Casi todos hemos oído hablar alguna vez sobre la materia gris que tiene una u otra persona. En España es un concepto que popularmente ha sido asociado a la inteligencia, pero en realidad su papel es mucho más importante que ese.
La materia gris puede ser encontrada en el cerebro, sí, y además su existencia tiene que ver con la manera en la que se desarrollan los procesos mentales relacionados, entre otras cosas, con la cognición y con la inteligencia. Pero tener más o menos cantidad de materia gris no implica ser más o menos inteligentes. Esto es así porque su función es más general y esencial, y tiene que ver con el funcionamiento básico del sistema nervioso.
¿Qué es la materia gris?
La materia gris, también llamada sustancia gris, comprende las zonas del sistema nervioso central en el que predominan los somas de las neuronas (es decir, la parte de la neurona en la que se encuentra su núcleo y su "cuerpo" desde la que parten las ramificaciones).
El color gris de estas áreas se contrapone al blanco del resto del sistema nervioso, que tiene ese aspecto porque en ellas predominan los axones de las neuronas, es decir, las prolongaciones que nacen de los somas y que están cubiertas por mielina, de color blanco.
En términos cualitativos, no hay diferencias relevantes entre la composición de la materia blanca y la de la materia gris: en ambas hay somas neuronales, dendritas y axones con mielina. Sin embargo, sí hay diferencias significativas en las cantidades y las proporciones en las que estos elementos están presentes en cada una de ellas.
Así pues, técnicamente la materia gris no es una parte del cerebro, sino el material con el que están construidas algunas partes del cerebro.
La distribución de la sustancia gris
Las zonas del cerebro y de la médula espinal que están formadas por materia gris no forman un conjunto homogéneo, sino que están repartidas y en algunos casos hay materia blanca entre ellas. Sin embargo, en la mayoría de los casos estas áreas son lo suficientemente extensas como para que puedan ser distinguidas a simple vista fácilmente.
En la médula, la materia gris se encuentra en la parte central y lateral (en cualquiera de sus tramos, independientemente d la altura a la que esté), pero en el encéfalo está más repartida.
La corteza cerebral, por ejemplo, está formada por materia gris, pero lo mismo ocurre con los ganglios basales, que están situados por debajo, con la parte más profunda y la más superficial del cerebelo y con otras muchas áreas dispersas, como el tálamo y el hipotálamo.
La función de estas áreas
A diferencia de lo que hace la materia blanca, en la que la mielina hace que los impulsos nerviosos se transmitan rápidamente por los axones, la materia gris no puede hacer que la información que fluye por ella vaya tan rápido. La función principal de estas zonas no es la de hacer que la electricidad pase velozmente por ellas, sino que tiene que ver con el procesamiento de la información, sea del tipo que sea.
Como el contenido de la información que procesan las áreas de materia gris es muy diverso, los efectos de una disminución o un aumento de esta sustancia también son variados. Es por eso que las lesiones en estas zonas dependen del tipo de estructura a la que afecten. Sin embargo, ninguna parte de materia gris puede trabajar sin la ayuda de la materia blanca, ya que necesitan estar conectadas entre sí para funcionar de manera correcta.
En cuanto a la materia gris de la médula espinal, esta se encarga de actuar como directorio de información, es decir, que es donde se decide qué información entra y sale hacia los nervios del sistema nervioso periférico y qué información deberá viajar hacia arriba o hacia abajo por la médula espinal. Además, existen algunas teorías sobre la memoria según las cuales los recuerdos quedan almacenados químicamente dentro de los somas neuronales, mucho más abundantes en este tipo de tejido cerebral.
Concluyendo
La presencia de materia gris nos indica que la parte del encéfalo en la que se encuentra recibe información desde muchas áreas de sustancia blanca y que, de algún modo, funcionan como clusters de procesamiento de información y en los que los impulsos nerviosos que viajan por los axones se encuentran con un relevo que los dirige hacia otro destino.
Esto implica, entre otras cosas, que la materia gris y la materia blanca se necesitan para trabajar tal y como deben; no en vano son dos tipos de tejido cerebral diferenciados por la concentración de la parte de las neuronas que predominan más en ellas (axones o somas), y estas pequeñas células nerviosas forman una unidad orgánica que no se puede separar sin destruirla.