuales que se llevan a cabo, pudiendo ser con o sin contacto físico.

Como veremos más adelante, el hecho de ser víctima de abusos sexuales no siempre es evidente, ya que muchas veces no hay hechos físicamente violentos o vivencias de dolor, incluso es posible que no haya contacto físico.

Las consecuencias del abuso sexual infantil

El abuso suele provocar sintomatología psicológica y emocional, pero esto no siempre aparece tras el abuso, sino que puede manifestarse de manera más tardía (adultez). Esta sintomatología puede ser sutil: cambios de conducta, aislamiento, irritabilidad… que pueden ser entendidos como signos de otro tipo de trastornos. Por otro lado, depresión, bulimia, anorexia, esquizofrenia, borderline, entre otros, suelen correlacionar mucho con la vivencia de abuso en la infancia.

Se ha visto que el hecho de “guardar el secreto”, no hablar de lo ocurrido y ocultarlo daña más que el abuso en sí. Por esto es importante que cuando se sospeche de un posible abuso, intentemos averiguar sobre ello y sacarlo a la luz. En el caso de los/as niños/as, podemos hacerlo en forma de juego simbólico, creación de historias, historias incompletas, entre otras. Lo que conseguimos dándonos cuenta a tiempo de lo sucedido es que podamos tratarlo y, de esta forma, las secuelas pueden llegar a ser mínimas, incluso nulas. Es por esto que es importante escuchar a los/as niños/as y permitirlos hablar de cómo se sienten.

Algunos datos…

  • 1 de cada 5 niños/as sufre abusos sexuales.
  • La mayoría de los abusos, aproximadamente el 90%, se dan mediante juegos.
  • El 87% de las veces, los abusadores son personas del entorno del menor, por lo que pueden llegar a engatusarlos – hemos de tener en cuenta que son personas en las que confían. Además, la mayoría de los abusos comienzan como juegos, aunque con el tiempo pueden ir aumentando su intensidad y violencia.
  • 1 de cada 4 abusos se convierte en violación.
  • La mayoría de los abusadores han sido anteriormente víctimas de abuso sexual y suelen ser personas que no han recibido ningún tipo de tratamiento para esto, por lo que se mantienen estas conductas en las siguientes generaciones.
  • En grupo es más fácil que salga el abuso que de manera individual, ya que cuando alguien se atreve a confesarlo, los demás pueden sentirse con la confianza de decirlo.
  • Muchas veces, la vivencia del abuso sexual sale a la luz por el temor del menor de que le suceda a otra persona de su entorno.

La importancia de la prevención

Aunque el abuso sexual sea un tema que parece que, en general, da miedo hablarlo, es importante que se realicen talleres y/o hablemos en casa con los menores sobre educación sexual. Hay que hablar sobre los genitales, ya que suelen mostrar curiosidad, y explicarles que es algo íntimo que no se muestra a cualquier persona. Hemos de explicar quién, cuándo y cómo pueden tocarlos. Esta parte es especialmente importante, ya que así aprenderán a poner límites con personas que han aprendido que no corresponde que hagan ciertas cosas, o a expresar en caso de que lo hagan; cuestionarse si el abuelo, el primo o el tito pueden, y tener la confianza para contarlo a sus padres.

Podemos encontrarnos con niños que tengan mucho interés sexual y eso no es malo, pero como adultos y cuidadores debemos enseñarles a regular este interés. Por ejemplo, cuando comienzan a masturbarse, podemos darle naturalidad pero que entiendan que no se puede hacer en cualquier sitio porque puede ser ofensivo para otras personas. De esta forma, hacemos que los niños lo hagan de una forma segura o en un entorno seguro.

En resumidas cuentas, poder hablar con naturalidad y dejarles vivir con naturalidad su sexualidad, ya que esto es sano; y, al mismo tiempo, explicarles cuándo puede ser mala, por ejemplo, cuando se utiliza con un niño/a más pequeño/a o un/a niño/a que no está de acuerdo y, por supuesto, cuando alguien mayor que tú lo hace con el/la niño/a.

Cuidado con el uso de la pornografía

Hay casos en los que niños/as mayores han tenido relaciones sexuales completas con menores debido al uso de la pornografía. Esto puede pasar por el hecho de que el acceso a la pornografía hace que les brote energía sexual, sobre todo en la etapa de la adolescencia, y no sepan encauzarla, utilizándola inadecuadamente.

