En los últimos años hemos vivido el auge de las corrientes que defienden a capa y espada todo aquello que se relacione con el positivismo o la felicidad. No obstante, este “buenrollismo” dista mucho de la realidad de las personas y puede incluso llegar a ser algo frustrante.
La verdad es que las emociones negativas son también importantes, y aunque nos siempre nos resulte evidente pueden proporcionarnos una gran cantidad de beneficios. A continuación, hablaremos de ellas y de cómo pueden ayudarnos.
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La importancia de estos estados mentales
Tradicionalmente, la sociedad nos ha aleccionado para pensar que las emociones y sentimientos negativos no nos pueden aportar ningún beneficio y que solamente nos dan momentos de pena, frustración, ansiedad o temor, así como una gran cantidad de lágrimas concebidas como inútiles.
Sin embargo, las emociones negativas son necesarias. Alcanzar el equilibro mental solamente es posible si experimentamos todo tipo de emociones. En el momento en que empezamos a reprimir cualquier sentimiento que nos resulte desagradable caemos en el error de no desarrollarnos completamente como personas a nivel psicológico.
La vivencia de diferentes experiencias en las que aparezcan todo tipo de emociones nos moldean como personas y ayudan a crecer de manera completa; siendo este el primer y más importante beneficio de las emociones negativas.
Obviamente, si nos instalamos en estos estados psicológicos, o dejamos que éstos invadan nuestra mente a diario, podríamos correr el riesgo de desarrollar algún tipo de trastorno psicológico. Sin embargo, experimentados de manera natural son esenciales para mantener nuestro equilibrio mental.
La necesidad de la riqueza de experiencias
Si solamente experimentamos emociones o vivencias positivas, si nunca dejamos aflorar algunos sentimientos negativos o asociados al sufrimiento, nunca podríamos llegar a ser personas completas y la frustración se apoderaría de nosotros.
De la misma manera, sin las emociones negativas no le otorgaríamos ningún valor a todas aquellas experiencias o sentimientos positivos y, de la misma manera, no podríamos diferenciar entre aquello que está bien o lo que está mal en nuestra vida.
Por lo tanto, es necesario asimilar que no tenemos la obligación de sentirnos siempre felices, sino de debemos aceptar nuestros sentimientos tanto si son positivos como negativos. Esto puede resultar tremendamente complicado, puesto que no estamos acostumbrados a enfrentarnos a ellos, bien por temor o bien por comodidad.
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¿Qué beneficios nos aportan las emociones negativas?
Aunque en ocasiones resulte difícil de creer, si realizamos una buena gestión de nuestras emociones, experimentar sentimientos negativos o vivir momentos de aflicción, nos proporciona equilibrio mental, así como conocimiento acerca de nosotros mismo y destrezas para resolver y afrontar con mayor facilidad, futuras situaciones desagradables.
En general, los principales beneficios que nos aportan las emociones negativas son equilibro mental y experiencia. Además, cada una de las emociones negativas, puede aportarnos una serie de destrezas mucho más concretas.
1. Equilibrio mental o emocional
Tal y como se comentaba anteriormente, el principal beneficio de experimentar emociones negativas es alcanzar o mantener una estabilidad o equilibrio mental que no conseguiremos si las reprimimos.
El equilibrio emocional es esencial para experimentar calma interior, mejorar nuestra autoestima y vivir la vida de una manera plena; y esto, obviamente, incluye a las emociones negativas.
Por supuesto, cada emoción tiene su momento y oportunidad concreta para aparecer, y es entonces cuando debemos permitirnos experimentarla. Si no las dejamos aflorar, quedarán latentes dentro de nosotros y acabarán por aparecer en el momento menos oportuno.
Si un día nos levantamos con mal pie y nos sentimos de mal humor, o ocurre alguna situación que nos entristece y tenemos ganas de llorar, no debemos reprimir estas emociones. Tenemos que ser capaces de experimentarlas y dejarlas fluir, para que así pasen de largo y podamos volver a sentirnos bien completamente.
No obstante, a pesar de que no nos podemos sentir culpables por las emociones que experimentamos, los actos o comportamientos que llevamos a cabo guiados por ellas sí que son nuestra responsabilidad. Es decir, no debemos de escudarnos en ellas para hacer cualquier cosa que nos venga en gana.
Finalmente, una de las claves para conseguir el equilibro mental es olvidarnos de lo que nos impone la sociedad, viviendo y encontrando nuestro propio equilibrio entre las emociones positivas y las negativas.
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2. Destrezas y experiencia
Al igual que la experiencia que nos aportan todo tipo de situaciones, la vivencia de las emociones negativas también nos procura una serie de destrezas y conocimientos que nos ayudarán a enfrentarnos a futuras complicaciones de una manera más eficaz y con menos intensidad emocional.
Al igual que aprendemos a relacionarnos con otras personas, la aparición y vivencia de emociones negativas nos enseñan a manejarnos con ellas y a gestionarlas de manera correcta en próximas circunstancias.
Es inútil querer experimentar solamente un tipo de emoción, bien sea positiva o negativa, puesto que el resto acabarán por aparecer antes o después y su contención solamente nos priva de la posibilidad de aprender de todo tipo de sentimientos.
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Ventajas de algunas emociones negativas
En el punto anterior ya se menciona que existen una serie concreta de emociones o sentimientos, descritos tradicionalmente como negativos que, bien gestionados y experimentados de una manera eficaz, pueden aportarnos una serie de destrezas o habilidades realmente útiles para afrontar las situaciones del día a día.
1. Tristeza
La tristeza es una emoción común y básica. Experimentar sentimientos de tristeza es algo natural puesto que existen una infinidad de factores que pueden convertir un día alegre en uno triste.
Si no dejamos que esta se instale en nosotros y permanezca más tiempo del necesario, la tristeza resulta muy útil en el desarrollo de la resolución de problema.
No obstante, debemos de ir con cautela, puesto que si la dejamos fluir durante demasiado tiempo puede afectar a nuestra autoestima o convertirse en alguna afección depresiva.
2. Enfado
Diversos estudios han encontrado indicios de que el sentimiento de enfado es un motivador del pensamiento analítico, el cual nos ayuda a pensar de manera más racional. Es necesario especificar que esto hace referencia a la emoción de enfado, la cual no debe confundirse con la ira, con la que ocurre más bien lo contrario.
Un sentimiento de enfado mal manejado puede acabar convertido en ira; y mientras que el enfado nos ayuda a liberar tensión, la ira aumenta esta tensión emocional y mental.
3. Vergüenza o timidez
Aunque, a priori, la vergüenza no sea considerada como una emoción esencial o con tintes positivos o negativos, es cierto que algunas personas no la consideran beneficiosa.
No obstante, gracias a los sentimientos de timidez analizamos mejor cómo nos relacionamos e interactuamos con el resto de personas, siendo un poco más introspectivos y ayudándonos a conocernos un poco mejor.
4. Miedo o preocupación
El miedo es una reacción adaptativa que nos ayuda a mantenernos alerta ante un peligro. Un sensación de miedo racional y proporcionada al contexto que nos rodea puede ayudarnos a mantener la perspectiva acerca de lo que nos envuelve.
Sin embargo, cuando este miedo se vuelve desproporcionado o irracional puede convertirse en ansiedad o en alguna de las afecciones que con ella se asocian, por lo que al igual que en el resto de las emociones la clave está en no dejar que nos dominen.
5. Asco
La sensación o sentimiento de asco nos ayuda a mantener nuestra salud, tanto a nivel físico como emocional, puesto que facilita que nos alejemos de aquello que pueda resultarnos perjudicial o nocivo.