El popularmente conocido como gaydar es una especie de sexto sentido que permite detectar si alguien es o no es homosexual de un solo vistazo. Hay muchísimas personas, tanto homosexuales como heterosexuales, que afirman ser capaces de deducir esta información y poseer un "olfato" para la sexualidad.
Los psicólogos, como buenos científicos, nos preguntamos qué es lo que ocurre cuando alguien afirma con tanta certeza que conoce la orientación sexual de los demás.
¿Se trata de una habilidad que hemos desarrollado al visibilizarse la homosexualidad y construirse una identidad alrededor? ¿Podría ser que nuestro gaydar en realidad no sea tan infalible como creemos? Y si es así, ¿en qué basamos nuestros juicios cuando estamos tan seguros de haber deducido con qué clase de personas mantiene relaciones sexuales el otro?
Gaydar basado en rasgos faciales
Existen diferentes interpretaciones de cómo funciona el gaydar. Una de las explicaciones dice que las caras de los heterosexuales y homosexuales, tanto hombres como mujeres, son diferentes. Las personas, al detectar estas diferencias morfológicas, seríamos capaces de discernir la orientación sexual.
Esta capacidad ha sido llevada a condiciones de laboratorio en diversas ocasiones con resultados moderadamente positivos. Incluso mostrando sólo rasgos concretos de la cara como los ojos, la nariz o sólo la boca, los participantes son capaces de deducir la orientación sexual y acertar más de la mitad de las veces.
Esta explicación no está libre de críticas. Muchos investigadores creen que más que las características de los rasgos, lo que los participantes juzgan es información contextual que es congruente con los estereotipos homosexuales. Por ejemplo, la presencia de barba bien cuidada, la expresividad emocional de la cara, etcétera, es la información que los sujetos utilizan para juzgar, más que la morfología de la cara. Lamentablemente, no sabemos con certeza si el gaydar basado en información facial responde a los rasgos o a características estereotípicas.
Gaydar basado en estereotipos
Hablando de estereotipos, esta es la segunda vía que los teóricos e investigadores proponen como medio para deducir la orientación sexual. Desde esta perspectiva, el gaydar es el fenómeno que ocurre cuando el individuo juzga la sexualidad del otro en función de cuántos estereotipos cumple. Estos estereotipos no surgen de la nada, sino que son construidos socialmente. Además de poder ser hirientes o reduccionistas, los estereotipos homosexuales sirven para formar categorías diferenciales.
Las categorías sociales, aunque puedan ser útiles porque nos permiten organizar la realidad de una forma económica, generan prejuicios. Para diferenciar entre categorías necesitamos atributos observables que nos permitan diferenciar las categorías a simple vista. Como la homosexualidad no es una propiedad tangible, atribuimos otros rasgos a esta categoría. Por ejemplo, la presencia de manierismos y gestos femeninos, el aspecto cuidado o la forma de expresión emocional. Aunque en algunos casos puedan ser ciertos, no se corresponden con la totalidad de la población homosexual.
El gaydar podría consistir una deducción a través de estos estereotipos, que además de hacernos errar en muchas ocasiones, son nocivos para el colectivo homosexual por su reduccionismo. Grosso modo, aunque la presencia de "características homosexuales" predice la orientación sexual, nos dejamos fuera todos aquellos gays que no cumplen el estereotipo. Debido a esto, sólo obtenemos la confirmación de que hemos juzgado bien a los gays estereotípicos, llegando a la falsa ilusión de que nuestro gaydar es infalible.
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La evidencia científica
Aunque los estudios al respecto no son muchos, la evidencia es contradictoria. Como hemos visto antes, existen investigaciones que encuentran un ligero efecto en la correcta diferenciación de rasgos faciales de homosexuales y heterosexuales. Sin embargo, la inspección del rostro no explica todo el funcionamiento del gaydar. La explicación más completa la ofrece la vía de los estereotipos.
En esta línea, un estudio al respecto realizó una serie de 5 experimentos para examinar la viabilidad de las hipótesis basadas en rasgos faciales y estereotipos. Este estudio no encontró evidencia en favor del reconocimiento de la orientación sexual a través de rasgos faciales. Es más, se hipotetiza que la capacidad de reconocimiento de la orientación sexual en los estudios previos que sí encuentran un efecto tiene más que ver con la forma en que el sujeto se presenta en la foto y la calidad de la fotografía, que en los propios rasgos.
En este mismo estudio se encuentra efectivamente que, al juzgar la orientación, el gaydar se basa en estereotipos. Las personas incurrimos en estereotipos sin darnos cuenta, de ahí que la sensación del gaydar sea más parecida a una intuición que el sujeto no sabe por qué tiene, en lugar de una deducción lógica. Asimismo, en aquellos ensayos en los que los investigadores afirman la existencia de un gaydar, los participantes emiten más juicios basados en estereotipos, mientras que cuando el investigador desmiente la existencia del gaydar, los juicios son mucho menos estereotípicos.
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Críticas y peligros
El propio término puede estar perpetuando los juicios basados en estereotipos. Sabemos que el gaydar no es más que una forma de intuición sesgada y prejuiciosa. Cuando se le concede un nombre propio, olvidamos que se trata de un fenómeno basado en estereotipos. Al concederle el estatus de sexto sentido su uso se generaliza y se percibe como inocuo, cuando de forma paradójica se perpetúan y aumentan los estereotipos hacia la población homosexual. Al hablar del gaydar incurrimos en el peligro de legitimar un mito social.
De entrada, cualquier razonamiento basado en estereotipos es poco útil cuando hablamos de un aspecto complejo de la identidad. Estadísticamente hablando, para que un atributo estereotípicamente gay (imaginemos “cuidarse mucho la piel”) sea útil para identificar homosexuales, debería ser algo que ocurra 20 veces más en la población homosexual que en la heterosexual. Por esto, creer en la existencia de un gaydar es propio de un razonamiento falaz.
No podemos dejar pasar la oportunidad para comentar de qué forma el mantenimiento de estos estereotipos son nocivos para el progreso social y la visibilización de todas las formas de sexualidad. Para comprender un fenómeno como es la orientación sexual en toda su complejidad es necesario de deshacernos de atajos. Sabemos que tal como categorizamos la realidad, de esa forma la vemos. Los estereotipos nos anclan cognitivamente y no nos permiten ver más allá de las categorías que conocemos. La visibilización de la diversidad sexual pasa precisamente por la ruptura con estas categorías.
Igual que con el género, no se trata de dejar de utilizar categorías, sino de no atribuirles expectativas o estereotipos rígidos que constriñan las formas en que se manifiesta la identidad de cada uno. Superar estas barreras cognitivas significa ser capaz de entender la orientación sexual como lo que es: una simple cuestión de preferencia en las relaciones sexuales independientemente de la forma como vista, los gestos que utilice y cuánto cuide su cuerpo. Esta es condición sine qua non para la integración.
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