Cuando el propósito te encuentra: el viaje de volver a ti

El coaching nos permite acercarnos a nuestros propósitos.

El viaje de volver a ti

A lo largo de la historia, el ser humano ha sido siempre un buscador. Si algo nos ha hecho evolucionar, son precisamente las preguntas que nos formulamos acerca de nuestra existencia y del sentido de la vida.

Preguntas como ¿para qué estoy aquí?, ¿cuál es el sentido de mi existencia? y otras similares, continúan guiando esa sed de respuestas que nos conduce al autoconocimiento y a encontrarnos con nuestro propósito.

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Sin embargo, muchas veces sentimos que vivimos más de acuerdo con lo que se espera de nosotros que con lo que realmente queremos. Nos cuestionamos qué deseamos realmente y creemos que necesitamos herramientas que nos ayuden a tomar buenas decisiones.

Un camino hacia lo que de verdad importa

El problema es que en esta búsqueda de respuestas comenzamos a poner más atención a lo de afuera que a nuestra propia sabiduría interior. Escuchamos voces que nos aconsejan qué hacer, por dónde ir, qué decir o qué no, e incluso a qué debemos temer. En fin, comenzamos a desconectar de quiénes somos tratando de cumplir las expectativas de los demás, mientras vamos dejando de escuchar la voz que realmente importa: la propia voz.

En gran medida lo que nos sucede es que cuando pensamos en el propósito se nos antoja una palabra demasiado grande. Nos sentimos pequeños al pensar que ya deberíamos saber para qué estamos aquí y, sin embargo, sentimos que no tenemos ni idea.

Surgen preguntas del tipo ¿y si este no es?, ¿cómo sabré si acierto?, ¿y si me equivoco? Cuestiones que nos bloquean impidiendo que probemos, avancemos y tomemos decisiones. Y el propósito sigue esperándonos.Ahora bien, cuando no eliges una dirección, ningún camino ni decisión parecen adecuados.

Pese a ello, te aseguro que hay una salida. Y sucede que lejos de lo que nos enseñaron, la salida está adentro. Por lo que a medida que comienzas a escucharte más, a dar más espacio a tu propia sabiduría, las respuestas se van desvelando.

Y aquí es donde entra en juego el coaching. Un método de autoindagación, reflexión y creatividad, que te ayuda a encontrar tus propias respuestas. Ayudándote, entre otras muchas cosas, a reconectar con quién eres, qué quieres para tu vida, qué te gusta. Y cuando comienzas a tomar consciencia de tus talentos y a ponerlos al servicio de la vida, ya estás empezando a desplegar tu propósito. Y, si lo deseas, puedes incluso hacer de ello una vocación profesional.

Y lo maravilloso es que te das cuenta de que no se trata de acertar sino de caminar. Y descubres que la pregunta sobre el propósito actúa como un motor, pues no se trata de llegar a tal o cual lugar, se trata de la propia búsqueda.

Y empiezas a darte cuenta de que el propósito no es algo que encuentras sino algo que te encuentra. Y de que, para que esto suceda, debes seguir caminando mientras prestas atención a las señales que la vida te va poniendo delante. El agua que se estanca se pudre, mientras que la que fluye libremente siempre encuentra su camino al mar. Sin embargo, muchas veces por miedo, otras por vergüenza, por culpa o por el qué dirán, desatendemos las señales y nos estancamos.

Las señales

¿A qué señales puedes comenzar a poner atención?, ¿qué claves te invito a tener presentes para ir tanteando que estás en el camino de tu propósito? Una importante es el «no esfuerzo». Cuando haces lo que amas el tiempo pasa fácilmente y tu pasión por lo que haces crece. Y aunque el cuerpo se canse, sientes que tu espíritu vibra ilusionado. Por lo que puedes empezar a preguntarte: ¿En qué actividades el tiempo se me pasa volando?

Cuando tu propósito sale a tu encuentro y tienes el coraje de decir «sí» comienzas a ser tú en lugar de seguir tratando de encajar en moldes fabricados por otros y que no te corresponden. Y ahí es donde reside tu «autenticidad». De manera que te invito a poner más atención a cuándo te sientes más tú. ¿Haciendo qué me siento realmente yo?

Es habitual que cuando descubres algo que te parece extraordinario, ya sea un lugar, un libro o un restaurante, aparezca en ti el deseo de compartirlo con los demás. Y ahí descubres el «sentido de utilidad». Y, con ello, aparece la vocación de servicio que no es sino el vicio de ser. Por lo que pregúntate: ¿Qué es eso que me encanta compartir con los demás?

Cuando haces algo que disfrutas dejas de sentirlo como un trabajo y se convierte en tu para qué. Por lo que otro indicador de que estás en el camino de tu propósito es el «disfrute». Ha llegado el momento de preguntarte: ¿Con qué disfruto?, ¿qué me hace sentir bien?

A veces esperamos sentados a que lleguen las respuestas. Pero para cruzar el río es necesario mojarse, salvo que quieras pasar por la vida de puntillas. Porque solo a medida que avanzas, la vida te da señales. Y esas señales son las que te ayudan a mantenerte en el camino y seguir hacia delante. Eso es estar en «sintonía con la vida». De modo que sigue dando pasos, sumérgete en la experiencia, pues solo de ese modo podrás saber si algo es para ti y abrirte a las señales.

