El uso responsable de la ketamina en entornos clínicos

Ketamina: un fármaco versátil con beneficios terapéuticos y desafíos éticos en medicina.

El uso responsable de la ketamina en entornos clínicos
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La ketamina es un fármaco ampliamente conocido en el ámbito médico por sus propiedades anestésicas y analgésicas, así como por su reciente uso en el tratamiento de trastornos psiquiátricos. Descubierta en la década de 1960, su capacidad para inducir un estado disociativo sin causar depresión respiratoria significativa la convirtió en una herramienta esencial en anestesia, especialmente en entornos de emergencia y cirugía. En años recientes, su aplicación se ha expandido al tratamiento del dolor crónico y trastornos psiquiátricos como la depresión resistente al tratamiento (DRT), revolucionando estas áreas de la medicina.

Sin embargo, el uso de la ketamina no está exento de desafíos. Su potencial de abuso como droga recreativa, junto con efectos secundarios como alteraciones perceptivas y disociación, subraya la importancia de un manejo clínico responsable. Veamos las propiedades farmacológicas de la ketamina, sus usos médicos actuales y las medidas necesarias para garantizar su administración segura y ética en entornos clínicos.

Propiedades farmacológicas de la ketamina

La ketamina es un medicamento con propiedades únicas que lo han convertido en una herramienta valiosa en entornos clínicos. Su mecanismo de acción principal radica en ser un antagonista del receptor NMDA (N-metil-D-aspartato), lo que interfiere con la transmisión del glutamato, un neurotransmisor excitatorio clave en el sistema nervioso central. Este bloqueo genera efectos disociativos, analgésicos y anestésicos, haciendo de la ketamina una opción versátil en medicina.

Las vías de administración de la ketamina son diversas, adaptándose a las necesidades clínicas específicas. Puede administrarse por vía intravenosa e intramuscular, las más comunes en procedimientos médicos, así como por vía intranasal, oral o subcutánea. Cada método tiene ventajas y limitaciones: la vía intravenosa permite un efecto rápido y controlado, mientras que la intranasal ofrece comodidad y menor invasividad, especialmente en tratamientos psiquiátricos.

En términos de farmacocinética, la ketamina se metaboliza principalmente en el hígado, donde se convierte en norketamina, un metabolito activo con propiedades analgésicas. Su vida media varía entre 2 y 4 horas dependiendo de la vía de administración y las características del paciente. La excreción ocurre mayormente por vía renal.

Además de sus efectos terapéuticos, la ketamina puede causar alteraciones perceptivas y disociación intensa como parte de su acción farmacológica. Por ello, su uso requiere una monitorización cuidadosa para evitar complicaciones y garantizar su eficacia. Estas propiedades hacen de la ketamina un fármaco único, pero también demandan responsabilidad en su manejo clínico.

Usos clínicos actuales

La ketamina ha demostrado ser un fármaco versátil en diversos ámbitos médicos, destacándose por su eficacia en anestesia, analgesia y tratamientos psiquiátricos. Su perfil farmacológico único permite abordar condiciones complejas que no responden a terapias convencionales.

1. Anestesia

Desde su aprobación en la década de 1970, la ketamina se ha utilizado ampliamente como anestésico disociativo. Es especialmente útil en procedimientos quirúrgicos menores y de emergencia debido a su capacidad para inducir un estado de sedación profunda sin causar depresión respiratoria significativa, una ventaja frente a otros anestésicos. Además, su rápida acción y duración controlada la hacen ideal para intervenciones en pacientes críticos o pediátricos. En entornos con recursos limitados, como zonas de guerra o áreas rurales, la ketamina sigue siendo una opción preferida debido a su estabilidad y facilidad de administración.

2. Analgesia

La ketamina también se emplea como analgésico, particularmente en el manejo del dolor crónico y el dolor agudo postoperatorio. En dosis subanestésicas, actúa modulando la percepción del dolor sin los efectos secundarios graves asociados con opioides, como la dependencia o la depresión respiratoria. Es eficaz en pacientes con síndrome de dolor regional complejo, neuropatías refractarias y aquellos que no responden adecuadamente a analgésicos tradicionales. Su capacidad para prevenir la sensibilización central del sistema nervioso hace que sea una herramienta clave en el tratamiento del dolor difícil de controlar.

3. Tratamiento psiquiátrico

En los últimos años, la ketamina ha revolucionado el campo de la psiquiatría al demostrar eficacia en trastornos resistentes al tratamiento. Su uso más destacado es en la depresión resistente al tratamiento (DRT), donde infusiones intravenosas han mostrado resultados rápidos y sostenidos en la mejora de los síntomas depresivos. También se utiliza para tratar el trastorno bipolar, el trastorno obsesivo-compulsivo (TOC) y el trastorno de estrés postraumático (TEPT). En este contexto, la esketamina intranasal, un compuesto derivado de la ketamina, ha sido aprobada como una alternativa menos invasiva para pacientes con DRT.

La rapidez con la que actúa la ketamina en condiciones psiquiátricas es particularmente significativa, ya que contrasta con los antidepresivos tradicionales, que pueden tardar semanas en hacer efecto. Sin embargo, su uso en psiquiatría requiere un monitoreo estricto debido a posibles efectos secundarios disociativos y al riesgo de abuso.

