Ketamina en Medicina: aplicaciones terapéuticas actuales

De anestésico a potencial tratamiento revolucionario en psiquiatría y manejo del dolor.

Ketamina en Medicina: aplicaciones terapéuticas actuales
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La ketamina, descubierta en la década de 1960 como anestésico, ha evolucionado hacia un papel destacado en la medicina moderna. Originalmente utilizada en cirugía y veterinaria, este fármaco ha demostrado ser una herramienta terapéutica prometedora para diversas condiciones psiquiátricas y médicas. Su capacidad para actuar rápidamente en el sistema nervioso central, modulando receptores NMDA y promoviendo la neuroplasticidad, ha abierto nuevas posibilidades en el tratamiento de la depresión resistente, el dolor crónico y trastornos como el estrés postraumático (TEPT).

Sin embargo, su uso no está exento de controversias. La ketamina ha sido objeto de debate debido a su potencial de abuso, efectos secundarios transitorios y duración limitada de los beneficios terapéuticos. Este artículo explora las aplicaciones actuales de la ketamina en medicina, su mecanismo de acción, las formas de administración más comunes y los desafíos que enfrenta para consolidarse como un tratamiento seguro y eficaz.

Mecanismo de acción de la ketamina

La ketamina es un fármaco que actúa principalmente como antagonista de los receptores NMDA (N-metil-D-aspartato), los cuales están involucrados en la transmisión de señales excitatorias en el sistema nervioso central. Al bloquear estos receptores, la ketamina interfiere con la acción del glutamato, uno de los principales neurotransmisores excitatorios del cerebro. Este mecanismo es fundamental para sus efectos anestésicos, analgésicos y psicotrópicos.

Además de su acción sobre los receptores NMDA, la ketamina tiene efectos indirectos sobre otros sistemas neuroquímicos. Por ejemplo, se ha demostrado que estimula la liberación de glutamato en áreas específicas del cerebro, como la corteza prefrontal, lo que a su vez activa receptores AMPA (ácido alfa-amino-3-hidroxi-5-metil-4-isoxazol-propiónico). Esta activación está asociada con su capacidad para inducir plasticidad sináptica, un proceso clave en la formación de nuevas conexiones neuronales.

Este efecto neuroplástico podría explicar por qué la ketamina produce una rápida mejora en los síntomas depresivos, incluso en pacientes con depresión resistente al tratamiento.

Otro aspecto importante de su mecanismo de acción es su influencia sobre el sistema límbico, que regula emociones y respuestas al estrés. La ketamina parece modular la actividad de esta región, lo que podría ser relevante para su uso en trastornos psiquiátricos como el trastorno por estrés postraumático (TEPT).

Finalmente, aunque se conoce bastante sobre cómo actúa la ketamina, aún hay preguntas abiertas sobre los mecanismos exactos detrás de sus efectos terapéuticos prolongados. Su capacidad para alterar estados de conciencia y promover cambios neuroquímicos sigue siendo objeto de intensa investigación científica. Este conocimiento es crucial para optimizar su uso clínico y minimizar riesgos asociados.

Aplicaciones terapéuticas actuales

La ketamina, inicialmente utilizada como anestésico, ha encontrado un lugar destacado en el tratamiento de condiciones médicas complejas. A continuación, se detallan sus principales aplicaciones terapéuticas respaldadas por evidencia científica actual:

1. Depresión resistente al tratamiento

La ketamina ha revolucionado el manejo de la depresión resistente, especialmente en pacientes que no responden a antidepresivos tradicionales como los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS). A diferencia de estos fármacos, que pueden tardar semanas en surtir efecto, la ketamina actúa en horas o días. Estudios demuestran que una sola dosis intravenosa (0.5 mg/kg durante 40 minutos) reduce significativamente síntomas como la ideación suicida, con efectos que persisten hasta una semana.

