Muchas veces, nos acostumbramos a vivir las relaciones afectivas como si estas fueran algo que nos es dado por la vida, como una especie de regalo que aceptamos sin más y experimentamos sin pensar demasiado en lo que hacemos. Esta idea puede resultar muy poética, pero a la larga, nos expone a riesgos. En concreto, hace que no nos cuestionemos ciertas ideas sobre en qué consiste amar y ser amado.
Si creemos que las oportunidades para empezar una relación de pareja surgen a nuestro paso de manera espontánea, perdemos de vista todos esos hábitos y costumbres que nos acercan más a vivir el amor de cierta forma, y no de otra. Y, cuando todas esas decisiones y tendencias de comportamiento de las que no nos damos cuenta nos acercan más a tener solo relaciones tóxicas e insatisfactorias, la cosa se vuelve mucho más grave.
Y es que lo peor de pasar por un mal romance no siempre es esa experiencia en sí misma, sino el hecho de no haber aprendido ninguna lección a partir de ella.
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Maneras de pensar que llevan a caer una y otra vez en relaciones tóxicas
Por mucho que en el amor algunas cosas nos resulten evidentes, nos ahorraríamos varios problemas si nos diésemos cuenta de que muchas de las creencias que tenemos sobre las relaciones son simplemente prejuicios y creencias irracionales.
Algunas de estas ideas sin fundamento son relativamente inofensivas, pero otras nos llevan a tropezarnos una y otra vez con la misma piedra, sin que ni siquiera seamos conscientes de que tenemos una predisposición a caer en esa clase de errores en nuestra vida sentimental.
A continuación encontrarás algunas de esas maneras de pensar que nos predisponen a involucrarnos en relaciones tóxicas, y qué es lo que hace que sean tan dañinas.
1. La creencia de la media naranja
El amor romántico, entendido como una relación en el que dos personas se unen de manera inseparable para formar un solo cuerpo, es una de las creencias más dañinas que existen. Los motivos es que favorece la aparición de la interdependencia y la obsesión por el control del otro, por un lado, y la falta de tiempo para estar a solas con uno mismo, por el otro.
A la larga, el nivel de malestar y de estrés que causan este tipo de noviazgos y de matrimonios convierten la situación en algo insostenible.
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2. El compromiso da miedo
Las relaciones de pareja pueden ser algo ilusionante, pero algunas personas le temen mucho a una de las facetas de estas: el compromiso. Así, cuando salen con alguien, intentan hacer “vida normal”, no salir de su zona de confort y seguir comportándose unilateralmente, aunque en una relación. Esto, a la práctica, significa que no hay compromisos, o que hay muy pocos, y que cada uno hace su vida de soltero en todo momento menos en ciertos momentos.
Así, desde este hábito la pareja es algo que aparece y desaparece a conveniencia. Puede parecer una opción de afectividad libre, pero en realidad es una ruta directa hacia los miedos, las inseguridades y la paranoia. Una relación, por el hecho de serlo, debe estar construida sobre ciertos compromisos; eso sí, son sus miembros quienes deciden qué entra dentro del pacto y qué queda afuera.
3. Una parte decide, la otra hace
El hecho de que algunas relaciones de pareja estén conformadas por personas muy diferentes hace que, a veces, una mantenga una actitud pasiva y la otra tome un rol más activo. Con el paso del tiempo, esto puede transformarse en una dinámica en la que uno decide siempre acerca de esas pequeñas elecciones del día a día.
Aunque al principio parezca una tendencia inofensiva, este hábito acostumbra a llevar al hartazgo por parte de quien toma las decisiones, dado que es quien más percibe que la relación no es simétrica. De hecho, puede interpretarse la situación como un síntoma de falta de compromiso e interés en pasar tiempo juntos.
4. Ante la duda, disculparse
Hay quien entra en el mundo del amor con pies de plomo, con mucho miedo a incomodar a la persona amada. Eso hace que, en situaciones ambiguas en las que se intuye la insatisfacción o el enfado de esta, se acepte sin más que uno mismo tiene la culpa, lo cual lleva a pedir perdón. Pero esto es un error.
Asegurar la simetría es algo necesario para no vivir en una relación tóxica, y para ello hay que saber crear un flujo de comunicación constante, que ambas partes sepan lo que está ocurriendo, por ello, antes de pedir perdón, hay que asegurarse que realmente existen motivos para ello, y que se entienden.