La comunicación puede ser establecida de muchas maneras diferentes. A fin de cuentas, las necesidades, preferencias y en general patrones de personalidad de las personas influyen mucho en el modo en el que exteriorizamos ideas, creencias y sentimientos. La comunicación pasiva es un ejemplo de ello.
En este artículo veremos cuáles son las características de este tipo de comunicación, de qué manera se expresa, cuáles son sus inconvenientes y de qué manera es posible mejorar en este aspecto.
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¿Qué es la comunicación pasiva?
Una definición resumida y simple de lo que es la comunicación pasiva es la siguiente: un patrón comunicativo caracterizado por la evitación de entrar en confrontación directa con otros a través de lo expresado.
Así pues, forma parte de una dinámica de relaciones con los demás en la que apenas hay asertividad y prima la sensación de vulnerabilidad.
Sus características básicas
A continuación repasamos las características fundamentales de la comunicación pasiva.
1. Lenguaje no verbal manteniendo un perfil bajo
Aquello que se dice no cobra un significado atendiendo solo a las frases y a las palabras utilizadas, sino que también hay que tener en cuenta cómo se dice. Y, más concretamente, el lenguaje no verbal que acompaña al mensaje transmitido verbalmente.
En el caso de la comunicación pasiva, prima un estilo de comunicación no verbal que expresa sumisión: evitación de la mirada del otro o mirada baja, tono de voz algo más bajo que el del otro, postura defensiva, etc.
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2. Uso frecuente de una perspectiva impersonal
Hay ciertas opiniones y puntos de vista que las personas que adoptan la comunicación pasiva sí expresan, pero si creen que son ligeramente problemáticas por implicar cosas que suponen molestias para el oyente, es frecuente que usen un tono impersonal en vez de uno en primera persona.
Por ejemplo, para pedir que se repare algún desperfecto de la oficina, no se hablará del perjuicio que supone para uno mismo el hecho de que esa avería exista, sino que la presentación del problema será más bien del estilo “sería bueno que la avería fuese reparada”. Es un uso del pasivo que se corresponde con el concepto de comunicación pasiva.
3. Evitación de la confrontación directa y uso de eufemismos
Otra de las características típicas de la comunicación pasiva es que no se muestra directamente que hay un choque de ideas o de intereses. En vez de eso, en el caso de que efectivamente haya un desajuste de opiniones o necesidades, se expresa de una manera pretendidamente neutral, como si todas las partes involucradas en la conversación buscasen en realidad una solución beneficiosa para todos, incluso cuando eso realmente no es así.
Por ejemplo, si dos personas optan a un mismo cargo se puede decir que ambas “buscan su sitio en la empresa”.
4. Evitación de la expresión de sentimientos
Las personas que se ajustan al patrón típico de comunicación pasiva tienden a no hablar de sus sentimientos como si ellos formasen parte de la argumentación que respalde sus afirmaciones, incluso cuando estos son relevantes para el tema tratado. En estos casos, una vez más, se utiliza un tipo de manera de hablar de tipo impersonal.
Las desventajas de este patrón de comportamiento
Tal y como hemos visto, en la comunicación pasiva hay una clara falta de asertividad. Como consecuencia de esto, pueden darse principalmente varias consecuencias.
O bien aparecen malentendidos, ya que hay una parte de la información que no está siendo revelada a pesar de que es importante, o bien la persona que mantiene la comunicación pasiva ve cómo sus necesidades no son atendidas y sus intereses no son tenidos en cuenta. Este segundo caso tiene también repercusiones negativas derivadas de esa situación.
En concreto, el hecho de no expresar las propias necesidades y sentimientos conduce hacia un desgaste psicológico (y muchas veces también físico, si lleva a tener que esforzarse más para conseguir la satisfacción total o parcial de una necesidad). A medida que va pasando el tiempo, la comunicación pasiva propicia la acumulación de frustraciones, motivos para el resentimiento y malestar en general.
Eventualmente, es posible que todo esto desencadene crisis psicológicas, o incluso estallidos de rabia que entran en conflicto con la tendencia a mantener un perfil bajo que caracteriza a la comunicación pasiva. Cuando esto ocurre, resulta difícil mantener una regulación emocional correcta, y es posible no solo comprometer el propio bienestar, sino también dañar las relaciones personales o culpar a personas que no son responsables de lo ocurrido.
En general, la comunicación pasiva alimenta el mantenimiento de una autoestima baja, dado que ayuda a perpetuar una dinámica de sumisión al resto.
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¿Qué hacer para mejorar el estilo comunicativo?
Aunque puede parecer que la comunicación pasiva sirve para evitar conflictos, en realidad esto no es así, porque sin asertividad iempre hay una parte que queda perjudicada, mientras que hay otra que se acostumbra a hacer que sus intereses primen. Por eso merece la pena salir del estilo de comunicación pasivo. Para conseguirlo, es bueno seguir los siguientes consejos.
- Evitar disculparse innecesariamente.
- Comparar la importancia de las propias necesidades y las de los demás.
- Buscar contextos en los que hablar de los propios sentimientos es objetivamente útil.
- Encontrar fórmulas para empezar a utilizar la asertividad en las relaciones.
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