Este rápido alivio se atribuye a su capacidad para estimular la neuroplasticidad en regiones cerebrales como la corteza prefrontal, asociada a la regulación emocional. No obstante, su uso se limita a entornos clínicos supervisados debido a posibles efectos secundarios transitorios, como disociación o aumento de la presión arterial.

2. Trastorno bipolar

En la fase depresiva del trastorno bipolar, la ketamina muestra resultados prometedores. Ensayos clínicos indican que reduce la gravedad de los síntomas en el 50-70% de los pacientes después de una a tres infusiones. Sin embargo, su uso en fases maníacas es controvertido, ya que podría exacerbar la agitación. Por esto, su administración se restringe principalmente a episodios depresivos agudos y siempre bajo supervisión psiquiátrica.

3. Dolor crónico

La ketamina es eficaz en el manejo del dolor neuropático y condiciones como la fibromialgia o el síndrome de dolor regional complejo (SDRC). En dosis subanestésicas (0.1-0.5 mg/kg/hora), modula la actividad de receptores NMDA en la médula espinal, reduciendo la sensibilización central al dolor. Pacientes con dolor oncológico refractario también se benefician, ya que la ketamina potencia el efecto de opioides sin aumentar el riesgo de depresión respiratoria. Su uso prolongado, no obstante, requiere monitorización por posibles efectos cognitivos a largo plazo.

4. Trastorno por estrés postraumático (TEPT)

Estudios preliminares sugieren que la ketamina podría ayudar a reprocesar memorias traumáticas. Al facilitar la extinción del miedo mediante la activación de receptores AMPA, reduce la hiperactividad de la amígdala, estructura clave en la respuesta al estrés. En ensayos controlados, pacientes con TEPT severo mostraron mejoría en síntomas de reexperimentación y evitación tras infusiones semanales durante un mes. Aunque los resultados son alentadores, aún se necesitan más investigaciones para establecer protocolos estandarizados.

5. Consideraciones prácticas

Las formulaciones más utilizadas son la intravenosa (para depresión y dolor) y la intranasal (esketamina aprobada por la FDA en 2019). Aunque su perfil de seguridad es aceptable en entornos clínicos, su potencial de abuso y efectos psicoactivos exigen un uso rigurosamente controlado. La combinación con psicoterapia (especialmente en TEPT y depresión) está siendo investigada para prolongar sus beneficios terapéuticos.

En resumen, la ketamina ha expandido su rol más allá de la anestesia, ofreciendo esperanza a pacientes con condiciones de difícil manejo. Sin embargo, su implementación a gran escala requiere equilibrar eficacia, accesibilidad y mitigación de riesgos.

Formas de administración y seguridad

La ketamina puede administrarse de diversas maneras dependiendo de la condición médica que se trate, la urgencia del tratamiento y el entorno clínico. Las dos formas más comunes de administración son la intravenosa y la intranasal, aunque también existen otras vías como la intramuscular y oral en contextos específicos.

1. Administración intravenosa

La vía intravenosa es la más utilizada en tratamientos psiquiátricos y para el manejo del dolor crónico. En este caso, se emplean dosis subanestésicas (generalmente 0.5 mg/kg) administradas mediante infusión lenta durante aproximadamente 40 minutos. Esta forma de administración permite un control preciso de la dosis y una rápida acción terapéutica, siendo ideal para el tratamiento de episodios agudos de depresión resistente o ideación suicida. Sin embargo, requiere supervisión médica estricta debido a posibles efectos secundarios como disociación, náuseas, aumento transitorio de la presión arterial y alteraciones perceptuales.

2. Administración intranasal

La formulación intranasal, conocida como esketamina (un derivado de la ketamina), ha sido aprobada por organismos regulatorios como la FDA para el tratamiento de la depresión resistente al tratamiento. Este método es menos invasivo y más accesible, permitiendo su uso en clínicas ambulatorias bajo supervisión médica. La esketamina se administra en dosis controladas mediante un spray nasal, con efectos terapéuticos que pueden observarse en pocas horas. Aunque esta vía tiene un perfil de seguridad favorable, también puede causar efectos secundarios leves como mareos o somnolencia.

