La mayoría de las personas hemos convivido alguna vez con una mascota, ya fuera perro, gato o de otro tipo, y en muchas ocasiones nos ha sorprendido su comportamiento.
Pero, ¿cuáles son los más los más listos? Vamos a descubrir si son más inteligentes los gatos o los perros, y su explicación biológica.
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¿Cuáles son más inteligentes, los gatos o los perros?
La sociedad se divide entre los amantes de los gatos y los amantes de los perros, excluyendo a una pequeña parte de la población que o bien adora por igual a estos animales o bien no le gusta ninguno de los dos. Frecuentemente, entre unos y otros, surgen discusiones acerca de si son más inteligentes los gatos o los perros. Pero, ¿cuál es la verdad acerca de esta cuestión?
Lo cierto es que, adelantando la conclusión de las explicaciones que vamos a ver a continuación, los perros son más inteligentes que los gatos, en términos generales. Seguramente muchas personas (los amantes de los gatos) estarán en desacuerdo con esta afirmación, pero vamos a explorar detenidamente los fundamentos que la sostienen.
En los siguientes puntos profundizaremos en las estructuras cerebrales de estas dos especies, en los diferentes tipos de inteligencia que han sido evaluados y los curiosos experimentos que se han llevado a cabo para poder medirlos de una manera apropiada, adaptándonos a las características de estos peculiares sujetos de estudio.
El cerebro de perros y gatos
Obviando las evidentes diferencias entre razas y tomando los tamaños medios como referencia, el cerebro del perro es mucho más grande que el cerebro del gato. De hecho, estaríamos hablando de una diferencia de más del doble, puesto que la corteza cerebral del perro se compone de unos 530 millones de neuronas, por los 250 que conformarían el de los gatos.
¿Por qué esta diferencia tan enorme? Algunos estudios la relacionan con una característica de los canes que no está presente en los felinos: la sociabilidad. Mientras que los gatos prefieren una vida solitaria, con interacciones puntuales con sus congéneres y con los humanos, los perros necesitan de un contacto continuado, como animales gregarios que son.
De hecho, un perro que no cuente con la debida estimulación social puede desarrollar patologías y trastornos de conducta, pues se le está privando de un elemento que es necesario para su desarrollo y su día a día.
Esta socialización hace necesarias unas estructuras cerebrales más desarrolladas, y se observa no solo en los perros, sino en otras especies como los delfines, los elefantes, caballos o monos. En cambio, animales que no viven en comunidad, como los rinocerontes o los ciervos, al igual que los gatos, no han experimentado este crecimiento cerebral en la historia evolutiva de la especie.
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Experimentos con perros
Existen infinidad de estudios realizados para medir de alguna manera la inteligencia de los perros. Vamos a ver algunos de los más interesantes.
1. Distinción de estímulos
En un experimento se situaba al perro en una estancia donde había juguetes (que él no conocía previamente) y otros objetos cotidianos que se pueden encontrar en una casa, como libros. Después se le daba la orden de traer el juguete o traer el no juguete, y la tasa de acierto fue extraordinaria.
Esta prueba funcionó incluso prescindiendo de las palabras y simplemente mostrándole al animal una copia del artículo que queríamos que nos entregase.
2. Aprendizaje vicario
Otro estudio mostró que los perros son capaces de aprender por imitación, un método relativamente complejo que requiere de unas estructuras cerebrales (neuronas espejo) que no todos los animales poseen.
En este caso se enseñó a unos perros a abrir una puerta, mostrándoles cómo se hacía y reforzándoles cuando lo conseguían ellos. Se estableció un grupo control al que no se le mostró previamente el procedimiento para abrir la puerta. El resultado fue claro: los que habían visto al humano abrirla, aprendían mucho más rápido.
3. Discernir estados mentales
Una prueba muy peculiar consistía en poner al perro en la tesitura de tener que solicitar alimento a uno de los dos investigadores que había en la sala, uno de los cuales tenía los ojos vendados. En todos los casos prefirieron dirigirse a aquellos con los que podían establecer un contacto visual como forma de comunicación.
Yendo un paso más allá, se hizo otro experimento en el que un hombre guardaba una serie de objetos en unas cajas, las cerraba con llave y después escondía dichas llaves. A continuación se iba y entraba otra persona, que trataba de abrir las cajas, y era el perro el que le acercaba las llaves ocultas para poder hacerlo.
Pero lo mejor ocurrió cuando se cambió la dinámica del experimento y este segundo investigador estaba presente cuando el primero guardaba los objetos. En ese caso, el perro no trataba de llevarle a donde se encontraban las llaves, porque sabía que había visto cómo las escondían. En otras palabras: sabían que el humano lo sabía, lo cual es un proceso mental que demuestra una gran inteligencia.
