Falta de habilidades sociales en adultos: sus efectos, y cómo abordarla

La falta de habilidades sociales es un problema más frecuente de lo que parece en adultos.

Falta de habilidades sociales en adultos

Muchas personas en edad adulta sufren problemas en sus habilidades sociales, ya sea en mayor o en menor medida.

Vamos a tratar de explicar las principales consecuencias que este déficit puede generar en estas personas, así como algunas de las técnicas más habituales que se utilizan para lograr una mejoría en dichas capacidades y subsanar de esa manera las repercusiones que tienen en su día a día.

La importancia de las habilidades sociales

Para poder abordar el problema que supone la falta de habilidades sociales en adultos, es imprescindible que primero conozcamos a qué se refiere exactamente este concepto para así saber dónde radica su importancia y la problemática que supone el padecer de un déficit en dicho terreno.

Las habilidades sociales, o competencias sociales, se refieren a todas aquellas capacidades de un individuo que le posibilitan y le facilitan el poder interactuar con sus semejantes y comunicarse adecuadamente en diferentes contextos, sabiendo hacer uso de las reglas sociales. En definitiva, gracias a estas aptitudes, la persona podrá socializar con otros de una forma correcta y satisfactoria para ambas partes.

Simplemente atendiendo a esta breve definición, podemos hacernos una idea de las consecuencias que puede llegar a tener una falta de habilidades sociales en adultos, pues sus posibilidades de interacción con las demás personas se estarían viendo mermadas y por tanto tendrían dificultades en su forma de comunicarse con los demás, con los resultados negativos que esto tendría sobre el sujeto.

Si nos preguntamos cuáles pueden ser algunas de las habilidades sociales, podemos ver algunos ejemplos concretos. La escucha activa sería una de las más habituales. También el sencillo hecho de saber la manera adecuada de iniciar, mantener y finalizar una conversación, según las reglas sociales. El presentarse a uno mismo o a otros, realizar preguntas o agradecer algo, también lo serían.

Algunas más complejas, cuya carencia también puede representar una falta de habilidades sociales en adultos, serían pedir perdón, pedir un favor, intentar persuadir a alguien, opinar sobre un evento, explicar las instrucciones para realizar una determinada tarea, expresar lo que siente, empatizar con los demás, pedir permiso, bromear o quejarse.

Son solo algunos ejemplos. Podemos intuir, por lo tanto, que la falta de habilidades sociales en adultos puede limitar gravemente las posibilidades de interacción de una persona, lo que puede tener serias repercusiones en su vida diaria.

Causas de la falta de habilidades sociales en adultos

Autores como Gresham han tratado de indagar en las causas que se esconden tras la falta de habilidades sociales en adultos. En su estudio de 1998, habla sobre posibles orígenes de índole muy diversa. Uno de ellos sería el consumo de sustancias, como el alcohol, que podría tener un efecto a nivel físico y también psicológico en la persona.

Incluso dicha adicción al alcohol podría afectar, no solo a la propia persona, sino a sus hijos, en el caso de las mujeres embarazadas, pudiendo alumbrar a niños con algún trastorno del espectro alcohólico fetal. En cualquier caso, el abuso de esta sustancia representa una de las posibles causas de una falta de habilidades sociales en adultos.

Pero este problema también podría estar generado por alguna psicopatología, como es el trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH). Las personas que lo padecen, especialmente durante la adolescencia, pueden verse rechazadas por sus iguales. Igualmente, las personas que padecen trastorno del espectro autista, también pueden ver alterada su forma de comunicarse e interactuar con otros individuos.

Otras psicopatologías que también pueden representar un origen para la falta de habilidades sociales en adultos son la depresión y la ansiedad generalizada, precisamente porque a causa de estas dolencias, dichos individuos pueden ver reducidas las ocasiones en las que pueden comunicarse con otros sujetos, y cuando dichas ocasiones se dan, puede que ellos no se encuentren en las condiciones adecuadas para interactuar correctamente.

Consecuencias del déficit de habilidades sociales en la adultez

Ya hemos visto algunas de las posibles causas de la falta de habilidades sociales en adultos. Ahora debemos hablar sobre las consecuencias de este déficit. Vamos a enumerar algunas de las más importantes.

1. Problemas de autoestima

Es evidente que si una persona se ve privada de su capacidad para socializar, va a tener efectos negativos en ella que van a repercutir, entre otras cosas, en su propia autoestima. El no poder comunicarse adecuadamente con los demás, incluso a niveles muy básicos, puede generar que el sujeto se evalúe a sí mismo negativamente, lo cual además puede crear un círculo vicioso, al dificultar aún más las posibilidades de interacción.

Esto ocurriría porque el individuo no quiere enfrentarse de nuevo a situaciones que le han generado malestar y una pobre autopercepción. Por lo tanto, una de las secuelas más importantes que pueden darse por una falta de habilidades sociales en adultos, son los problemas relacionados con una baja autoestima.

