El concepto «dependencia emocional» ha tomado una gran relevancia en los últimos tiempos. Cada vez son más las personas que lo conocen y revisan cómo son sus vínculos para poder identificar si hay o no dependencia emocional.
No obstante, es cierto que, en la mayoría de ocasiones, se suele hablar del tema en el ámbito de relaciones de pareja. De ahí la importancia de que también tomemos consciencia de que pueden establecerse dinámicas poco saludables en el resto de vínculos y, por supuesto, en la amistad.
Veamos cómo podemos identificar la dependencia emocional en la amistad. Asentamos las bases explicando qué es la dependencia emocional para luego ahondar en las características del concepto aplicado a la amistad de forma individualizada.
¿Qué es la dependencia emocional?
En términos generales, se considera que la dependencia emocional hace referencia a un patrón relacional en el que una persona siente la necesidad de recibir atención, aprobación y soporte emocional de otra persona.
La dependencia emocional está íntimamente relacionada con el estilo de apego de cada persona, es decir, con la forma de vincular que cada persona ha aprendido. Además, nos habla de carencias que la persona tiene y que se intentan suplir mediante esta vinculación, aunque la persona puede no ser consciente de las mismas.
Este tipo de dinámicas suelen conllevar una excesiva demanda bien sea únicamente por una parte implicada o por más de una. Habitualmente se suelen dar asimetría en los roles y en el “poder” de las partes. Con frecuencia, esto se manifiesta en forma de conductas que pretenden mantener a la otra persona cerca y, para ello, satisfacer sus necesidades poniéndola siempre como prioridad.
Sin duda, este tipo de dinámicas son complejas y pueden suponer consecuencias negativas tanto para la persona o personas que desarrollan esta dependencia como para la relación. Se ven afectados diversos aspectos del mundo interno de la persona, destacando especialmente la autoestima, entre otras.
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Características de la dependencia emocional en la amistad
No siempre es fácil identificar o darse cuenta de que estamos en una relación en la que las dinámicas no están siendo saludables. Si nos centramos en el ámbito de la dependencia emocional relacionada con los vínculos de amistad, podemos observar matices que la diferencian de otro tipo de relaciones. A continuación mencionamos las principales características.
1. Miedo a que la relación se rompa
Está claro que cuando el vínculo que hemos establecido con una persona nos importa puede aparecer cierta preocupación o miedo ante la idea de perderlo. Sin embargo, en el caso de las personas con dependencia emocional, este miedo es excesivo y resulta limitante. Tal es así que, a raíz del mismo, la persona puede llegar a desarrollar comportamientos controladores y/u obsesivos que dañen la relación.
2. Necesidad constante de aprobación
De nuevo, es comprensible que, hasta cierto punto, nos importe lo que nuestro entorno más cercano opina en determinadas circunstancias. Sin embargo, es habitual encontrar que, en estas dinámicas de dependencia, se produce una necesidad constante de aprobación que pueden llevar a la persona a sentir que su valor como persona depende de la opinión de su amistad o su entorno. Sin duda, esto puede tener graves consecuencias emocionales.
3. Dificultad para poner límites
Con frecuencia, las personas que desarrollan una dependencia emocional tienen dificultades para poner límites. Son varios los riesgos que esto comporta. Por un lado, es mucho más probable que la persona se desconecte de sus propias necesidades y deseos para priorizar y complacer constantemente a la otra persona sin contemplar el “precio” que esto puede tener para sí misma. Por otro lado, se puede caer con relativa facilidad en situaciones abusivas.
4. Pérdida de la propia identidad
Puesto que la prioridad absoluta se vuelve la otra persona y, desde el miedo a perder el vínculo, la aprobación y el apoyo, se tiende a complacer excesivamente, es habitual que las personas tiendan a “fusionarse” con la otra o las otras personas. Esto suele darse en un nintendo de agradar y conlleva la pérdida de los propios intereses, valores, creencias e incluso objetivos para adaptarse a los de la otra persona.
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5. Miedo al rechazo o abandono
Todo esto sucede, en gran medida, cuando las personas sienten este miedo tan intenso y abrumador ante la idea de que la otra persona pueda rechazarles o abandonarles. Sentir que la idea de perder el vínculo y quedarse solo/a es tan abrumadora que la ansiedad lo invade todo, debemos comprender que esto es una señal de alerta importante. Este miedo tan intenso puede llevar a las personas a mantenerse en relaciones a pesar de que estén siendo perjudiciales para su persona.
6. Sentimientos de vacío
En la línea de lo comentado anteriormente, es importante observarnos y ver si ante la percepción de que no hemos recibido la atención validación o aprobación que buscábamos por parte de nuestra amistad nos sentimos extremadamente vacíos. En este sentido, la soledad o el vacío pueden sentirse también de forma intensa cuando no estamos en contacto con la otra persona y esto también es una señal de alerta.
7. Sensación de agotamiento
Cuando establecemos vínculos en los que no hay equidad ni en los roles ni en el poder, es habitual que, con el tiempo, se sienta agotamiento. Suele sucederle, especialmente, a la persona con más tendencia a dar y a estar presente o pendiente de los cuidados de la relación. No es inusual que las personas que muestran esta dependencia tiendan a necesitar también sentirse “necesitadas” o imprescindibles dentro de la relación.
8. Idealización de la otra persona
A todo lo visto hasta el momento, es importante añadir que en las relaciones de codependencia suele darse una idealización hacia la otra persona. En decir, se tiende a minimizar o ignorar los defectos de la otra persona, del mismo modo en que se ponen por las nubes sus virtudes y, de este modo, se considera que la otra persona es indispensable en su vida. De nuevo, la amistad se vuelve la prioridad y esto puede llegar a implicar que incluso el estado de ánimo de la persona dependa de la relación.