4. Empatía
Otra de las situaciones que se han observado en laboratorio consistía en exponer al perro a dos situaciones, una en la que una persona está cantando o simplemente hablando de una forma neutra, y otra en la que simula estar llorando. Los animales siempre decidían acercarse antes a la persona que estaba llorando que a la otra. Sabían interpretar que esa persona necesitaba ayuda.
Experimentos con gatos
Es cierto que históricamente los gatos no han suscitado el mismo interés que los perros a la hora de realizar experimentos que midan sus capacidades, quizás por la facilidad y docilidad de los primeros a la hora de exponerles a situaciones muy variadas y la dificultad que presentan los segundos para participar en procesos extraños, lejos del lugar de referencia que es su hogar.
Sin embargo, en los últimos años algunos investigadores están tratando de explorar este campo, por lo que sí contamos con algún ejemplo que nos permita comparar si son más inteligentes los gatos o los perros.
1. Señalar
Una de las pruebas que se ha realizado de una manera controlada es la de comprobar si un gato es capaz de interpretar el gesto humano de señalar. Y, sí, estos felinos domésticos son capaces de interpretar a qué objeto o lugar nos estamos refiriendo cuando apuntamos con nuestro dedo hacia él.
Aunque parezca una conducta muy elemental, no lo es tanto. Se trata de un buen indicador de inteligencia social y de interpretación de la intencionalidad, y no todas las especies son capaces de llevarla a cabo, ni siquiera algunas tan extremadamente cercanas a nosotros como los chimpancés.
2. Interacción social
Otro experimento consistía en colocar a los gatos en una sala en la que tienen disponibles juguetes y comida por un lado, y personas por el otro. En un mayor porcentaje los felinos preferían antes la interacción social con ellos antes que dirigirse hacia el alimento o los elementos lúdicos.
3. Estado mental del dueño
En otra curiosa prueba, el gato y su dueño estaban dentro de una habitación, y los investigadores conectaban un ventilador que hacía un potente ruido. La reacción del gato, lógicamente, era la de refugiarse junto a su persona de referencia. La clave del experimento era que la persona debía hablar al gato en un tono positivo, para que interpretase que la situación no era de peligro y que el ventilador no era un elemento dañino.
Haciéndolo así, los gatos acababan por acercarse y tumbarse sin problema. Se deduce que los felinos habían interpretado el estado mental del dueño, atribuyendo que si estaba tranquilo es porque no había un elemento nocivo en el entorno por el que estar en guardia.
4. Reconocer su nombre
Una cuestión recurrente es si sus gatos realmente reconocen su nombre, puesto que en multitud de ocasiones no reaccionan ante el mismo cuando se les llama.
Se ha realizado esta prueba en condiciones de laboratorio para despejar las dudas de una vez por todas y se ha demostrado que sí, reconocen su nombre, por lo que si en alguna ocasión llamas a tu gato y este no reacciona, no significa que no sepa que le estás llamando, es simplemente que no le apetece ir a donde estás tú.
Conclusión
Tras conocer una pequeña muestra de todas las pruebas en las que han participado estas dos especies animales, estamos en condiciones de retomar la respuesta a la pregunta de si son más inteligentes los gatos o los perros.
Los perros han demostrado ser capaces de habilidades más complejas, que requieren de una mayor plasticidad neuronal y estructuras cerebrales más evolucionadas, y hemos visto que esto está ligado a una mayor socialización.
Cuidado, esto no quiere decir que los gatos no sean inteligentes, puesto que lo son, y mucho. Y además son extremadamente hábiles en conductas físicas muy complejas. Pero cuando hablamos de situaciones que requieran una mayor complejidad mental, los perros salen ganadores.
Referencias bibliográficas:
- Jardim-Messeder, D., Lambert, K., Noctor, S., Pestana, M., de Castro, M.E., Bertelsen, M.F., Alagaili, A.N., Mohammad, O.B., Manger, P.R., Herculano-Houzel, S. (2017). Dogs Have the Most Neurons, Though Not the Largest Brain: Trade-Off between Body Mass and Number of Neurons in the Cerebral Cortex of Large Carnivoran Species. Frontiers in Neuroanatomy.
- Shultz, S., Dunbar, R. (2010). Encephalization is not a universal macroevolutionary phenomenon in mammals but is associated with sociality. Proceedings of the National Academy of Sciences.
- Vitale, K.R., Udell, M.A.R. (2015). What's inside your cat's head? A review of cat (Felis silvestris catus) cognition research past, present and future. Animal cognition. Springer.
- Vitale, K.R., Udell, M.A.R. (2019). The quality of being sociable: The influence of human attentional state, population, and human familiarity on domestic cat sociability. Behavioural processes. Elsevier.
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