Cuando hablamos de heridas de la infancia nos referimos a aquello inconcluso que ha quedado en la infancia. A aquellas “heriditas” que se han ido formando en la etapa más vulnerable de nuestras vidas. Cuando somos niños mamá y papá son lo más especiales que tenemos, esperamos que ellos sean “buenos” con nosotros, nos amen, nos cuiden, nos alaguen pero muchas veces no pasa eso y es ahí con nuestro cerebro que recién se está formando no entendemos por qué no recibimos lo que tanto anhelamos.
¿Qué son las heridas de la infancia?
Al no recibir lo que esperamos, nos hiere, nos lastima la situación, y necesitamos defendernos del mundo hostil en el que estamos, por ello se van formando en nuestra mente, pensamientos como: “Tengo que ser poderoso y no tengo que dejar que nadie me controle” (ya que una vez lo hice y me fallaron y no quiero volver a sentir la decepción), “Tengo miedo a mostrarme “ “Es terrorífico que se den cuenta cómo soy”, “Tengo que ser fuerte” (porque una vez fui débil y se aprovecharon). Aquí ejemplos:
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Ejemplos 1: Papá/mamá sale a trabajar y yo lo interpreté como: no quiere pasar tiempo conmigo. Quise ser el consentido y no lo conseguí. Ahora que soy adulto busco ser el consentido en el trabajo o con mis amigos o en mi relación de pareja, porque como nunca obtuve lo que quise, quedé insatisfecho y quiero llenar mi vasija que quedó vacía.
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Ejemplo 2: No me permitían jugar porque me iba a ensuciar. Ahora que soy adulto no me gusta el desorden ni el caos.
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Ejemplo 3: Mi papá se rió de mí y eso me dolió tanto, me sentí humillado, que ahora siento mucha vergüenza y miedo cuando voy a exponer o socializar con los demás porque no se si me aceptarán o no.
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Ejemplo 4: Papá nos dijo una mentira o Sonó el teléfono mamá me hizo que mintiera al hacer que diga que no estaba (cuando sí estaba) y después cuando yo hice algo me regañaron por mentir. Hubo incoherencias y sentí que era muy injusto.
Lo que por lo general hacemos es tratar de ver con cuál herida de la infancia me identifico ( abandono, humillación, injusticia, rechazo u otra). No te desgastes con encajar en una etiqueta o clasificación, lo más importante es la interpretación que le diste al suceso, pudiste haber vivido lo de los ejemplos anteriores, pero cómo viviste esa experiencia y la interpretación que le diste es lo que te dejo o no la herida emocional.
Todos tenemos heridas en mayor o menor medida, depende de cómo experimentamos lo vivido de acuerdo también a nuestras características de personalidad que nos tornaron más susceptibles y captadores de erróneos mensajes, porque como sabemos los niños son buenos observadores pero malos interpretes.
¿Cómo puedo saber con qué herida emocional me identifico?
Puedes hacerte estas preguntas:
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¿Cuál era el más grande deseo emocional o cuál era tu mayor anhelo cuando eras niño? Por ejemplo: a ser escuchado, a que me valoraran, me reconocieran, se sintieran orgullosos, Quería sentirme seguro que me protegían
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¿Cuál era tu más grande miedo? ¿A que le temías perder o no tener en la infancia? Por ejemplo: Miedo a no cumplir con las expectativas de mi padre/madre, a decepcionarlos, a que no me quieran, que me dejaran solito q prefieran a mi hermano antes, a que me lastimaran
Lo anteriormente mencionado se da con personas significativas. No tenemos la certeza de que es lo que va a venir. Y lo que nos cuesta entender es que somos resultado de la crianza de niños también heridos. Hay algunos que argumentan que tuvieron buenos padres y tuvieron una infancia feliz, sin padres alcohólicos o con problemas con drogas o maltrato físico, no necesariamente tiene que haber sido una infancia violenta, puede haber estado papá/ mamá todo el día en casa, pero el niño sintió o interpretó que sus necesidades emocionales no fueron satisfechas.
Unos ejemplos prácticos
Por ejemplo, Juan nos comentaba que sufría bullying en el colegio, sin embargo, más que sentir dolor por la burla de sus compañeros, a él lo que le dolía era que no se sentía seguro porque no podía llegar a casa a contárselo a sus padres, no tenía la confianza de poder decirles que es lo que estaba pasando, por el contrario sentía vergüenza y miedo de que ellos se decepcionaran porque no se defendía y por el contrario le exigieran un comportamiento que para él era muy difícil.
El mismo caso de bullying le pasó a Sara, sin embargo para ella fue: “Me sentía rechazada porque no me aceptaban como era, sentía que era diferente, humillada por las cosas que me hacían pasaban por encima de mí, sentía que no era suficiente si no no me hubieran hecho esas cosas”. El mismo caso de bullying para ambos niños, sin embargo, cómo lo vivieron fue diferente.
Otros casos pueden ser cuando Papá promete o Papá Noel “promete”, le decimos que te va a traer algo si te portas bien, entonces ¿cómo me siento si no lo obtengo? Que no hice lo suficiente, me traicionaron, no puedo confiar en nadie porque al final la palabra ni el esfuerzo vale, “No te quejes” no puedo expresarme porque solo recibo regaños. Lo que me lleva a que en mi mente se instaure: ¿Qué condiciones tengo que cumplir para ser amado? ¿Cuál es la condición que tengo que cumplir para ser merecedor y amado?
“Te queremos si callas, si no haces desorden, si aceptas las condiciones del hogar, si te haces cargo de tus hermanitos, si obedeces las normas, si callas tus emociones, te regaño por tu bien, si sigues las tradiciones familiares”
Cada mensaje que hemos recibido desde la infancia nos han marcado en la medida de la importancia que le hemos dado a los hechos, haz un análisis de tu infancia e identifica cuáles son los recuerdos que más te duelen y de quiénes provienen. Si deseas un acompañamiento psicológico más seguro, escríbeme y empecemos juntos este camino de crecimiento personal en donde sanemos estas heridas emocionales y transcendamos en perdón y virtud de nuevos inicios. Estamos juntos en esto.