En psicología, así como en coaching, existen distintas técnicas para identificar y enunciar correctamente aquellos resultados que queremos conseguir a corto, medio o largo plazo. Hablamos de lo que se conoce como metas u objetivos (sean vitales o no).
Uno de los problemas existentes a la hora de establecer nuestros propios objetivos personales es que aunque podamos esbozarlos con cierta facilidad, tendamos posteriormente a la procrastinación, ya sea porque las metas son muy generales, el lenguaje es demasiado técnico o los objetivos disponen de expectativas poco realistas.
Para solucionar este problema, se han propuesto algunas técnicas variadas como SMART, PURE y CLEAR (entre otras) que, aunque útiles, no son coincidentes entre sí, por lo que si una persona sigue una de esas recomendaciones, no necesariamente estaría haciéndolo bien según otra herramienta distinta.
El sistema CAMPO para crear objetivos
Desde nuestro centro hemos llegado a establecer un sistema para enunciar objetivos utilizando las características positivas de los tres métodos antes señalados, refundiendo sus características principales en lo que se conoce como objetivos DE CAMPO (cada letra de las palabras DE CAMPO incluye una característica positiva de los objetivos o metas que te quieras marcar). Puedes verlas a continuación, ya que puede ser interesante para ayudarte a estructurar cualquier meta personal o profesional que tengas en mente y que necesites esbozar. En este sentido, los objetivos deben ser:
1. D: DESAFIANTES
En primer lugar, las metas que uno se marque deben tener el requisito esencial de constituir algún tipo de desafío. El motivo es que sin desafío, no hay motivación, por lo que al final si no existe algo motivante por lo que luchar, el ser humano se aburre, procrastina o abandona la tarea correspondiente.
2. E: ESPECÍFICOS
Mucha gente comete el error de enunciar una meta de forma muy general (por ejemplo: ‘quiero adelgazar’), cuando lo correcto es fijarse una meta de la manera más específica posible, con la máxima cantidad de detalles (peso, tallaje, lugar concreto, tiempo, personas involucradas, resultados concretos a conseguir, etc). Un ejemplo específico sería el siguiente: ‘Aumentar el número de visitas a nuestra web en un 50%, de 3.000 a 4.500, en un plazo de tres meses’.
3. C: COMPRENSIBLES
Si tú no entiendes el objetivo por el que luchar, al final ni tú ni otras personas lucharán por conseguirlo. Por ejemplo, decir ‘quiero ser mejor persona’ es algo general y que puede dar lugar a muchas interpretaciones según cada quién esté leyendo esa frase. Otro ejemplo es ‘que obtenga en el ejercicio siguiente un margen bruto del 5% adicional respecto a los resultados conseguidos en el ejercicio anterior en comparación con nuestra empresa vinculada’.
En éste último ejemplo, aunque pueda ser una meta específica, si se trata de un objetivo a cumplir por parte de un grupo de empleados, no todo el mundo puede estar familiarizado con términos como ‘margen bruto’ o ‘empresa vinculada’. Además no todos tienen por qué conocer a qué empresa vinculada nos estamos refiriendo.
4. A: ALCANZABLES
Si una meta no se puede conseguir, hará que la persona tienda a la procrastinación. Por ejemplo, si estableces la meta ‘ser el escritor más famoso de todos los tiempos y venerado a través de los siglos venideros’, probablemente lo que ocurra es que tiendas a abandonar la escritura antes de tiempo. Sin embargo, generar un objetivo pequeño de tipo ‘Dedicar una hora al día fijada de antemano durante cinco días a la semana a escribir mi nueva novela’, puede generar mejores resultados.
En este sentido, hay que tener especial cuidado con el perfeccionismo a la hora de establecer metas inalcanzables en cualquier horizonte temporal. Lo mejor es estructurar metas realistas, alcanzables en un período de tiempo limitado.
5. M: MEDIBLES
Cuanto más especifiques en cantidades tu objetivo, mejor, porque tu mente sabrá cuándo has conseguido cumplir con el mismo. En uno de los ejemplos anteriores, una persona quería adelgazar. ¡De acuerdo! Pero surgen ciertas dudas… ¿Cuánto? ¿Dos kilos? ¿Quince? Hacer medible tu meta implica especificarla más y, por tanto, centrarte más en un objetivo concreto que conseguir.
6. P: POSITIVOS
Si el objetivo se escribe en términos positivos, la mente lo entiende mucho mejor y de manera más rápida y motivante que si está escrito en términos negativos. Evita la palabra ‘no’ o verbos que impliquen conductas de evitación.
7. O: ORIENTADO A RESULTADOS
En uno de los ejemplos anteriores se hablaba de una persona que quería ser mejor en términos morales, pero era una meta generalista que depende de muchos factores personales que varían en cada persona. En este sentido, es mejor centrarse en resultados claros que conseguir. ¿Qué quieres conseguir con tu trabajo luchando por acabar una determinada tarea?
Por ejemplo: ‘Me gustaría estudiar para conseguir esta en el rango de obtención de un sobresaliente en la asignatura de ciencias naturales, entre el 9,1 y el 10’. A partir de aquí puedes obtener objetivos secundarios orientados a tal resultado:
- ‘Estudiaré seis días todas las semanas, con un período de estudio por día de dos horas con un descanso de quince minutos entre medias’.
- ‘Descansaré del estudio un día a la semana, en el cuál no se efectuará ningún tipo de tarea académica’.
- ‘La estructura de mi estudio consistirá en, primero, leer y subrayar cada tema; segundo, volver a leer y realizar esquemas detallados de la información importante subrayada; tercero, memorizar los esquemas y repetirlos en voz alta como si diese yo la clase’.
- ‘Cuando haya estudiado un tema y pase al tema siguiente, antes de empezar la lección nueva, repasaré durante quince minutos en voz alta las cuestiones básicas del tema anterior, a modo de repaso’.
Conclusiones
Los objetivos DE CAMPO permiten estructurar tu planificación de metas de manera realista para evitar la procrastinación, utilizando todos los beneficios de las metodologías SMART, PURE y CLEAR, sin necesidad de cumplir todas las características asociadas a dichas técnicas.