Las habilidades sociales son aquellas aptitudes y estrategias que ponemos en práctica cada día con el objetivo de comunicarnos de manera exitosa con las personas que están a nuestro alrededor y establecer relaciones funcionales, estables y adaptativas tanto conocidas como desconocidas. Por ello, son aplicadas constantemente en todo tipo de situaciones, tanto en el trabajo como en la vida privada.
Una de las habilidades sociales más importantes que existen es la asertividad, una cualidad que nos ayuda a expresarnos de manera directa y defendiendo nuestros intereses y puntos de vista a la vez que respetamos a nuestros interlocutores y procuramos que se sientan cómodos en cualquier intercambio comunicativo con nosotros. Por suerte, esta habilidad puede ser entrenada y aprendida mediante la utilización de estrategias de asertividad.
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¿Qué es la asertividad?
La asertividad es la habilidad que permite a cualquier persona expresar de manera correcta sentimientos, ideas, puntos de vista u opiniones tanto negativas como positivas, de manera respetuosa y sin agresividad u hostilidad de ningún tipo hacia su interlocutor.
Se trata de una de las habilidades sociales más importantes, ya que nos ayuda a comunicarnos con éxito con las personas que están en nuestro entorno tanto personal como profesional y nos permite hacer valer nuestras opiniones o puntos de vista incluso si nos encontramos con una oposición enfrente. Ser asertivos pasa por atrevernos a decir lo que debe ser dicho, aunque ello pueda suponer un reto.
La asertividad nos permite ser directos y decir las cosas claramente a la hora de comunicarnos o bien de participar en debates, charlas e incluso discusiones de todo tipo, sin ceder al miedo a equivocarnos ni a ser juzgados por nuestras opiniones.
Además de eso, esta habilidad otorga a cualquier persona que la posee la capacidad de proyectar correctamente su voz, hablar con un volumen de voz adecuado, con fluidez, coherencia y cohesión en el discurso, ya que la persona asertiva no cede siempre a lo que se supone que se espera de ella.
En los casos en los que la persona tiene un nivel bajo de asertividad, experimenta una gran dificultad para expresarse correctamente. Por suerte, existen una serie de estrategias, pautas y consejos que podemos seguir para entrenar nuestra asertividad y ser más asertivos con el entorno que nos rodea.
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¿Cuáles son las estrategias principales que podemos seguir para ser más asertivos?
Estas son las principales pautas generales que los profesionales de la psicología recomendamos para mejorar nuestra asertividad.
1. Establecer nuestras prioridades
Uno de los primeros consejos que podemos seguir para mejorar o entrenar nuestra asertividad consiste en establecer u organizar las propias prioridades o valores esenciales que deben ser destacados en una conversación antes de que ésta se lleve a cabo, sobre todo si es una conversación importante.
Una buena forma de realizar este ejercicio consiste en anotar en un papel todo aquello que deba ser mencionado en la conversación: tanto intereses como objetivos, valores o creencias, y ordenarlos todos según la importancia que tengan para nosotros.
Esto nos ayudará a organizar nuestras ideas, a entrenar lo que queremos decir y a contar con una pauta que podremos seguir en caso de que nos podamos perder durante la conversación en la que participemos.
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2. Aprender a decir “No”
Saber decir “No” a alguien es una de las habilidades esenciales con las que cuentan las personas que tienen un buen nivel de asertividad. A las personas con niveles bajos de asertividad les cuesta decir “No” o incluso plantear cualquier cosa que pueda generar polémica, aunque sea importante.
Para superar este problema, podemos realizar una serie de ejercicios diarios. Uno de los más útiles que podemos poner en práctica consiste en proponernos decir que “No” una cierta cantidad de veces a la semana como mínimo.
Este ejercicio nos ayudará a tener una limitación objetiva que nos ayude a ver estancamientos, retrocesos o avances en nuestra capacidad para decir “No”, y también nos permite ajustar ese número según lo difícil que nos resulte y el reto que supone (sin que sea muy difícil ni muy fácil).
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3. Trabajar el lenguaje no verbal
En el ámbito de las interacciones sociales, la comunicación no verbal es casi tan importante como el discurso que transmitimos a la otra persona; es por eso que al defender nuestra posición o planteamiento es necesario adoptar un lenguaje no verbal adecuado.
Algunos de los consejos que podemos seguir para lograr dicho objetivo puede ser mantener en todo momento una postura corporal relajada, evitando tener el cuerpo ladeado, cruzarnos de brazos o no mirar a los ojos.
La postura corporal que adoptamos ante una discusión o charla puede proyectar información que no deseamos o sentimientos que no se corresponden con nuestro estado anímico, como pueden ser el miedo o la sumisión. Por eso resulta tan valioso estar atentos a nuestro lenguaje no verbal. Además, mantener una postura correcta nos ayudará a confiar en nosotros mismos.
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4. Evitar las disculpas constantes
Las personas que presentan niveles bajos de asertividad tienden a disculparse continuamente por cualquier cosa, lo que constituye uno de los indicadores más fiables para detectar una baja asertividad en cualquier persona.
Cuando mantenemos una conversación o discusión de cualquier tipo, debemos evitar disculparnos por expresar cómo nos sentimos y ser conscientes de que nuestra opinión es tan válida como la de cualquier otra persona.
5. Trabajar la escucha activa
La escucha activa es otra de las habilidades esenciales que comparten las personas con buenos niveles de asertividad, ya que ninguna comunicación puede ser satisfactoria sin escuchar lo que la otra persona tiene que decir y adaptar nuestro discurso ante ello.
La escucha activa consiste en poner toda la atención posible a lo que nos dice la otra persona y establecer un entendimiento genuino respecto a sus intenciones (y demostrando que escuchamos). Además, también aporta autoridad: no hablamos de manera unilateral, y por ello esperamos recibir el mismo trato.
Además de eso, debemos evitar interrumpir a la otra persona con el objetivo de respetar su turno de palabra y tener una mayor legitimidad al defender nuestras posturas.
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6. Ser directos
Expresar lo que sentimos de manera clara y directa, sin rodeos y planteando desde el primer momento el núcleo esencial de nuestros argumentos, es otra de las características básicas de cualquier persona asertiva.
Es por eso que resulta tan importante tener claras y organizadas las ideas que vamos a exponer, por lo que a veces es recomendable apuntar lo que vamos a decir, o bien ensayar y entrenar previamente nuestro discurso ya sea mentalmente o en voz alta frente a un espejo.
7. Empezar afrontando situaciones de menor dificultad
Para entrenar nuestras capacidades de asertividad y especialmente si tenemos problemas para hacerlo de manera exitosa, es fundamental afrontar situaciones más fáciles al principio, por ejemplo, siendo más asertivos con familiares y amigos de confianza.
Esto nos ayudará a entrenar nuestras habilidades con personas conocidas con las que no sentiremos tanto miedo o inseguridad y con las que podremos ir cogiendo confianza con nosotros mismos.
8. Entrenar nuestra capacidad de oratoria
La capacidad de oratoria puede ser entrenada por profesionales de la psicología y otros expertos en la materia, y una vez adquirida nos permitirá ser mucho más asertivos con nuestro entorno.
Las habilidades oratorias más importantes suelen ser: una correcta dicción, un volumen de voz adecuado, el discurso fluido y la confianza en el propio discurso.
9. En caso de que sea necesario, acudir a terapia
En psicoterapia es posible entrenar habilidades clave asociadas con la asertividad, como por ejemplo el manejo del estrés o la mejora de la autoestima.
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