La asertividad es una estrategia de comunicación que permite defender nuestros derechos y expresar nuestra opinión de manera libre y clara desde el respeto propio y ajeno. Ahora bien... ¿en qué nos es útil, exactamente, en nuestro día a día?
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Aprender a decir "no"
La persona asertiva sabe decir “no” y es capaz de mostrar sus opiniones y posicionamientos de forma clara (por ejemplo, manifestando un razonamiento con el fin de justificar una idea, un sentimiento o una petición). La persona asertiva expresa comprensión hacia las visiones, los sentimientos y las demandas de los demás. Conoce sus propios derechos y los defiende intentando no ir “a ganar”, sino a llegar a un acuerdo.
Su habla es fluida y segura. Mantiene un contacto ocular directo (sin ser desafiante) y una posición corporal relajada. Además posee capacidad para discrepar abiertamente dando forma a los propios gustos e intereses, pidiendo aclaraciones y diciendo “no” cuando sea necesario. Los sentimientos que frecuentemente van asociados a la persona asertiva responden a una buena autoestima, una sensación de control emocional y una elevada satisfacción en las relaciones personales.
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¿Qué caracteriza al estilo comunicativo pasivo?
La persona pasiva muestra escasa ambición, pocos deseos y principios. Defiende a los demás pero no defiende sus intereses personales. El comportamiento que habitualmente observamos viene caracterizado por un tono de voz bajo, un habla poco fluida y la evitación del contacto ocular.
La persona sumisa denota una importante inseguridad sobre el propio discurso (“lo que pueda decir no es importante”) y su figura en relación a los otros (“no participo para no molestar”), al mismo tiempo que manifiesta frecuentes quejas a terceros (“esta persona no me entiende”). Los sentimientos más recurrentes de la persona pasiva están relacionados con la impotencia, la culpabilidad, la frustración, y la baja autoestima.
¿Y qué caracteriza al estilo comunicativo agresivo?
La persona agresiva defiende en exceso los derechos e intereses personales sin tener en cuenta los de los demás (en ocasiones, no los tiene en cuenta, otras, carece de habilidades para afrontar ciertas situaciones). El comportamiento que a menudo observamos desde este estilo comunicativo es un tono de voz elevado, un habla tajante, un ritmo de conversación rápido y precipitado, un contacto ocular retador, y una clara tendencia al contraataque.
Algunos de los pensamientos que puede presentar la persona agresiva son: “lo que tú pienses no me interesa, únicamente importo yo”, “no cometo errores”, “la gente debería ser como yo”, etc. La ansiedad creciente, la soledad, la culpa, la sensación de falta de control, la frustración y la baja autoestima son sentimientos que están íntimamente ligados.
¿A qué puede deberse la falta de asertividad?
Existen cuatro causas principales por las cuales una persona puede presentar problemas de asertividad:
La primera causa la observamos cuando la persona no ha aprendido a ser asertiva o lo ha hecho de un modo inadecuado. Las conductas o habilidades para ser asertivo se aprenden; son hábitos o patrones de conducta. No existe una personalidad innata asertiva o no asertiva.
La conducta asertiva se aprende por imitación y refuerzo (padres, abuelos, tutores y amigos son algunos modelos). En el aprendizaje de una persona no asertiva puede que haya existido un castigo sistemático a las conductas asertivas, una falta de refuerzo a las mismas, o que el refuerzo hacia las conductas pasivas o agresivas haya sido mayor (por ejemplo en el caso de una persona pasiva que, gracias a la fragilidad, haya recibido una atención extra).
La segunda causa aparece cuando la persona conoce la conducta apropiada pero la ansiedad le impide llevarla a cabo. En este caso existe una asociación con una/s experiencia/s altamente desagradable/s y traumática/s que ha podido limitar o bloquear la respuesta asertiva.
La tercera causa es aquella en que la persona no conoce o rechaza sus derechos (por ejemplo fruto de una educación que ha convertido a aquel individuo en sumiso).
Y finalmente la cuarta causa la vemos cuando la persona posee unos patrones irracionales de pensamiento (esquemas mentales concretos y creencias asociadas) que le impiden actuar de forma asertiva.
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¿Está relacionado con el amor propio?
Ser asertivos nos ayuda a ser tratados con respeto y dignidad, a expresar los propios sentimientos y opiniones, a ser escuchados, a saber decir no sin sentir culpa, a hacer peticiones, a ser independientes, a gozar y disfrutar, a sentirnos relajados y dedicar un tiempo para nosotros.
El hecho de establecer una comunicación poco asertiva puede provocar conflictos interpersonales, frustración, sentimientos de culpa, baja autoestima, tensión, soledad, y pérdida de control. Con un estilo de comunicación asertivo uno resuelve más fácilmente los problemas, se siente más relajado, más a gusto consigo mismo, satisfecho y, de este modo, obtiene más fácilmente lo que desea sin generar conflictos.
¿Podemos entrenar este hábito?
Por supuesto. Recordemos que no nacemos siendo personas asertivas, la conducta asertiva se aprende. Una buena manera de empezar a ser asertivos es utilizando las siguientes frases al iniciar una conversación:
- Yo pienso…
- Mi opinión es…
- Me gustaría…
El objetivo es elaborar un discurso y ofrecerle un espacio en el momento de interaccionar con los demás con el fin de permitir y permitirse ser escuchado.
Los beneficios de la asertividad
Ser una persona asertiva tiene una serie de beneficios. Son los siguientes:
- La asertividad nos permite tener una mayor sensación de control sobre el entorno y sobre nosotros mismos.
- Tener control sobre uno mismo y poner límites mejora la autoestima.
- La asertividad no busca el conflicto, sino que se basa en la comunicación eficiente y, por tanto, empodera a la persona.
- Mejora el bienestar y la satisfacción vital y ayuda a vivir situaciones y experiencias más gratificantes.
- Mejora la comunicación entre los actores de una relación.
- Provoca una mejora en las relaciones interpersonales que es fruto de una mejor comunicación, honestidad y sinceridad.
- Mejora el autoconocimiento y la gestión emocional.
- Permite resolver conflictos y evitar que los problemas se magnifiquen fruto de la no expresión de las necesidades y las emociones de uno mismo.