El contracondicionamiento fue una de las técnicas más significativas en el desarrollo de la psicoterapia, sobre todo por su uso pionero en el tratamiento de la ansiedad de tipo fóbico. Aunque Mary Cover Jones fue la primera en utilizar el contracondicionamiento con este objetivo, fue Joseph Wolpe quien lo popularizó en el marco de la desensibilización sistemática.
En este artículo describiremos los usos terapéuticos del contracondicionamiento en las fobias y en las adicciones; en relación a estas hablaremos respectivamente de la desensibilización sistemática y del contracondicionamiento aversivo. Para empezar nos detendremos brevemente en la definición de este concepto y en su recorrido histórico.
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¿Qué es el contracondicionamiento?
El contracondicionamiento es una técnica psicológica desarrollada desde la orientación conductual que consiste en eliminar una respuesta indeseada y sustituirla por otra más apropiada mediante la utilización de estímulos agradables. Se aplica con cierta frecuencia para tratar miedos irracionales tanto en seres humanos como en animales, así como adicciones.
En este procedimiento la persona se expone al estímulo que se quiera contracondicionar, y que provoca una respuesta poco apropiada, mientras está presente también otro estímulo de signo opuesto. Así, para hacer que un objeto fóbico dé menos miedo podría asociarse con una respuesta de relajación, como puede ser la relajación muscular progresiva de Jacobson.
De modo similar, en muchos casos de alcoholismo se prescriben fármacos como el disulfiram, que al combinarse con esta bebida provoca náuseas, taquicardia y otras sensaciones desagradables. Esto hace que el alcohol sea menos apetecible, de modo que la conducta de beber queda contracondicionada al asociarse a dichas alteraciones fisiológicas.
Un concepto similar es la extinción, que se enmarca en el paradigma del condicionamiento operante. La diferencia es que el procedimiento de la extinción consiste en eliminar una respuesta mediante la retirada del refuerzo que previamente era contingente a su ejecución, y no en sustituir dicha conducta por otra, como sucede en el contracondicionamiento.
Desarrollo histórico de esta técnica
En el año 1924 Mary Cover Jones utilizó por primera vez el contracondicionamiento en el tratamiento de la fobia en el célebre caso del pequeño Peter, un niño con miedo a los conejos. Esta investigadora fue la primera en demostrar la eficacia de la técnica en condiciones experimentales fiables.
Cover Jones utilizó una comida agradable para Peter como estímulo de sustitución. En primer lugar el niño comía en la misma habitación donde se encontraba un conejo, si bien éste estaba a una distancia significativa. De forma progresiva se fue acercando el animal al pequeño Peter; al final el niño era capaz de acariciarlo sin mostrar ninguna respuesta de ansiedad.
El caso del pequeño Peter constituyó un hito clave en la aparición de la terapia conductual. Posteriormente Joseph Wolpe, que desarrolló la técnica de la desensibilización sistemática en los años 50 utilizando el contracondicionamiento como base, se referiría a Mary Cover Jones como “la madre de la terapia de conducta”.
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Papel en la desensibilización sistemática
La desensibilización sistemática es una técnica que tiene el objetivo de reducir o eliminar respuestas de ansiedad y de evitación que se producen ante la presencia de un estímulo fóbico. Se basa en la ejecución de conductas incompatibles con la ansiedad por tal de sustituirla ya que, en palabras del propio Wolpe, no es posible estar relajado y nervioso a la vez.
En particular, Wolpe utilizó la técnica de relajación muscular progresiva desarrollada por Edmund Jacobson como respuesta incompatible. Sin embargo no se trata de un componente necesario, sino que podría sustituirse por otro método de relajación, como la respiración lenta y profunda, o cualquier respuesta que no resulte compatible con la ansiedad.
Aunque Wolpe atribuyó la utilidad de la desensibilización sistemática al contracondicionamiento de respuestas opuestas a las de ansiedad, autores posteriores han puesto en duda esta hipótesis. Así, se ha propuesto que la base de esta técnica puede ser la habituación, la extinción, la expectativa o el refuerzo operante de las respuestas de acercamiento.
En cualquier caso, la desensibilización sistemática ha perdido popularidad en las últimas décadas a causa del perfeccionamiento de las técnicas de exposición en vivo, que cuentan con un mayor apoyo empírico y resultan más eficientes para tratar los miedos irracionales, al estar basadas fundamentalmente en las aportaciones de la investigación científica.
El contracondicionamiento aversivo
La meta del condicionamiento aversivo es que el sujeto pase a asociar una conducta indeseada con un estímulo desagradable para que ésta pierda su valor como reforzador. En el caso del contracondicionamiento aversivo esto se consigue emparejando la conducta que se pretenda eliminar con estímulos que provoquen respuestas opuestas a las de placer.
La aplicación más habitual de esta técnica se enmarca en el contexto de la terapia de aversión para la adicción a sustancias como el alcohol, el tabaco, el cannabis o la cocaína. El consumo de la droga en cuestión se identifica con la conducta indeseada, mientras que los estímulos suelen ser otras sustancias que reaccionan negativamente a la primera.
En el caso del alcohol, como hemos dicho previamente, se utilizan terapias aversivas consistentes en el consumo de fármacos que, al interactuar con el alcohol en el organismo, provocan respuestas fisiológicas desagradables, principalmente relacionadas con el sistema digestivo. Los dos medicamentos más usados en este sentido son la naltrexona y el disulfiram.
También se ha utilizado con éxito la terapia aversiva de estimulación eléctrica para tratar el consumo de tabaco, de marihuana y de cocaína. Por otra parte, hábitos compulsivos como la onicofagia (morderse las uñas) o la tricotilomanía (arrancarse el pelo) también pueden eliminarse con contracondicionamiento aversivo, si bien existen procedimientos más tolerables.