Cuando uno habla frente a una audiencia, ¿cómo sabe cuál es el estado emocional de la mayoría de asistentes?
Esta cuestión ha sido estudiada en psicología y se ha descubierto un curioso fenómeno que explicaremos detalladamente en este artículo. Conoceremos el efecto de la amplificación de la emoción de la multitud y cuáles son sus repercusiones.
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¿Qué es el efecto de amplificación de la emoción de la multitud?
Cuando una persona se dirige a una multitud e intenta discernir cuál es la emoción predominante entre todos ellos, puede darse un fenómeno psicológico conocido como el efecto de amplificación de la emoción de la multitud. Consiste, básicamente, en tomar como referencia las emociones más visiblemente extremas, ya que son las que llaman la atención del receptor más rápidamente, y extrapolar esa información al conjunto de todos los miembros de la audiencia.
Hay que tener en cuenta que estos procesos mentales son automáticos y tienen lugar en fracciones de segundo. Por lo tanto, a la persona observadora no le ha dado tiempo a fijarse en todas y cada una de las caras y por lo tanto de interpretar los estados emocionales de todos ellos, sino que ha hecho un barrido rápido por algunas de ellas, y su atención ha sido captada por las más prominentes, es decir, las que mostraban una expresión emocional más intensa, ya sea en una dirección o en otra.
Por lo tanto, el efecto de amplificación de la emoción de la multitud actuaría como un atajo, un mecanismo que economizaría el flujo mental para poder obtener una conclusión directamente acerca de la emocionalidad general de un grupo sin tener que realizar un profundo análisis que requeriría una atención concreta en cada una las personas y una comparativa entre todos ellos, lo que supondría un proceso enormemente más lento y costoso a nivel de procesamiento.
¿Cómo funciona este mecanismo?
Una cosa es saber en qué consiste el efecto de amplificación de la emoción de la multitud y otra muy distinta el comprender cómo funciona. Los investigadores se han planteado diferentes alternativas, y una de ellas tiene que ver con un proceso mental llamado codificación de conjunto. El proceso que subyace consiste en que los sujetos realizan un resumen inmediato de toda la información visual que perciben, entre ella la relativa a la emocionalidad de los demás.
Otra posibilidad es la que ya anticipábamos en el punto anterior, y consistiría en la extrapolación de la situación general a través de la información más sobresaliente (las emociones más marcadas, en este caso, ya que estamos hablando de este tipo de estímulos). Según esta teoría, si estuviésemos ante una audiencia en la que varias de las personas estuvieran visiblemente enfadadas mientras que el resto mantuviera un estado emocional neutro, podríamos inferir que, en general, el conjunto estaría enfadado.
Obviamente, este mecanismo supone un sesgo, y en ese sencillo ejemplo se aprecia claramente. La clave es la siguiente: que un estímulo sea el más llamativo no quiere decir que sea el predominante en un conjunto, pero eso a nuestra atención parece no importarle, ya que nuestros procesos perceptivos se focalizarán automáticamente en dichos elementos que destacan sobre el resto solo por la magnitud aparente de los mismos, no porque sean la tónica predominante en el conjunto total.
La importancia de la expresividad
Como seres sociales que somos, realizamos interacciones entre personas constantemente, y en todas ellas es fundamental la información que recibimos a través de las expresiones faciales y el lenguaje no verbal para atribuirle un estado emocional a nuestro interlocutor, que modulará continuamente y sin que nos demos cuenta el tipo de interacción que está teniendo lugar. Es un proceso tan automático que no nos percatamos de su existencia, pero es vital para llevar a cabo interacciones socialmente aceptadas.
Posiblemente, el efecto de amplificación de la emoción de la multitud sea una consecuencia derivada de la importancia de las expresiones, ya que es de suponer que prestaremos más atención a aquellos rostros que estén manifestando una emoción más intensa, de manera que haga saltar automáticamente nuestras alarmas y podamos adaptar nuestro método de interacción en consecuencia, ya sea para calmar al interlocutor o para compartir su alegría, por poner algunos ejemplos de situaciones que podrían darse habitualmente.
En ese sentido también es interesante comprobar que los humanos tendemos a fijarnos más en los estados emocionales negativos, así que dentro del abanico de las expresiones intensas, serán aquellas que denoten una emocionalidad negativa u hostil las que atrapen nuestra atención con más probabilidad que el resto, aunque estas sean también intensas pero con una orientación más positiva. En ese caso, entre personas mostrando alegría y otras mostrando enfado, muy probablemente dirijamos nuestra mirada hacia las segundas.
