Durante siglos, el ser masculino se tejió alrededor de un guión claro: conquistar, proteger, proveer. La norma implicaba ocupar un lugar de poder y de iniciativa. En el imaginario social, el hombre era quien avanzaba, sostenía y cuidaba.
Pero las coordenadas cambiaron con una velocidad inesperada, dejando a muchos sin referencias. Este vacío de modelos afectó tanto a hombres como a mujeres. Ellos se preguntan cómo conquistar a mujeres que no los necesitan; ellas, cómo recibir afecto y protección desde un lugar distinto a la indefensión.
El nuevo modelo masculino
El modelo masculino ya no se define por la libido, el impulso sexual o el atractivo físico. Hoy los hombres reconocen sus emociones, viven su mente y su cuerpo en una totalidad que integra pautas antes consideradas femeninas. Los roles tradicionales, la conquista, la protección, la iniciativa, están en revisión.
Los hombres son padres comprometidos y afectuosos, cuidan a la par con sus parejas y buscan construir vínculos más horizontales. Entre la curiosidad, la vulnerabilidad y la reciprocidad parece orientarse la búsqueda de los nuevos modelos de pareja que comienzan a asomar.
Sin embargo, la reformulación de los modelos se da en ambos lados. Plantear asimetrías en las relaciones equivale a desconocer el nuevo discurso. Esto no borra las diferencias que fundan el encuentro, sino que redefine un esquema que hoy resulta caduco. En un mundo donde ambos trabajan, asumen responsabilidades y sostienen obligaciones, se impone una redistribución de tareas, pero también un replanteo de las atracciones y los deseos.
Hoy el hombre que cocina puede resultar tan atractivo como el que provee. La mujer que dirige empresas ya no es una excepción. Todo se orienta hacia modelos de mayor igualdad y derechos compartidos. Un hombre puede admirar la independencia femenina sin que eso le reste sentido a su rol. El discurso avanza hacia la equidad, y ese tránsito requiere evolución, tiempo y aprendizaje intergeneracional.
Lo que aporta la terapia
La terapia de pareja se ha convertido en una herramienta para lograr mayor equilibrio y bienestar. Ya no persiste la vieja idea de que se acude a terapia solo para separarse “bien”. Las parejas actuales están más dispuestas a escucharse, a aprender nuevas formas de comunicación, a decodificar códigos femeninos y comprender los masculinos. Y este proceso no se limita a los vínculos heterosexuales.
La base de una nueva visión de pareja es aquella en la que cada persona es completa por sí misma. La mujer no necesita ser “rescatada” y el hombre no necesita “proteger” para sentirse deseable. Reconocer la autonomía implica validar el propio deseo y respetar el del otro, admirar, acompañar y conectar sin depender de los roles heredados.
En esta nueva escena del amor, el pacto ya no se sostiene en la necesidad o en la protección, sino en la confianza y el compromiso mutuo. La atracción nace del respeto por la diferencia, no de la jerarquía.
Amar desde la igualdad implica aceptar que la autonomía no elimina el deseo, sino que lo transforma. Cuando cada uno se reconoce completo, el vínculo deja de ser un intercambio de carencias para convertirse en un espacio de elección.

Silvana Weckesser
Silvana Weckesser
Magister En Psicología. Especialista en Clínica.Escritora
Quizás los nuevos desafíos del deseo no estén en volver a conquistar, sino en animarse a permanecer, dos sujetos libres que deciden encontrarse, una y otra vez desde la curiosidad, la reciprocidad y la autenticidad.


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