Ley de hierro de las instituciones: conservar el poder a toda costa

Esta ley muestra que los líderes tienden a asumir costes muy altos con tal de no perder influencia.

Ley de hierro de las instituciones

Hay gente que prefiere mil veces más gobernar en un montón de ruinas antes que reconocer que su administración no va bien, y la ley de hierro de las instituciones describe muy bien este fenómeno. Veámosla a continuación.

La ley de hierro de las instituciones

Jonathan Schwartz describió en 2007 la ley de hierro de las instituciones, en la cual se postula que la gente quien controla una determinada organización se preocupa más en conservar su poder dentro de la propia institución que en el poder de la institución en sí. Es decir, de acuerdo con esta ley, las personas quienes han ganado un importante cargo en una determinada organización o que la presiden preferirían mantener su puesto, aunque esto llevara a la ruina a la institución, antes de ceder el poder a alguien más apto.

Este fenómeno no es para nada extraño. Es muy común verlo en todo tipo de instituciones humanas, desde colegios de primaria, medianas y pequeñas empresas y, a un muy alto nivel, grandes corporaciones, partidos políticos y gobiernos de estados soberanos. Es algo que siempre ha estado en la historia y, tanto para bien como para mal, seguirá dándose para siempre.

Origen del concepto

Schwartz utilizó este término por primera vez para referirse a la gestión de Nancy Pelosi dentro del partido demócrata. Pelosi, quien actualmente es la Presidenta de la Cámara de Representantes de los Estados Unidos, tuvo problemas en el año 2007 al tratar de abordar la opinión de los votantes de izquierdas con respecto a la cuestión de la guerra de Iraq. La izquierda se estaba mostrando muy contraria al conflicto, pero el partido demócrata, supuestamente perteneciente al mismo espectro, parecía estar a favor.

Nancy Pelosi se mostraba reacia a consultar esta cuestión con otros compañeros demócratas, quienes sí querían que el conflicto parara o se gestionara mejor, eslogan útil en su carrera por la presidencia de los Estados Unidos. Pareciera que Pelosi temía que al darle voz y voto a otros demócratas, ella perdiera su posición ante un candidato más cercano al votante de izquierdas americano medio.

Ejemplos

Veamos algunos ejemplos de la ley de hierro de las instituciones.

Bernie Sanders y el partido demócrata

Un caso más reciente en la política americana en el que se puede ver cómo de cruel es la ley de hierro de las instituciones lo tenemos en el caso vivido por el partido demócrata y Bernie Sanders en las elecciones presidenciales de 2016. En estas mismas elecciones los demócratas perdieron la presidencia, ganando el candidato republicano Donald J. Trump.

Bernie Sanders destacaba entre los demócratas por sus opiniones verdaderamente izquierdistas, crítico con cuestiones como Palestina-Israel, derechos civiles y salario. Esta ideología era especialmente controvertida para la cúpula demócrata, quienes, pese supuestamente ser de izquierdas y liberales, veían a Sanders como una amenaza para su poder dentro del partido.

Sanders estaba ganando bastante popularidad, algo que hizo que otros demócratas, como es el caso de Neera Tanden y David Brock, tomaran la iniciativa de desprestigiar y menospreciar tanto a Bernie Sanders como a sus partidarios.

La lucha por conservar la cúpula y jerarquía dentro de la organización, evitando que Sanders pudiera escalarla y llegar a ser el principal candidato del partido en vez de Hillary Clinton, fue algo crucial para el hundimiento del partido demócrata en las elecciones del 2016.

El resto es historia. Hillary Clinton no ganó las elecciones como nueva presidenta de los Estados Unidos y Bernie Sanders optó al senado norteamericano como senador independiente, no circunscrito al partido demócrata.

Las purgas de Stalin

Otro caso es el de Iósif Stalin. El dictador soviético ordenó realizar purgas dentro del Ejército Rojo, matando a muchos oficiales competentes que hubieran fortalecido militarmente a la Unión Soviética, además de garantizar la seguridad de la federación. Al asesinarlos, Stalin provocó un serio problema en la Unión, dado que esta quedó muy debilitada, quedando a merced de Adolf Hitler cuando este trató de invadir a los soviéticos.

Diferencia con la ley de hierro de la oligarquía

Existe otra ley cuyo nombre puede prestar a confusión con la que en este artículo se expone. Hablamos de la ley de hierro de la oligarquía y, en ella, se describe un fenómeno que estaría más o menos relacionado con la de las instituciones, aunque no es lo mismo.

Esta ley fue propuesta por el sociólogo alemán Robert Michels en 1911, en su libro Zur Soziologie des Parteiwesens in der modernen Demokratie (Sobre la sociología de los partidos en la democracia moderna). Estipula que dentro de un partido político es inevitable que aparezca una oligarquía, es decir, un grupo de poder que esté por encima de los demás y que lo manejen de forma más o menos autoritaria, independientemente de cómo de democrática era la institución en sus inicios.

Michels llegó a esta conclusión al ver que, en instituciones complejas, era muy difícil llevar a cabo una democracia directa, es decir, que cada uno de sus miembros dé su voz y voto sin intermediarios. Para agilizar el proceso y hacer que la organización funcione, tarde o temprano unos pocos se encargaran de manejar a toda la institución.

Con el paso del tiempo, en toda organización, sea un partido político como es el caso que describe Michels en su libro, como cualquier otro tipo de institución menos política, se formará una clase dirigente. Esta misma clase dirigente se encargará de controlar el flujo de información dentro de la organización, permitiendo conservar el poder y evitar que surjan opiniones discrepantes.

La diferencia entre esta ley y la de las instituciones es que la segunda describe como la clase dirigente prefiere conservar el poder, aunque esto suponga un perjuicio para la organización, mientras que la de la oligarquía sería la que describiría cómo se forma esta clase dirigente en el seno de la organización, y qué hace para seguir conservando el poder.

Referencias bibliográficas:

  • James L. Hyland. Democratic theory: the philosophical foundations. Manchester, England, UK; New York, New York, USA: Manchester University Press ND, 1995. p. 247.
  • Robert Michels, Political Parties: A Sociological Study of the Oligarchical Tendencies of Modern Democracy, 1915, trans. Eden and Cedar Paul (Kitchener, Ontario: Batoche Books, 2001), 241,

Graduado en Psicología con mención en Psicología Clínica por la Universidad de Barcelona. Postgrado de Actualización de Psicopatología Clínica en la UB.

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