2. Ansiedad y depresión

Ya veíamos que patologías como la ansiedad y la depresión pueden propiciar dificultades en las habilidades sociales. Pero además de causa, también pueden ser consecuencia de estas. Y es que los conflictos y las situaciones incómodas generadas a raíz de interacciones inadecuadas pueden ir forjando un sentimiento de tristeza continuado en el individuo, además de síntomas ansiógenos al pensar en las interacciones pasadas y en las futuras.

Por lo tanto, la falta de habilidades sociales en adultos puede derivar en cuadros que podrían encajar con depresión y/o ansiedad, lo cual es otro motivo más para darle a esta cuestión la importancia que se merece.

3. Incapacidad de resolver conflictos

Yendo a situaciones más concretas que también pueden ser consecuencia de esta problemática, podríamos encontrar el ejemplo de la incapacidad para la resolución de conflictos. Los conflictos, en mayor o menor medida, son una parte rutinaria de las interacciones humanas. Por lo tanto, la falta de habilidades sociales en adultos puede suponer que una persona no sea capaz de enfrentarse a estas situaciones tan habituales.

En ese sentido, un conflicto, por pequeño que fuera, podría suponer un escenario que desbordaría al individuo, sintiéndose incapaz de enfrentarse al mismo y mucho menos de resolverlo. A su vez, esto podría acarrear un estrés a la persona e incluso llegar a los síntomas ansioso depresivos que veíamos en el punto anterior.

4. Rechazo de los demás

No todas las consecuencias se generan en la propia persona que tiene este déficit de habilidades sociales. Esta situación también puede tener repercusiones en los individuos que le rodean, que pueden preferir evitar las interacciones con ellos al saber que tiene problemas para comportarse de una manera socialmente aceptada.

Esa percepción podría ser nociva para la autoestima del sujeto, como ya hemos visto, y acarrear una sintomatología compatible con esa ansiedad o esa depresión de las que hablábamos.

¿Cómo superar estos problemas?

Una vez analizada la problemática de la falta de habilidades sociales en adultos, la pregunta que cabe realizarse es si esta situación puede solucionarse de alguna manera. Como en casi todos los casos, cuando hablamos de alteraciones psicológicas, es fundamental realizar una evaluación personalizada del caso, tarea que corresponderá al psicólogo profesional encargado de ello.

Sin embargo, en líneas generales, puede afirmarse que las habilidades sociales se pueden mejorar, al menos parcialmente, gracias a diferentes técnicas y formas de entrenamiento de carácter cognitivo-conductual.

1. Técnica del modelado

Una de ellas sería la del modelado, por la cual una persona que se presupone experta en la utilización de las habilidades sociales, muestra a la persona que sufre el déficit cómo debe comportarse en diferentes situaciones sociales que se presentan de manera cotidiana. De esta manera, contando con un modelo claro, puede comparar con su propia forma de actuar y modificar su conducta de manera consciente.

2. Prácticas conductuales

Pero la propia observación de otros podría no ser suficiente para resolver la falta de habilidades sociales en adultos. Por ello, otra técnica muy utilizada es precisamente la práctica. Para ello, el terapeuta puede proponer una serie de interacciones, comenzando por algunas muy sencillas, en las que la persona tenga que comportarse de una manera determinada.

Estos escenarios pueden ser simulados, como en un juego de rol, o bien reales, visitando los lugares donde pueden darse estas interacciones de forma natural, como puede ser un comercio.

3. Desensibilización

Si una de las causas de la falta de habilidades sociales en adultos es la ansiedad que estas situaciones le provocan a la persona, puede que sea necesario recurrir a técnicas como la desensibilización, para lograr reducir la activación fisiológica que está generando en ella.

Referencias bibliográficas:

  • Bernal, A.O. (1990). Las habilidades sociales y su entrenamiento; un enfoque necesariamente psicosocial. Psicothema.
  • Del Prette, A., Del Prette, Z.A.P. (2013). Programas eficaces de entrenamiento en habilidades sociales basados en métodos vivenciales. Apuntes de Psicología.
  • Gresham, F.M. (1998). Social skills training: Should we raze, remodel, or rebuild? Behavioral Disorders.
  • Iruarrizaga, I., Gómez-Segura, J., Criado, T., Zuazo, M., Sastre, E. (1999). Reducción de la ansiedad a través del entrenamiento en habilidades sociales. Revista electrónica de Motivación y Emoción.

Luis Martínez-Casasola (Madrid, 1988) se licenció en Psicología en la UAM y cuenta con un máster en Psicología Forense por la URJC y el COP de Madrid, así como con una especialización en recursos humanos. Tras varios años de experiencia en la redacción de contenidos web, ahora colabora como divulgador para medios especializados en el ámbito de la Psicología y la salud.

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