3. Seguridad y riesgos

A pesar de su eficacia, el uso de ketamina conlleva ciertos riesgos que deben ser considerados. Entre ellos destacan su potencial para generar dependencia psicológica si se utiliza fuera del contexto médico, así como efectos adversos transitorios como desorientación o ansiedad durante el tratamiento. Por ello, su administración debe realizarse exclusivamente en entornos clínicos controlados y por profesionales capacitados.

Controversias y desafíos

El uso terapéutico de la ketamina, aunque prometedor, está rodeado de ciertas controversias y desafíos que deben ser abordados para garantizar su implementación segura y efectiva en la práctica clínica.

1. Potencial de abuso y dependencia

Uno de los principales problemas asociados con la ketamina es su potencial de abuso. Fuera del ámbito médico, la ketamina ha sido utilizada como droga recreativa debido a sus efectos psicotrópicos, como la disociación y las alucinaciones. Aunque las dosis terapéuticas son mucho menores que las utilizadas con fines recreativos, existe preocupación sobre el riesgo de dependencia psicológica en pacientes que reciben tratamientos prolongados. Esto ha llevado a un debate ético sobre cómo balancear sus beneficios clínicos con el riesgo de abuso.

2. Duración limitada de los efectos

Aunque la ketamina puede proporcionar alivio rápido en condiciones como la depresión resistente, sus efectos suelen ser transitorios, durando días o semanas. Esto plantea desafíos en términos de sostenibilidad del tratamiento y necesidad de sesiones repetidas, lo que puede aumentar los costos y el riesgo de efectos secundarios acumulativos.

3. Falta de protocolos estandarizados

A pesar de su creciente uso, aún no existen protocolos universalmente aceptados para su administración en diversas condiciones psiquiátricas y médicas. Las dosis óptimas, frecuencia de tratamiento y criterios para seleccionar pacientes siguen siendo objeto de investigación.

4. Estigma asociado al fármaco

El origen de la ketamina como anestésico veterinario y su uso recreativo han generado cierto estigma entre pacientes y profesionales médicos, lo que puede limitar su aceptación como tratamiento legítimo.

Un fármaco prometedor

En conclusión, la ketamina ha transformado el tratamiento de condiciones como la depresión resistente y el dolor crónico, ofreciendo alivio rápido y efectivo. Sin embargo, su potencial de abuso, efectos transitorios y falta de protocolos estandarizados plantean desafíos. Con más investigación, podría consolidarse como una herramienta clave en la medicina moderna.

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  • Andrade, C. (2017). Ketamine for Depression, 4: In What Dose, at What Rate, by What Route, for How Long, and at What Frequency?:. The Journal of Clinical Psychiatry 78 (7): e852-e857.
  • Pérez-Esparza, R., Kobayashi-Romero, L. F., García-Mendoza, A. M., Lamas-Aguilar, R. M., Vargas-Sosa, M., Encarnación-Martínez, M., González-Manríquez, L. A., Eternod-Rodríguez, S. A., Maltos-Gómez, F., Vargas-Valencia, K. M., & Fonseca-Perezamador, A. (2020). Ketamina, un nuevo agente terapéutico para la depresión. Revista de la Facultad de Medicina (México), 63(1), 6–13.

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Javi Soriano. (2025, abril 14). Ketamina en Medicina: aplicaciones terapéuticas actuales. Portal Psicología y Mente. https://psicologiaymente.com/psicofarmacologia/ketamina-en-medicina-aplicaciones-terapeuticas-actuales

Psicólogo

Javi Soriano es graduado en Psicología por la Universidad de Valencia y está acabando un Máster en Investigación Psicosocial. Le interesa todo lo que tiene que ver con las personas y la sociedad, pero le encanta leer y escribir sobre temas relacionados con el género, la sexualidad y las minorías. Es una persona muy curiosa a la que le encantan los debates y aprender de los demás.

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