Es cierto que muchos padres utilizamos los controles parentales para restringir los contenidos a los que tienen acceso nuestros hijos. Pero a veces, esto no es suficiente, ya que consiguen la forma de saltar este control.

Por esto, una vez más, es muy importante la educación sexual y, a ciertas edades, el control exhaustivo del contenido que ven nuestros hijos, así como limitar las horas y los dispositivos a los que tienen alcance, sobre todo cuando son pequeños/as y no siempre estamos encima de ellos/as.

La importancia de no juzgar al abusador

Hay que tener en cuenta, como se ha mencionado anteriormente, que el 87% de los abusadores son personas muy cercanas al menor (abuelos, primos, tíos…), lo cual quiere decir que son personas en las que éste confía y personas a las que les tiene cariño. Es por este motivo que no podemos juzgar al abusador, no podemos decirle que es súper malo porque esto va a hacer que el/la niño/a se sienta mal por contarlo porque puede acarrear consecuencias negativas. Por ejemplo, “mi tío/abuelo/padre va a ir a la cárcel, no tenía que haberlo dicho”, y esto puede hacer sentir culpable al menor.

Además, sería recomendable trabajar también con el abusador y no solo con la persona abusada a través de la terapia familiar. Es decir, que la persona que realiza conductas de abuso sexual reciba terapia psicológica para estos casos. Esto es así por lo mencionado anteriormente sobre que la mayoría de los abusadores han sufrido abuso en su infancia, por lo que tratarlos a ellos también podría aumentar las posibilidades de frenar la cadena intergeneracional de abusos.

¿Cómo abordarlo?

Para el tratamiento de las víctimas de abuso sexual es necesario trabajar con las emociones, ya que estas personas suelen tener intensos sentimientos de culpa, vergüenza y dolor, así como rabia y frustración. Por esto, hemos de dar el permiso a la persona a través de la validación de estas emociones para entender qué ha podido ser vulnerable, pero que ha de entenderse y personarse a sí mismo/a, puesto que ha sido una persona querida y en la que confía la que le ha hecho esto y cómo nos vamos a plantear que eso es algo malo.

También es importante explorar las emociones relacionadas con el secreto: “¿qué pasaría si me lo contaras, ¿qué pasaría si se lo contaras a mamá o a papá, qué consecuencias crees que tendría?”.

Otro sentimiento que es importante trabajar es el placer ya que, si el abuso no es violento, puede haber caricias y tocamientos que, efectivamente, le han supuesto placer. Además, al ser personas de confianza, los/as niños/as normalizan estos episodios, no lo toman como algo malo necesariamente, sobre todo cuando el abuso está basado en esos juegos de placer.

Al crecer, conforme va despertando en ellos/as el instinto sexual, es cuando comienzan a percatarse de que lo que ocurría en su infancia era un abuso sexual, que en absoluto era un juego. Aquí surge la duda de si decirlo o no a la familia, porque se está hablando de un familiar, lo cual es muy duro para el abusado, sobre todo cuando revelar este secreto que puede causar una ruptura familiar. De nuevo vemos sentimientos de culpa: “yo lo buscaba porque me gustaba, ¿cómo voy a decirlo ahora? Esto ha sido mi culpa”.

Es conveniente no dramatizar los hechos con el/la niño/a estando él presente, sino hacerle entender que estas personas no sabían hasta dónde podían llegar y que habría que explicarles dónde están los límites. Con esto conseguimos, por un lado, sostener al niño en cuanto a lo sucedido en relación con las emociones negativas relacionadas con la culpa y la empatía hacia el abusador. Recordemos que son personas en las que el menor confía y a las que quiere. Es decir, conseguimos que los menores no se sientan culpables de que haya pasado, sino que entiendan que la responsabilidad de estas acciones es del adulto (“que no sabía que no se debe hacer”).

Cuando no se trata todo esto con los/as niños/as, veremos a la larga sintomatología y enfermedad importante en los adultos, ya que es algo que han callado durante mucho tiempo, pero, incluso sin ser del todo conscientes, termina saliendo. Aquí radica la importancia de darle crédito e importancia a los menores a fin de que tengan la confianza suficiente para contarlo.

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En el centro de psicología PsicoAlmería hay psicólogas especialistas en atender tanto adultos como menores que han sufrido abusos sexuales.

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