Cuando llegue el momento final y contemples cómo ha sido tu vida preguntándote qué has hecho de ella, ojalá que no te arrepientas de lo que no hiciste por tener el foco en el lugar equivocado. Por haber vivido la vida de otros.

El viaje para volver a ti

Solo tenemos dos opciones. Una es ganar, la otra es aprender. Ambas son el resultado de remangarte y elegir vivir la experiencia. Y para que empieces ya, a continuación, te propongo cuatro pasos que deseo guíen tu camino.

El primero la «autoobservación». Esa capacidad de dar un paso atrás que nos ayuda a tomar distancia de nosotros mismos para observar nuestro mundo interno. Imagina una bella botella de cristal. Estoy segura de que puedes distinguir con facilidad la botella del líquido que contiene. Puedes llenarla con agua, zumo, té, leche, cerveza, etc. Algunas cosas te gustarán más y otras menos. Las habrá más y menos saludables.

De igual modo que la botella no es el líquido que contiene, tampoco tú eres lo que piensas, sientes y haces. Sin embargo, cuantas veces nos confundimos. Y, al hacerlo, nos aferramos a nuestras ideas, sentimientos y maneras de hacer como verdades absolutas.

Desarrollar nuestra capacidad de autoobservación nos ayuda a ganar distancia entre el observador que somos y los contenidos que aparecen en el espacio del cuerpo y de la mente. Y al hacerlo, ganas libertad. La libertad de elegir la respuesta más adecuada en cada momento, esa que está en sintonía contigo y que no es una reacción automática fruto del miedo, de la ira, de la necesidad de aferrarte a lo conocido.

Recuerda que, aunque la mente es el mejor de los siervos, es el más tirano de los dueños. Por lo que, al observarla con curiosidad, amabilidad y sin juicio, irás ganando una comprensión que te liberará de los automatismos del pasado.

El segundo paso es el «autoconocimiento». Del que tanto se escucha hablar y que hace referencia a lo que sabes de ti. Sucede que al comenzar a observarnos vamos descubriendo quienes y cómo somos y al hacerlo empezamos a tomar mejores decisiones.

Seguro que has escuchado que la parte visible de un iceberg no es mucho más de un 10% de su volumen total, mientras que el 90% restante permanece sumergido bajo el agua. Lo mismo sucede con las personas. Lo visible a los ojos es poca cosa y, sin embargo, muchas veces es con lo que nos quedamos.

¿Y qué hay de lo que es invisible a primera vista? Nuestras habilidades, creencias, valores, nuestra idea profunda que quienes somos. Cuando a través del coaching comienzas a dirigir ahí tu linterna, empiezas a conocerte de verdad. Y, al hacerlo, tus decisiones y acciones dejan de estar guiadas por otros, por experiencias anteriores, por reacciones automáticas y comienzan a ser el reflejo de tus decisiones y de la vida que quieres para ti.

Y llegamos al tercer paso la «autorrealización». Que hace referencia a lo que haces por ti. La autorrealización es el resultado de los pasos anteriores. Pues solo cuando comienzas a observarte con ternura en lugar de traer a escena esa voz crítica que te juzga y para la que nunca nada es suficiente, puedes empezar a conocerte mejor y, desde ahí, a elegir lo que de verdad quieres para ti.

Y, en ese momento, las decisiones aparecen más claras y, aunque no siempre sea fáciles, puedes comenzar a crear la vida que quieres vivir dando pasos en la dirección que tú eliges en cada momento sin miedo a equivocarte.

Y llegamos al último de los pasos que te propongo. El «auto amor». La capacidad de acogerse y abrazarse con cariño y compasión cuando más lo necesitas. De quererte y aceptarte tal y como eres y estás en cada momento, al margen de cómo vayan las cosas ahí afuera. Una actitud que en nada tiene que ver con la condescendencia o la indolencia, sino con cultivar activamente paz, amabilidad, calidez y empatía hacia ti mismo.

Nuestra supervivencia no depende solo de la famosa respuesta de lucha o huida, también es resultado del cuidado y el autocuidado. Nuestro sistema de apego nos ayuda a establecer vínculos emocionales sólidos entre unos y otros. Sentir afecto y conexión es parte de nuestra naturaleza. Y ¿cómo cultivar vínculos sólidos si descuidamos el más importante?, ¿el que mantienes contigo? No es posible dar lo que no se tiene ¿cómo dar amor si te amas?

George Gurdjieff dijo que nuestra máquina de pensar tiene la capacidad de dejarse convencer de lo que sea, siempre que se repita con la frecuencia suficiente y de una manera suficientemente convincente, por lo que te invito a elegir de qué quieres convencerte de ahora en adelante. Buen camino.

Al citar, reconoces el trabajo original, evitas problemas de plagio y permites a tus lectores acceder a las fuentes originales para obtener más información o verificar datos. Asegúrate siempre de dar crédito a los autores y de citar de forma adecuada.

Beatriz García Ricondo. (2025, abril 4). Cuando el propósito te encuentra: el viaje de volver a ti. Portal Psicología y Mente. https://psicologiaymente.com/psicologia/cuando-el-proposito-te-encuentra-el-viaje-de-volver-a-ti

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