¿Nunca te has preguntado por qué los debates se vuelven cada vez más y más polarizados? ¿Por qué cuando dos personas discuten es casi imposible que lleguen a un acuerdo? ¿Cómo es posible que, aun presentando sólidas evidencias en contra, la gente defienda tan agresivamente sus opiniones?
Por muy racionales que nos consideremos parece ser que los seres humanos tenemos la tendencia natural de buscar, interpretar, favorecer y recordar aquella información que apoye nuestras creencias y valores previos, sin importar si existen hechos que los contradigan.
Esta tendencia natural tiene nombre: es el sesgo de mi lado. A continuación vamos a profundizar sobre este tan extendido y, a su vez, potencialmente dañino fenómeno psicológico y las investigaciones que han revelado un poco de luz sobre cómo se da.
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¿Qué es el sesgo de mi lado?
No son pocas las veces que, cuando estamos hablando con alguien de un tema cualquiera, le explicamos qué pensamos y qué “hechos” hay. Le explicamos toda la evidencia que hemos encontrado en todo tipo de fuentes “fiables”. Sabemos que esa persona tiene una opinión contraria a la nuestra y confiamos en que, tras darle estas pruebas, cambie de opinión, pero eso simplemente no ocurre. No, no está sorda, ni tampoco nos ha ignorado, simplemente ha pasado que como lo que le hemos dicho contradice lo que él opina ha menospreciado nuestros “hechos”, pensando que estamos desinformados.
El sesgo de mi lado es un fenómeno psicológico que hace que tengamos tendencia a buscar, interpretar, favorecer y recordar aquella información que da apoyo o confirman nuestras creencias y valores previos, ignorando o quitándole importancia a aquellas evidencias que contradigan aquello en lo que creemos. Básicamente, este sesgo es un defecto inherente de nuestro cerebro en la forma en cómo procesa la información, lo cual nos lleva a tomar decisiones sesgadas o adoptar puntos de vista y opiniones equivocadas.
Pese a que todos los seres humanos somos víctimas de este sesgo, este fenómeno psicológico es considerado como potencialmente peligroso, en el sentido de que nos hace estar prácticamente ciegos ante cualquier información que por muy veraz que sea, si es contraria a aquello que pensamos, la consideraremos falsa o poco rigurosa. De hecho, algunos teóricos sobre este patrón de pensamiento como Keith E. Stanovich lo consideran el responsable en esencia de la idea de post verdad: sólo vemos aquello que queremos ver.
Implicaciones de este sesgo cognitivo
A lo largo de las últimas décadas Stanovich junto con otros investigadores cognitivos como Richard F. West y Maggie E. Toplak han abordado experimentalmente este sesgo. Una de sus principales implicaciones es que los seres humanos tendemos a buscar aquella información que da fuerza a nuestras opiniones, omitiendo o descartando cualquier dato que, por muy cierto y demostrable que sea, consideramos menos riguroso. Las personas buscamos información que dé fuerza a nuestras hipótesis, en vez de buscar todas las evidencias, tanto las que confirman como las que refutan.
De hecho, esto es algo bastante sencillo de entender viendo cómo se comportan las personas en prácticamente cualquier tema en el que quieren documentarse. Por ejemplo, si encontramos una persona que es pro-vida, esto es que está en contra del aborto, ella será más propensa a buscar información que le dé la razón y, es más, es hasta posible que se vuelva todavía más contraria al aborto. Rara vez buscará información que explique porque el aborto debería ser un derecho universal o si el feto de pocas semanas no siente, y si lo hace leerá esos contenidos bajo una óptica muy escéptica y superficial.
Curiosamente, el hecho de buscar información que se encuentre a ambos lados de un debate, es decir, buscar datos favorables y desfavorables a la opinión que uno ya tiene hecha desde el principio, parece estar relacionada con los rasgos de personalidad más que con la inteligencia. De hecho, algunas investigaciones sugieren que las personas más seguras de sí mismas tienden a buscar datos demuestren y refuten ambos lados del debate, mientras que las más inseguras buscan lo que dé fuerza a sus creencias.
Otra de las implicaciones claras de este sesgo es cómo se interpreta una misma información de forma distinta en base a nuestras creencias de base. De hecho, si se le da exactamente la misma información acerca un tema a dos individuos lo más probable es que acaben teniendo puntos de vista distintos, total o parcialmente opuestos, dado que aunque el mensaje sea idéntico no lo será la interpretación que hagan del mismo y su forma de verlo será sesgado de forma personal.
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El experimento de la pena de muerte
Un buen ejemplo de esto lo tenemos en un experimento realizado en la Universidad de Stanford, en el cual los investigadores buscaron a participantes que ya de base mostraran opiniones fuertemente dividas sobre un mismo tema: estar a favor o en contra de la pena de muerte. A cada uno de los participantes se les entregó breves descripciones acerca dos estudios, uno en el que se comparaba los estados de EE.UU. con y sin pena capital y el otro en el que se comparaba la ratio de asesinatos en un estado antes y después de haber introducido la pena de muerte.
