Ketamina: de anestésico a posible tratamiento para los trastornos mentales

Un fármaco que está transformando el panorama en tratamiento psiquiátrico.

Ketamina tratamiento trastornos mentales

La ketamina, conocida durante décadas como un anestésico, ha emergido recientemente como una opción prometedora para tratar trastornos mentales resistentes a los tratamientos convencionales. Su capacidad para actuar rápidamente en el cerebro, modulando el sistema glutamatérgico y promoviendo la plasticidad neuronal, ha despertado el interés de la comunidad científica en su uso para condiciones como el trastorno de estrés postraumático (TEPT) y el trastorno obsesivo compulsivo (TOC).

Estos trastornos afectan gravemente la calidad de vida de millones de personas, y muchas veces no responden a terapias tradicionales. Estudios recientes han mostrado resultados alentadores: la ketamina puede reducir significativamente los síntomas en tan solo horas. Sin embargo, su uso plantea desafíos relativos a efectos secundarios, tolerancia y sostenibilidad a largo plazo. Este artículo explora cómo la ketamina está transformando el panorama en tratamiento psiquiátrico.

La ketamina: origen y usos iniciales

La ketamina fue desarrollada en la década de 1960 como un anestésico seguro y eficaz, ampliamente utilizado en procedimientos quirúrgicos y emergencias médicas. Su capacidad para inducir una rápida pérdida de conciencia y aliviar el dolor la convirtió en una herramienta esencial en medicina, especialmente en contextos militares y pediátricos. Sin embargo, su uso no se limitó al ámbito anestésico; con el tiempo, investigadores comenzaron a explorar sus efectos en el cerebro más allá de la anestesia.

En las últimas décadas, la ketamina ha ganado atención por su potencial en el tratamiento de trastornos mentales, especialmente aquellos resistentes a las terapias convencionales. Su mecanismo de acción, que implica la modulación del glutamato y la plasticidad neuronal, ha abierto nuevas posibilidades para abordar condiciones como la depresión mayor, el trastorno de estrés postraumático (TEPT) y el trastorno obsesivo-compulsivo (TOC). Este cambio marca una transición fascinante: de anestésico a posible herramienta revolucionaria en psiquiatría.

Trastorno de estrés postraumático (TEPT) y ketamina

El trastorno de estrés postraumático (TEPT) afecta a millones de personas en todo el mundo, especialmente a quienes han vivido eventos traumáticos como violencia, desastres naturales o conflictos armados. Los síntomas incluyen revivir el trauma mediante flashbacks y pesadillas, evitar recordatorios del evento, cambios negativos en el estado de ánimo y una sensación constante de alerta. Aunque los tratamientos tradicionales como la terapia cognitivo-conductual (TCC) y los antidepresivos pueden ser efectivos, no funcionan para todos, y hasta un 50% de los pacientes no logra una mejora significativa.

La ketamina ha emergido como una opción prometedora para tratar el TEPT resistente al tratamiento. Este medicamento, originalmente desarrollado como anestésico, actúa rápidamente sobre el sistema glutamatérgico del cerebro, mejorando la plasticidad neuronal y modulando las conexiones sinápticas. En un estudio reciente, se administraron infusiones intravenosas de ketamina en un entorno terapéutico similar al asistido por psicodélicos. Este enfoque incluyó preparación previa, inmersión sensorial con música evocadora y discusiones de integración posteriores.

Los resultados fueron impresionantes: más del 75% de los pacientes experimentaron una reducción clínica significativa en los síntomas, y el 62% alcanzó la remisión, es decir, sus síntomas dejaron de cumplir los criterios para un diagnóstico de TEPT. Además, los efectos positivos aparecieron rápidamente, con mejoras observadas en tan solo 24 horas después de la primera infusión. Este beneficio se mantuvo durante semanas en muchos casos. La combinación de ketamina con psicoterapia mostró resultados aún mejores, lo que sugiere que el apoyo psicológico amplifica los efectos del medicamento.

Sin embargo, hay desafíos que enfrentar. Algunos estudios han señalado efectos secundarios como disociación y aumentos temporales en la presión arterial y la frecuencia cardíaca. Además, aunque los resultados son alentadores, las investigaciones actuales tienen limitaciones: muchas son pequeñas, carecen de grupos de control adecuados y se centran en efectos a corto plazo. Por ello, se necesitan ensayos más amplios y rigurosos para confirmar la eficacia de la ketamina y explorar su impacto a largo plazo.

Trastorno obsesivo compulsivo (TOC) y ketamina

El trastorno obsesivo compulsivo (TOC) es una condición mental caracterizada por pensamientos intrusivos persistentes (obsesiones) y comportamientos repetitivos (compulsiones) que las personas sienten la necesidad de realizar para aliviar su ansiedad. Este trastorno afecta entre el 0.5% y el 3% de la población global y puede ser tan incapacitante como la depresión mayor o la esquizofrenia, interfiriendo gravemente en el trabajo, las relaciones y el bienestar general. A pesar de los tratamientos disponibles, como los antidepresivos y la terapia cognitivo-conductual, aproximadamente una de cada cuatro personas con TOC no responde a estas opciones, lo que subraya la necesidad de alternativas más rápidas y efectivas.

Un estudio reciente exploró el potencial de la ketamina como tratamiento para el TOC resistente. Los investigadores aplicaron un diseño aleatorizado, doble ciego y controlado con un medicamento activo (fentanilo) para comparar los efectos de dos dosis de ketamina administradas mediante inyecciones intramusculares. Los participantes eran adultos con TOC severo que no habían respondido a al menos dos antidepresivos y una forma de psicoterapia. Se les administraron tres inyecciones en sesiones separadas: una dosis baja de ketamina (0.5 mg/kg), una dosis alta (1 mg/kg) y fentanilo como control.