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Un estudio del efecto de amplificación de la emoción de la multitud
Recientemente se ha llevado a cabo una interesante investigación en torno al efecto de amplificación de la emoción de la multitud por parte de Goldenberg y cía, en la que se trata de observar este fenómeno en condiciones de laboratorio y así poder estudiar su auténtico alcance. A continuación veremos en detalle cada parte de este estudio.
Hipótesis
En la fase previa del experimento se establecieron tres hipótesis que después habrían de ser comprobadas en las siguientes fases. La primera de ellas es que la estimación de la emoción media observada sería mayor de la que realmente es. La segunda hipótesis afirmaría que el efecto de amplificación de la emoción de la multitud sería cada vez más intenso a medida que se añadieran más personas a la audiencia observada.
Por último, la tercera hipótesis se referiría a que el efecto estudiado sería significativamente más potente en los casos en los que las emociones más destacadas fueran de corte negativo en lugar de positivo. Una vez plasmadas las tres hipótesis, se procedió a la fase experimental.
Fase experimental
Se realizaron tres estudios consecutivos para comprobar las hipótesis enunciadas. En el primero participaron 50 voluntarios, cada uno de los cuales observó en una pantalla un grupo de entre 1 y 12 caras, algunas neutras y otras con expresión de enfado o de felicidad, durante tan solo un segundo, tras el cual debían indicar qué emoción percibían en general. Se repitió a lo largo de 150 ensayos, en los que el número y la expresión de las caras variaba de forma aleatoria para presentar situaciones de lo más diversas.
El segundo experimento fue igual que el primero, con la diferencia de que se manipuló otra variable más: el tiempo de exposición. De esta manera, los participantes veían los grupos de caras durante 1 segundo, 1,4 segundos o bien 1,8 segundos, repitiéndose cada condición durante 50 ensayos, por lo que conformarían (en un orden aleatorio) un total de 150, igual que en el primer experimento.
Llegamos al tercer y último experimento. Las condiciones volvieron a ser similares que las del primero, pero esta vez se mantuvo la cantidad de 12 caras en todos los ensayos, y se estudió otra variable más: el movimiento ocular de cada individuo, para comprobar dónde fijaba la mirada en cada uno de los ensayos.
Resultados
Una vez completados los tres experimentos, se analizaron todos los datos obtenidos para poder llegar a las conclusiones que permitieran verificar o falsar las hipótesis. El primer estudio permitió observar que, efectivamente, los participantes observaban una emocionalidad en las caras más intensa de lo que generalmente era. Además, también demostraron que, a mayor cantidad de caras en la pantalla, más fuerte era ese efecto, lo que corroboraba la tesis de la segunda hipótesis.
La segunda prueba no hizo sino afianzar esas afirmaciones, pues sus resultados también iban en la línea de lo planteado por la segunda hipótesis y también de la tercera, pues se comprobaba que las emociones negativas, efectivamente, captaban más atención de los participantes que las positivas. Sin embargo, la variable del tiempo de exposición demostró que ese fenómeno se diluía con los tiempos más largos y por lo tanto producía un efecto de amplificación de la emoción de la multitud más débil en emociones negativas y tiempo largo.
El efecto de amplificación observado en el tercer estudio fue algo menor que en los otros dos. Es posible que el añadir los aparatos de seguimiento ocular podría haber alterado el modo en que los participantes realizaban sus observaciones de manera natural. Se observó que la diferencia entre la emoción media percibida en las caras y la real era mayor cuanto más tiempo fijaban su mirada en las caras de emociones más intensas y menos en las que presentaban una emoción neutra.
La conclusión de este estudio, por lo tanto, es que sus tres hipótesis estaban en lo cierto, y abre la vía a una interesante metodología con la que poder seguir estudiando el efecto de amplificación de la emoción de la multitud.
Referencias bibliográficas:
- Goldenberg, A., Weisz, E., Sweeny, T., Cikara, M., Gross, J, (2020). The Crowd Emotion Amplification Effect. Psychological Science.
- James, W. (1985). ¿Qué es una emoción?. Estudios de psicología.
- Salguero, J.M., Fernández-Berrocal, P., Ruiz-Aranda, D., Castillo, R., Palomera, R. (2011). Inteligencia emocional y ajuste psicosocial en la adolescencia: El papel de la percepción emocional. European journal of Education and Psychology.