Las personas somos muy diversas y esta diversidad es muy visible en el mundo de las organizaciones, donde muchas personas de diferentes rasgos de personalidad tienen que trabajar juntas.
En muchas ocasiones todo va bien, habiendo quienes trabajan más y otros que un poco menos, sin embargo, a veces sucede que los trabajadores tienen formas de ser que hacen mucho daño a la organización, y eso debe corregirse de alguna forma.
Son varios los tipos de trabajadores tóxicos que nos podemos encontrar en una empresa y, a continuación, veremos los 8 principales.
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Tipos de trabajadores tóxicos más importantes en las empresas
Hay quien diría que una empresa es un reflejo de la sociedad, tanto en lo bueno como en lo mano. De la misma manera que en el mundo real hay diversidad de personas, cada una con su personalidad y forma de hacer las cosas, los trabajadores de una empresa no pueden despegarse de sus rasgos temperamentales. Cada uno trabaja en la medida en que su capacidad y su forma de ser les deja, habiendo quienes trabajan más y otros que trabajan un poco menos y, lamentablemente, también los hay que no trabajan en absoluto o lo hacen de una forma muy disfuncional.
Si bien es esperable que en nuestra empresa todo el mundo ponga de su parte e intente esforzarse para conseguir que la organización vaya bien, sí que es cierto que a veces nos podemos encontrar con personas que parecen olvidarse de que viven en una sociedad y la empresa es parte de ella. Hay perturbadores, egocéntricos, conflictivos y, en resumidas cuentas, trabajadores que ejercen una influencia perjudicial que hacen mucho daño a la empresa. A continuación veremos los 8 tipos de trabajadores tóxicos y algunos consejos para evitar que arruinen nuestra empresa.
1. El problemático
El trabajador problemático es justo eso, aquella persona que, con lo que hace, genera más problemas de los que soluciona. Su forma de trabajar es incompetente, errática y poco fiable y, como en muchas ocasiones no sabe cómo hacer bien su trabajo o no le pone muchas ganas, realmente no consigue arreglar nada. Al depender mucho de los demás para poder solucionar sus propios errores hace que los demás pierdan la concentración en sus quehaceres, lo cual genera frustración generalizada.
2. El vago
El trabajador vago y flojo evita trabajar absorbiendo el tiempo, el entusiasmo y la energía del resto de trabajadores. A pesar de que cuenta con todas las herramientas, conocimientos y estrategias necesarias para llevar a cabo su empleo no pone de su parte o, en caso de hacer lo que le corresponde, se pone a ello muy tarde en realidad acaba siendo un miembro bastante improductivo de la organización. Dice que lo hace a su ritmo y, en muchas ocasiones, le da igual lo apurado que esté su jefe y sus compañeros por su culpa.
3. El mártir
El mártir es justo lo opuesto al vago. Se trata de un personaje que insiste en hacerlo absolutamente todo, incluso aquello que no puede conseguir hacer.
Es bastante trabajador, pero no en el sentido positivo de la expresión, sino que quiere que todos se enteren de lo mucho que se sacrifica haciendo cosas que no le tocan. El problema es que al trabajar más de lo que puede y le toca corre el riesgo de hacer las cosas mal, además de que deja sin trabajo a aquellos que sí saben hacerlo, haciendo que haya un mal resultado final y encima desequilibrando al resto del equipo.
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4. El social
En toda oficina podemos encontrar a personas con cierto grado de humor, que nos alegran el día con sus chistes y bromas. Eso está bien, pero llevado al punto tóxico tenemos la figura del social. Se trata de una persona extravertida que entretiene y distrae a los demás, más de lo que debería. Cotillea, cuenta chistes a todas horas y habla demasiado, perturbando el ritmo de trabajo. Y si a todo esto le añadimos el hecho de que muchos de ellos les encanta el drama tenemos un individuo que puede traer tensión a la organización.
5. El perturbador
El perturbador es aquella persona que, como su propio nombre indica, perturba el buen clima de la organización.
Hay quienes prefieren llamarlo el trabajador psicópata, puesto que deja un rastro de destrucción y discordia allá por donde va. Crea un entorno laboral hostil, incómodo y tenso, afectando a la moral y, consecuentemente, a la efectividad de todos los trabajadores. Si alguien no le cae bien, lo acosa, sabotea sus proyectos y manipula a otros para que se le pongan en su contra, incluso a su propio jefe.
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6. El renegado
En toda empresa hay alguien que, tras decirle cómo se hacen las cosas, formarlo y asesorarle para que no cometa ciertos errores, hace caso omiso y va a la suya.
Tiene sus propias reglas, su propio método, aunque eso suponga poner en riesgo los ingresos de la compañía. Improvisa y toma decisiones que están fuera de sus competencias. No toma en serio la relación del cliente, cree saber más que los demás y hace las cosas según su método, sin pensar en si eso podría perjudicar a sus compañeros. La palabra protocolo no le dice nada.
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7. El hundido
El hundido, también llamado por algunos como el perdedor, es aquel trabajador que lamentablemente fracasa por naturaleza. Se caracteriza por no creer en sus habilidades, no saber gestionar bien sus emociones de desánimo y abatimiento y, en muchas ocasiones, tener una muy baja autoestima.
No tiene por qué ser una persona tóxica, pero está claro que su forma de ser en la empresa perjudica el funcionamiento de la misma. Si en el pasado tuvo éxito lo considera producto de la casualidad o atribuye el mérito a otros.
8. El mal líder
El mal líder es de los perfiles de trabajador que peores cosas puede traer a la organización. Son personas que se convierten en trabajadores muy tóxicos porque es seguro que van a arrastrar a otros empleados de la empresa. También son aquellas personas que son incapaces de ver los méritos de los demás, atribuyéndose lo que hayan hecho sus subordinados y viéndolos como meros medios para conseguir sus propósitos. Son incapaces de delegar porque, de hacerlo, sienten que pierden el poder.
¿Qué hacer si tenemos trabajadores tóxicos?
La presencia de un trabajador tóxico es un riesgo para la empresa. Debemos conseguir generar un ambiente de confianza donde los trabajadores se sientan con la libertad de decirnos como jefes aquello que les molesta o, en caso de haber un equipo de recursos humanos, a ese departamento. El trabajador debe sentirse libre y cómodo para explicar sus preocupaciones, sabiendo que tiene la esperanza de que va a ser tomado en serio.
Algunos consejos básicos a seguir son:
- No ignorar el problema
- Intervenir ante el mínimo signo de conflicto entre trabajadores
- Investigar el problema a fondo
- Ayudar al trabajador tóxico a dejar de serlo.
En cuanto con el trabajador tóxico, si ya hemos hecho todo lo que estaba en nuestra mano para corregir la situación, desde programas de entrenamiento intensivos, gestión de las emociones y del tiempo además de protocolos antibullying, pero no parece que esté poniendo de su parte o siguen habiendo problemas graves entre él y el resto de los trabajadores, se tendrá que tomar la única medida que puede cortar el problema de raíz: el despido.