Los resultados fueron prometedores: ambas dosis de ketamina produjeron una reducción significativa en los síntomas del TOC en comparación con fentanilo, con efectos observables desde las primeras horas tras la inyección y que persistieron hasta 24 horas. La dosis baja fue particularmente eficaz: el 60% de los participantes mostró una mejora del 50% o más en sus síntomas, frente al 18% con la dosis alta y solo el 10% con fentanilo. Sin embargo, la dosis alta generó efectos secundarios más intensos, como disociación severa, lo que llevó a que dos participantes abandonaran el estudio.

Aunque estos hallazgos son alentadores, el estudio tiene limitaciones importantes. Fue pequeño, evaluó solo los efectos a corto plazo y enfrentó desafíos con el “blinding”, ya que los participantes podían identificar cuándo recibían ketamina debido a sus efectos notorios. Además, no se exploraron tratamientos repetitivos ni combinaciones con psicoterapia.

A pesar de estas limitaciones, este estudio refuerza la idea de que la ketamina podría ser una opción terapéutica rápida para el TOC resistente al tratamiento. Investigaciones futuras deberían centrarse en protocolos más sostenibles, como dosis orales o combinaciones con terapias psicológicas, para maximizar los beneficios a largo plazo y minimizar los efectos adversos.

Limitaciones y desafíos

Aunque la ketamina ha mostrado resultados prometedores en el tratamiento de trastornos mentales como el TEPT y el TOC, existen limitaciones importantes que deben considerarse.

1. Estudios pequeños y a corto plazo

En primer lugar, la mayoría de estudios realizados hasta ahora han sido pequeños y se han centrado en efectos a corto plazo. Esto significa que aún no se comprende completamente la durabilidad de los beneficios a largo plazo ni los riesgos asociados con tratamientos repetidos.

2. Efecto del “blinding”

Además, los diseños de estudio enfrentan desafíos metodológicos, como la dificultad para mantener el “blinding” debido a los efectos notorios de la ketamina, lo que puede influir en las expectativas de los participantes y, por ende, en los resultados.

3. Efectos secundarios

Otro aspecto preocupante son los efectos secundarios de la ketamina. Aunque suelen ser transitorios, incluyen disociación, aumento de la presión arterial, náuseas y alteraciones cognitivas temporales. En dosis altas, estos efectos pueden ser más intensos y menos tolerables, como se observó en estudios sobre TOC en los que algunos participantes abandonaron debido a la disociación severa. Además, existe el riesgo potencial de abuso o dependencia, especialmente dado su uso fuera del ámbito clínico.

Perspectivas futuras

El potencial de la ketamina como tratamiento para trastornos mentales abre un camino prometedor, pero también plantea preguntas importantes sobre su uso a largo plazo y su integración en protocolos terapéuticos más amplios. Aunque los estudios recientes han demostrado su eficacia en condiciones resistentes al tratamiento, como el TEPT y el TOC, la mayoría se ha centrado en resultados a corto plazo. Esto deja un vacío sobre la sostenibilidad de los beneficios y el impacto de tratamientos repetidos.

Una dirección clave para futuras investigaciones es explorar el uso de ketamina en dosis más bajas y administraciones menos invasivas, como formas orales o intranasales, que podrían ser mejor toleradas por los pacientes. Además, combinar la ketamina con psicoterapia podría potenciar sus efectos y reducir el riesgo de recaídas, ofreciendo un enfoque más integral y duradero.

Otro aspecto crucial es estudiar su eficacia en poblaciones más diversas y en otros trastornos mentales, como la depresión resistente al tratamiento o la ansiedad severa. También es necesario abordar preocupaciones sobre efectos secundarios, tolerancia y posibles riesgos de abuso.

Conclusiones

La ketamina ha emergido como una opción prometedora para tratar trastornos mentales resistentes al tratamiento, como el TEPT y el TOC. Su capacidad para proporcionar alivio rápido y significativo, incluso en casos severos, destaca su potencial revolucionario en psiquiatría. Sin embargo, los estudios actuales enfrentan limitaciones como efectos secundarios, muestras pequeñas y falta de datos a largo plazo. A medida que se investigan protocolos más sostenibles y combinaciones con psicoterapia, la ketamina podría consolidarse como una herramienta clave en el manejo de la salud mental.

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  • Beaglehole B, Glue P, Neehoff S, et al. Ketamine for treatment-resistant obsessive-compulsive disorder: Double-blind active-controlled crossover study. Journal of Psychopharmacology. 2024;39(1):23-28.
  • MacConnel HA, Earleywine M, Radowitz S. Rapid and sustained reduction of treatment-resistant PTSD symptoms after intravenous ketamine in a real-world, psychedelic paradigm. Journal of Psychopharmacology. 2024;39(1):29-37.

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Javi Soriano. (2025, marzo 31). Ketamina: de anestésico a posible tratamiento para los trastornos mentales. Portal Psicología y Mente. https://psicologiaymente.com/salud/ketamina-de-anestesico-a-tratamiento-para-trastornos-mentales

Psicólogo

Javi Soriano es graduado en Psicología por la Universidad de Valencia y está acabando un Máster en Investigación Psicosocial. Le interesa todo lo que tiene que ver con las personas y la sociedad, pero le encanta leer y escribir sobre temas relacionados con el género, la sexualidad y las minorías. Es una persona muy curiosa a la que le encantan los debates y aprender de los demás.

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