En resumen, los usos clínicos actuales de la ketamina abarcan desde su papel tradicional como anestésico hasta aplicaciones innovadoras en analgesia y psiquiatría. Estos avances subrayan su potencial terapéutico cuando se administra bajo protocolos estrictos y supervisión médica adecuada.

Riesgos y consideraciones éticas

A pesar de sus amplios beneficios terapéuticos, el uso de la ketamina en entornos clínicos no está exento de riesgos y desafíos éticos que deben ser cuidadosamente considerados para garantizar su administración responsable. Su perfil farmacológico, que incluye efectos disociativos y alteraciones perceptivas, puede generar complicaciones si no se utiliza bajo estricta supervisión médica.

Uno de los principales riesgos asociados con la ketamina es su potencial de abuso. Fuera del ámbito clínico, la ketamina se ha popularizado como una droga recreativa debido a sus efectos disociativos y alucinógenos, lo que ha llevado a su clasificación como sustancia controlada en muchos países. Este uso indebido puede provocar dependencia psicológica, daño cognitivo y problemas de salud mental en consumidores crónicos. Por ello, su administración médica requiere protocolos rigurosos que minimicen el riesgo de desvío hacia usos no autorizados.

Además, la ketamina puede causar efectos secundarios significativos incluso en entornos clínicos. Entre los más comunes se encuentran náuseas, vómitos, hipertensión transitoria y alteraciones psicológicas como confusión o ansiedad. En dosis altas o mal administradas, estos efectos pueden ser peligrosos, especialmente en pacientes vulnerables. Por ello, es esencial realizar una evaluación exhaustiva del paciente antes de su uso y garantizar una monitorización constante durante y después del tratamiento.

Desde un punto de vista ético, el uso de la ketamina plantea preguntas sobre el equilibrio entre sus beneficios terapéuticos y los riesgos asociados. Los profesionales médicos tienen la responsabilidad de garantizar que se utilice únicamente cuando sea necesario y bajo condiciones controladas. Además, es crucial educar tanto a los pacientes como a los profesionales sobre los riesgos y las limitaciones del fármaco.

En conclusión, aunque la ketamina tiene un enorme potencial terapéutico, su uso responsable requiere una regulación estricta, una supervisión adecuada y un compromiso ético por parte de los profesionales médicos para minimizar riesgos y maximizar beneficios.

Recomendaciones para el uso responsable de ketamina

El uso responsable de la ketamina en entornos clínicos requiere la implementación de protocolos claros, formación especializada y una evaluación exhaustiva de cada paciente. Debido a sus propiedades únicas y su potencial de abuso, es fundamental establecer medidas que garanticen su administración segura y efectiva.

1. Protocolos clínicos estandarizados

La creación de guías clínicas específicas para el uso de ketamina es esencial para garantizar su correcta aplicación. Estas guías deben incluir criterios claros para determinar cuándo es apropiado utilizarla, las dosis recomendadas según la condición tratada y las vías de administración más seguras. Por ejemplo, en tratamientos psiquiátricos, se recomienda que las infusiones intravenosas se realicen en clínicas especializadas con monitorización constante para prevenir efectos secundarios graves.

2. Formación especializada

Los profesionales médicos que administran ketamina deben recibir capacitación específica sobre sus propiedades farmacológicas, indicaciones y riesgos. Esto incluye aprender a manejar posibles efectos adversos, como la disociación intensa o la hipertensión transitoria, y comprender las contraindicaciones del fármaco. La formación también debe incluir estrategias para prevenir el desvío hacia usos recreativos.

3. Evaluación previa del paciente

Antes de administrar ketamina, es crucial realizar una evaluación integral del paciente que considere su historial médico, psicológico y social. Esto ayuda a identificar posibles contraindicaciones, como antecedentes de trastornos psicóticos o abuso de sustancias. Además, se debe informar al paciente sobre los beneficios esperados y los riesgos potenciales del tratamiento.

4. Supervisión médica constante

Durante y después del tratamiento con ketamina, es imprescindible una monitorización cercana para detectar efectos secundarios y garantizar la seguridad del paciente. Esto incluye evaluar su respuesta al tratamiento y ajustar las dosis según sea necesario.

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  • López-Millán, J. M., & Sánchez-Blanco, C. (2007). Utilización de ketamina en el tratamiento del dolor agudo y crónico. Revista de la Sociedad Española del Dolor, 14(1).

Al citar, reconoces el trabajo original, evitas problemas de plagio y permites a tus lectores acceder a las fuentes originales para obtener más información o verificar datos. Asegúrate siempre de dar crédito a los autores y de citar de forma adecuada.

Javi Soriano. (2025, abril 11). El uso responsable de la ketamina en entornos clínicos. Portal Psicología y Mente. https://psicologiaymente.com/salud/uso-responsable-de-ketamina-entornos-clinicos

Psicólogo

Javi Soriano es graduado en Psicología por la Universidad de Valencia y está acabando un Máster en Investigación Psicosocial. Le interesa todo lo que tiene que ver con las personas y la sociedad, pero le encanta leer y escribir sobre temas relacionados con el género, la sexualidad y las minorías. Es una persona muy curiosa a la que le encantan los debates y aprender de los demás.

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