La metáfora del iceberg de Sigmund Freud

Este recurso visual es usado para entender la teoría de lo inconsciente de Sigmund Freud.

Metáfora del iceberg de Sigmund Freud
Esta masa de hielo flotante representa los niveles de consciencia según el psicoanálisis freudiano.Wikimedia Commons.

El concepto de inconsciente, el cual ha sido especialmente estudiado por la corriente psicoanalítica y psicodinámica. De hecho, el inconsciente es uno de los pilares bases que utilizó Sigmund Freud para elaborar sus conocidas teorías.

Pero aunque el psicoanálisis puede ser algo complejo de entender, en ocasiones incluso desde el psicoanálisis se han empleado metáforas o comparaciones con otros aspectos de la realidad con el fin de facilitar el entendimiento de lo que su teoría propone. Un ejemplo es es de la metáfora del iceberg de Freud, de la cual vamos a hablar a lo largo de este artículo.

El psicoanálisis y la consciencia

El psicoanálisis es una de las corrientes teóricas más conocidas y populares de la historia de la psicología, si bien no es la más validada y a menudo ha sido mal considerada por otras corrientes psicológicas.

Esta escuela de pensamiento y corriente teórica, que tiene como padre y fundador a Sigmund Freud, se centra principalmente en el estudio del inconsciente, considerando que la conducta humana actual es el producto de conflictos entre nuestra parte pulsional y la represión y gestión de estos por parte del consciente.

Su surgimiento bebe en gran medida de las corrientes de pensamiento de la época y de la visión cada vez más médica de la histeria, y según fueron pasando los años el autor fue elaborando una visión cada vez más compleja de su teoría respecto al funcionamiento psíquico.

Resultan especialmente conocidas sus teorías sobre el desarrollo psicosexual de los menores (en etapa oral, anal, fálica, de latencia y genital) y su diferenciación entre ello o elemento pulsional, yo y superyó o censura.

También es relevante su consideración de la líbido o energía sexual como la principal fuente de energía psíquica y pulsional, y su profundo trabajo sobre las neurosis y la histeria femenina (especialmente prevalente en una época de fuerte represión sexual como la victoriana, algo que ha de tenerse en cuenta a la hora de valorar su centración en este aspecto) .

Pero para entender todo esto es necesario entender primero qué diferencia hay entre lo consciente y lo inconsciente, algo que puede ser fácilmente visible gracias a la metáfora del iceberg de Freud. Veamos en qué consiste.

La metáfora del iceberg de Freud

La metáfora del iceberg de Freud es una metáfora a través de la cual se pretende mostrar y hacer ver la existencia de instancias o partes de nuestro aparato psíquico que no son accesibles directamente a nivel voluntario y consciente. La semejanza se produciría entre las diferentes partes o instancias de conciencia y la visión de un iceberg, masa de hielo que flota en el océano.

Esta metáfora no fue descrita en detalle por Sigmund Freud, sino por parte de sus seguidores e intelectuales interesados en el psicoanálisis, y especialmente por Stefan Zweig. Resulta una explicación bastante visual de las diferencias entre las instancias psíquicas o niveles de consciencia propuestas por Freud, las cuales a su vez sirven de base a otro de sus modelos.

Este modelo mencionado expone tres estructuras básicas que según Freud conforman nuestra personalidad: el ello o parte primitiva y pulsional que obedece al principio de placer, el superyo o parte censora derivada de lo social y aprendido y el yo o elemento que sublima los impulsos del ello a lo que resulta aceptable para la psique en base al principio de realidad.

Si nos centramos en la imagen de un iceberg visto desde tierra, únicamente solo somos capaces de ver la parte que sobresale del agua, y de vez en cuando podemos observar entre las aguas cómo emerge o se sumerge una pequeña área que se encuentra en el límite y contacta directamente con la superficie del agua.

Sin embargo, existe una gran parte, de hecho por lo general mucho mayor que la visible, que se encuentra sumergida y a la que no tenemos acceso visualmente a menos que nos sumerjamos. Esta imagen sería directamente comparable y equivalente al funcionamiento de nuestra estructura psíquica, concretamente a nivel de identificar los niveles de consciencia.

1. Lo consciente: la parte emergida del iceberg

Según las ideas de Freud, somos capaces de ver sólo una pequeña parte emergida que se corresponde con la actividad mental que podemos detectar directamente y de manera voluntaria, además de suponer un nexo entre el mundo externo y nuestros procesos mentales.

Estaríamos ante la instancia conocida como consciente, totalmente bajo nuestro control y en el que por lo tanto no existen mecanismos de defensa activos que los bloqueen. Sin embargo, en este elemento es donde nuestra energía interna psíquica está más contenida, dado que ejercemos un control directo de ellos.

2. El límite entre lo sumergido y lo emergido: el preconsciente

También podemos encontrar una segunda instancia denominada preconsciente, la cual se correspondería con la parte del iceberg que se encuentra entre lo emergido y lo sumergido de tal manera que dependiendo del movimiento de las aguas y las circunstancias puede llegar a verse.

Es el conjunto de aquellos contenidos que por lo general no nos resultan identificables y que no podemos traer a nuestra conciencia a voluntad, pero que pueden emerger en nuestra psique de manera abrupta y cuando hacemos un gran esfuerzo para sacarlos a la luz. Según Freud, para ello deberemos vencer la existencia de mecanismos de defensa que reprimen estos contenidos a través de la selección o supresión.

3. El inconsciente: la gran masa sumergida

Por último, y tal vez la instancia más relevante para el psicoanálisis, se corresponde con la gran masa de hielo que permanece sumergida e invisible a quienes miran el iceberg desde la superficie, pero que sin embargo es básica para que pueda existir lo emergido.

Estamos hablando del concepto de inconsciente, que incluiría todo el conjunto de pulsiones, impulsos, deseos, instintos primarios o incluso recuerdos reprimidos, que se mueve por el principio de placer y que permanecen ocultos a nuestra consciencia salvo en la medida en que llegan a establecer una solución de compromiso para hacerse aceptables para el aparato psíquico.

Lo inconsciente sería nuestra parte más primaria, pura y natural, en la que la energía psíquica se mueve con total libertad. También sería la más intensa y la que más marca nuestra manera de ser y la dirección a seguir en la vida, pero se encuentra fuertemente reprimida y censurada por diversos mecanismos de defensa al ser dichos contenidos inaceptables.

Referencias bibliográficas:

  • Freud, S. (1933). New Introductory Lectures on Psychoanalysis.
  • Jones, E. (2003). Vida y Obra de Sigmund Freud. Barcelona: Editorial Anagrama.

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