¿Qué nos lleva a interesarnos en los temas políticos? Aunque esta respuesta es muy personal y, por supuesto, a cada individuo le mueven motivación a iones diferentes, es fácil pensar que las ganas de involucrarse en la vida pública pueden estar relacionadas con aspectos como el optimismo, la energía y la confianza en un futuro mejor.
Si partimos de esa base, la lógica nos lleva a pensar que las personas más felices podrían ser las más implicadas en estos aspectos. Sin embargo, un nuevo estudio sugiere justamente lo contrario: las personas menos felices son, en realidad, las más activas a nivel político.
¿A qué se debe esto? Parece ser que el malestar podría jugar un papel importante en la implicación social y política. A lo largo de este artículo explicamos en detalle cómo se ha elaborado este estudio, cuáles han sido los resultados y cómo se interpretan.
¿Qué entendemos por infelicidad?
Los autores del estudio señalan que, si bien existe una gran cantidad de investigaciones que han focalizado en la felicidad, la infelicidad sigue siendo un concepto que se ha explorado poco a nivel científico. A decir verdad, con frecuencia se entiende como el extremo opuesto de la felicidad, es decir, “no estar o ser feliz”.
En esta investigación, se entiende que la infelicidad es un estado emocional pasajero que se caracteriza por la insatisfacción, la decepción o la angustia. Suele estar desencadenado por expectativas no cumplidas, eventos específicos o contratiempos.
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¿La infelicidad impulsa al compromiso político?
Anteriormente ya se ha investigado en diferentes ocasiones la forma en la que la felicidad individual puede interferir en la política. En este sentido, algunos estudios han señalado que el nivel de bienestar percibido influye en diversos aspectos como por ejemplo el pensamiento político.
Además, tal y como se indica en el estudio publicado en Acta Política, la mayoría de estudios han señalado que las personas más felices tienen más probabilidad de participar en la política y que la felicidad influye positivamente en el voto. En esta línea, se ha encontrado también que las personas más infelices tienden a estar menos dispuestas a participar en la política.
Sin embargo, Farkas y Szabó se han basado en otras propuestas y en los datos de la Encuesta Mundial de Valores (World Valor Survey) —en los que se sugiere que vivir una vida percibida como infeliz está relacionado con una mayor disposición a participar en la vida cívica— para explorar la relación entre la infelicidad autodeclarada y las interacciones políticas.
Los autores consideran crucial el estudio que permita comprender cómo abordan su participación en la política especialmente aquellas personas que están descontentas puesto que nos encontramos en periodos turbulentos a nivel social y político.
¿Cómo se llevó a cabo el estudio?
Para poder analizar la relación entre la infelicidad y mostrar mayor interés por la política, el equipo de investigadores analizaron diferentes formas de interacciones con la política. Es decir, no se revisó únicamente si las personas participan o no, sino la forma en la que se hace. También se valoró cómo de intensa era la influencia que podían ejercer los individuos.
Más concretamente, se centraron en tres tipos de actividades:
- Participar en debates políticos.
- Animar a otras personas a votar.
- Motivar a la ciudadanía a actuar políticamente.
Además, los investigadores también quisieron evaluar qué otros posibles factores podrían explicar la relación. Así pues, se tuvieron en cuenta aspectos como la edad, el nivel educativo, los hábitos relacionados con el consumo de medios de comunicación o el interés personal en la política.
El trabajo de Farkas y Szabó utilizó datos de la séptima ola de la Encuesta Mundial de Valores. Se incluyeron un total aproximado de 58 000 participantes de 44 países. Las respuestas se registraron entre 2017 y 2021.
Se pidió a los y las participantes que valorasen su nivel general de felicidad percibida y que indicaran con qué frecuencia realizaban las tres actividades políticas antes mencionadas (debatir sobre política con el entorno, animar a otros a votar en elecciones y motivar a otras personas a actuar políticamente).
Los principales resultados del estudio
Mediante estudios estadísticos que permitieron comparar patrones entre individuos y países se obtuvieron los resultados. En ellos se observaron tendencias claras que, sorprendentemente, contradecían los hallazgos anteriores.
Los datos analizados mostraban que la infelicidad general percibida correlaciona positivamente con la participación en interacciones políticas. Es decir, cuánto menor era el nivel de felicidad que las personas reportaban, mayor era la probabilidad de implicarse en interacciones políticas.
Es más, parece ser que las personas infelices se encuentran entre los ciudadanos con más influencia a nivel político. Tal y como también se indica en la publicación, parece ser que la relación entre la infelicidad y la participación política puede ser más compleja de lo que se había supuesto anteriormente.
¿Por qué el malestar puede motivar a la acción?
No son pocos los estudios que se habían realizado con anterioridad y que ya habían sugerido que la insatisfacción percibida motiva la participación en la política. De hecho, la mayoría de esos investigadores sugieren que el descontento con el gobierno y sus formas es algo necesario para que la ciudadanía participe en la política.
No obstante, cuando los autores del estudio señalan este aspecto, también mencionan que en esas investigaciones se han conceptualizado de forma diferente tanto la participación política como el descontento. Además, también se han analizado los datos de forma diferente.
Sea como sea, los autores señalan que en un contexto sociopolítico como el que estamos viviendo, el compromiso ciudadano puede verse favorecido precisamente porque muchas causas colectivas se producen a raíz de emociones desagradables y mucho descontento.
Así pues, parece ser que el malestar puede ser una fuente de acción y motivación en lugar de paralizarnos —al menos en algunos contextos, como el político—. De hecho, existen estudios que señalan que los ciudadanos más infelices tienen mayores probabilidades de participar en las denominadas actividades políticas radicalizadas (boicots, huelgas, ocupaciones y actos vandálicos).


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