La fe y la religión han sido elementos constantes en la historia de la humanidad desde sus primeros momentos. ¿De dónde ha surgido el mar, el día y la noche o incluso la vida? ¿Qué somos y porque somos así? ¿Qué sentido tiene nuestra vida? A través de diferentes explicaciones se buscaba dotar de un sentido a la realidad existente, forjándose creencias que terminarían por fijarse y transmitirse a lo largo de las generaciones.
Muchas de estas creencias se han estructurado en forma de diferentes religiones que que si bien por un lado han servido durante mucho tiempo para dar esperanza y un sentido a lo que nos rodea, también han sido utilizadas para manipular y controlar el comportamiento de nuestros semejantes.
Sin embargo, más allá del efecto social de las religiones, también estás asociados a características psicológicas personales. Por ejemplo, se tiene constancia de que las personas religiosas, estadísticamente, son menos inteligentes y más felices que la media.
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Los efectos psicológicos de la fe
La religión se ha basado tradicionalmente en la fe, pero las explicaciones de la realidad que suele adoptar tienden a no ser comprobables a través de la experiencia.
Muchos de los preceptos que han defendido las diferentes religiones han demostrado poseer una explicación diferente a la propuesta por la ciencia. La percepción de que en muchas ocasiones se ha empleado la fe como método de control y manipulación, ha generado que con el paso de los tiempos se haya reducido cada vez más el número de creyentes y el papel de la religiosidad en los últimos tiempos, a medida que una mayor cantidad de población puede encontrar informaciones que ponen en entredicho dogmas religiosos.
El hecho de creer o no hacerlo tiende a generar algunas diferencias en la forma de conceptualizar el mundo y la realidad. A continuación veremos una serie de diferencias entre personas religiosas y no religiosas.
Características diferenciales entre creyentes y no creyentes
Se han realizado una gran cantidad de investigaciones respecto a las diferencias existentes entre religiosos y no religiosos con diferentes propósitos y desde distintas perspectivas. Algunos de los resultados reflejados por dichas investigaciones son los siguientes.
1. Relación entre nivel de inteligencia y religiosidad
Diversos estudios y metaanálisis realizados con diferentes sectores de la población establecen que existe una relación inversa entre desempeño intelectual y religiosidad. Si bien estos datos reflejan que generalmente las personas con mayor cociente intelectual tienden a ser menos religiosas, estos datos deben ser analizados con precaución. De hecho, los estudios realizados no reflejan que dicha relación sea causal (es decir, no se establece que se sea más inteligente debido no ser religioso ni viceversa), pudiendo obedecer la relación encontrada a diferentes variables.
Existen diversas hipótesis sobre estos resultados, indicándose por ejemplo que la presencia de un mayor nivel intelectual hace más posible discutir y no aceptar ideas impuestas externamente, con lo que pueden rechazarse posturas ortodoxas o inflexibles y adoptar posturas inconformistas con mayor facilidad. Asimismo muchas personas con mayor nivel intelectual suelen tender a precisar una explicación más lógica y analítica de los sucesos. Otra de las hipótesis propone que una elevada inteligencia también puede permitir tolerar la incertidumbre y ofrecer un marco de actuación en casos de necesidad, con lo que se hace menos necesario buscar una explicación de carácter espiritual.
2. Nivel de ansiedad
Otros estudios demuestran que las personas religiosas tienen un marco de comportamiento más definido y una explicación de la realidad que facilita que tengan un menor nivel de incertidumbre vital. También manifiestan un menor nivel preocupación por cometer errores. Estos aspectos están vinculados a una menor activación del cingulado anterior, parte del encéfalo relacionado con la respuesta al estrés y la ansiedad, en los creyentes en comparación con los no creyentes.
3. Supervivencia y bienestar en enfermedades
La religiosidad parece contribuir a prolongar la supervivencia en casos de enfermedades graves, así como a mejorar la calidad de vida de personas cuyos trastornos son crónicos. La menor incertidumbre y la fe de las personas con creencias religiosas y espirituales provocan que tengan mayor capacidad de resiliencia al poder apoyarse en dichas creencias en momentos difíciles.
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4. Tendencia a la tolerancia
Las personas no creyentes tienden por lo general a ser más tolerantes con otras formas de ver la vida diferentes a la propia que aquellos que profesan un elevado nivel de religiosidad. Profesar una fe supone circunscribirse a un marco concreto de pensamiento y actuación que difiere con el de otros, lo que en algunos casos facilita el nacimiento de fanatismos y discriminación hacia otros.
5. Bienestar subjetivo
Las personas creyentes tienden a manifestar un mayor nivel de bienestar en diversos estudios, en parte debido al sentimiento de pertenencia que supone compartir algo con otros, como la fe. Sin embargo, hay que tener en cuenta que este dato puede depender en gran medida del lugar donde se practique la encuesta y cómo se vea vista socialmente la religión en cuestión del susodicho.
Referencias bibliográficas:
- Zuckerman, M.; Silberman, J. & Hall, J.A. (2013). The relationship between intelligence and religiosity: A meta-analysis and some proposed explanations. Personality and Social Psychology Review, 14 (4).
- Lim, C. & Putnam, R.D. (2010). Religion, Social Networks and Life Satisfaction. American Sociological Review, 75 (6).
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