Tras esta descripción se les dio información más detallada de ambos estudios y se les pidió que evaluaran cómo creían que eran de fiables los métodos de investigación en ambas investigaciones. En ambos grupos, tanto el que estaba a favor de la pena de muerte como el que estaba en contra, reportaron que habían cambiado un poco sus actitudes al principio del estudio cuando se les dio la breve descripción, pero cuando se les dio más detalles la mayoría volvió a sus creencias anteriores, pese tener la evidencia que daba solidez a ambos estudios. Eran más críticos con las fuentes contrarias a su opinión.
Coches alemanes y coches americanos
Otro estudio demostró que la inteligencia no nos protege del sesgo de mi lado. En este caso se midió la inteligencia de los participantes antes de dárseles la información sobre un hecho en el que tenían que exponer su opinión. El hecho en cuestión era acerca unos coches que podían suponer problemas de seguridad. Los participantes, todos ellos estadounidenses, se les preguntó si dejaría que unos coches alemanes con probelmas de seguridad pudieran transitar por las calles de EE.UU. También se les hizo la pregunta viceversa: si pensaban que los coches estadounidenses con taras deberían poder transitar por Alemania.
Los participantes a los que se les informó sobre los coches alemanes con problemas de seguridad dijeron que estos deberían estar prohibidos en EE.UU. por suponer un peligro para la seguridad vial del país. En cambio, los que fueron informados sobre sus homólogos estadounidenses dijeron que sí deberían poder transitar en Alemania. Es decir, eran más críticos con la seguridad de los coches alemanes por ser alemanes y conducirse en su país y más laxos con los coches americanos por ser americanos y conducirse en el extranjero. La inteligencia no redujo la probabilidad de que se diera el sesgo de mi lado.
Memoria y sesgo de mi lado
Aunque las personas intentemos interpretar un dato de la forma más neutral posible nuestra memoria, la cual estará sesgada por nuestras propias creencias, actuará favoreciendo el recuerdo de aquello que apoye nuestro punto de vista, es decir, tenemos memoria selectiva. Los psicólogos han teorizado que la información que encaja con nuestras expectativas ya existentes va a ser más fácilmente almacenada y recordada que la información que disiente. Es decir, memorizamos y recordamos mejor aquello que nos da la razón y nos olvidamos con más facilidad de aquello que va en nuestra contra.
¿Qué relación tiene esto con las redes sociales?
Visto todo esto, es posible comprender la gravedad de las implicaciones del sesgo de mi lado a la hora de recibir e interpretar una información cualquiera. Este sesgo nos hace incapaces de evaluar efectiva y lógicamente los argumentos y evidencias que se nos den, por muy sólidos que los mismos sean. Podemos creer más fuertemente algo que es dudoso por el simple hecho de que está de “nuestro lado” y ser muy críticos con algo que, pese estar muy bien demostrado, como está “en contra nuestra” no lo vemos como riguroso y fiable.
Pero de todas las implicaciones que esto supone tenemos una que está directamente relacionada con las redes sociales, en especial sus algoritmos. Estos recursos digitales, por medio de “cookies” y recordando nuestro historial de búsqueda, hace que se nos presenten unos recursos que tengan relación con algo que ya hemos visto con anterioridad. Por ejemplo, si buscamos imágenes de gatitos en Instagram empezarán a salirnos más fotos de estos animales en la sección de la lupa.
¿Qué implicación tienen estos algoritmos con el sesgo de mi lado? Mucha, puesto que no solo buscamos imágenes de animales o de comida en las redes sociales, sino opiniones y “hechos” que confirmen nuestra opinión preestablecida. Así pues, si buscamos un blog de vegetarianismo nos aparecerán en la sección de búsqueda otros tantos relacionados, tanto políticamente neutros como serían recetas vegetarianas como entradas a blogs, imágenes y otros recursos en los que se hable de brutalidad animal y criminalice a las personas “carnacas”.
Teniendo en cuenta que difícilmente vamos a buscar información contraria a nuestro punto de vista, es cuestión de tiempo que nuestras opiniones vayan siendo más radicales. Como las redes nos van mostrando recursos a favor de nuestro punto de vista progresivamente iremos profundizando todavía más en el tema y, tomando el ejemplo del vegetarianismo, es hasta probable que acabemos en sectores veganos, partidarios de acciones más intensas hacia el sector cárnico.
En base a esto, y especialmente aplicado a las ideologías políticas, muchas personas consideran que estos algoritmos están acabando con la democracia. El motivo de esto es que, como el algoritmo no nos presenta todos los puntos de vista disponibles acerca un mismo tema sino que nos presenta aquello que favorece nuestra opinión, haciendo que seamos menos propensos a comparar opciones. Como no estamos enfrentándonos a diferentes “verdades” y nos quedamos atrapados en la comodidad de nuestro punto de vista por culpa de las redes sociales realmente estamos siendo manipulados.
Es por este motivo que, como intento para huir de la trampa de nuestra propia mente y cómo las redes sociales nos ayudan a encerrarnos todavía más en aquello que opinamos, nunca está de más buscar opiniones contrarias a las nuestras. Sí, es cierto, el sesgo de mi lado hará que tendamos a verlas de forma más crítica y superficial, pero al menos el intento nos puede dar un poco de libertad ideológica y de opinión. O por lo menos borrar el historial de búsqueda y no darle la oportunidad a la red social de turno de atraparnos en nuestras propias creencias.
Referencias bibliográficas:
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