George Herbert Mead: biografía y aportes de este filósofo y sociólogo

Explicamos la vida y aportaciones de George Herbert Mead, fundador del interaccionismo simbólico.

George Herbert Mead

Dicen que las clases que George Herbert Mead impartía en la Universidad de Chicago estaban repletas. Los estudiantes de filosofía (porque, curiosamente, uno de los mejores sociólogos del siglo XX fue, primero, filósofo) se mostraban verdaderamente entusiasmados con la manera que tenía Mead de hacerlos participar en sus clases, basadas en un principio totalmente socrático. Se establecía así un diálogo fluido y animado, que atrajo también a los doctorandos en sociología de la universidad.

En esta biografía de George Herbert Mead conocerás a uno de los sociólogos más importantes del siglo XX, fundador, entre otras cosas, de la teoría del interaccionismo simbólico.

Breve biografía de George Herbert Mead, creador del interaccionismo simbólico

Para ser justos, deberíamos decir “uno de los creadores”. Porque, junto con Mead, también estuvieron detrás del origen de esta corriente otros autores, como Charles Horton Cooley (1864-1929) y Erving Goffman (1922-1982). El primero establece en una fecha tan temprana como 1902 su teoría del “yo espejo”, que recupera algunas bases de William James (1842-1910) y que sostiene que la imagen que tenemos de nosotros mismos se retroalimenta de lo que los demás piensan de nosotros y de cómo nos ven. Por otro lado, Goffman sienta las bases de la microsociología, que trata la interacción humana a pequeña escala, la del día a día.

En cuanto al término, fue Herbert Blumer (1900-1987), también de la escuela de sociólogos de Chicago, quien acuñó la denominación de “interaccionismo simbólico” en 1937 para englobar las teorías recogidas de Mead.

Todas estas corrientes hunden sus raíces en el yo individual en interacción constante con los otros, lo que conforma lo que llamamos sociedad. Pero veamos con más profundidad quién fue George Herbert Mead y cuáles fueron sus aportaciones a la sociología.

El profesor de filosofía que se convirtió en sociólogo

Ya hemos comentado en la introducción que Mead impartía clases de filosofía, no de sociología. Su “conversión” en uno de los representantes más famosos de la sociología moderna está motivada, primero, por la estrecha relación que sostiene y siempre ha sostenido la filosofía con la sociología (y todo lo que atañe al ser humano); y segundo, porque ya hemos dicho que sus clases despertaban auténtica pasión en la Universidad de Chicago, y no sólo entre sus alumnos de filosofía.

George Herbert Mead había nacido en 1863 en el estado de Massachusetts (EUA). Antes de impartir clases en Chicago había cursado estudios en varias facultades del país y también de Europa, aunque, según el profesor George Ritzer, nunca obtuvo un título oficial.

Sin embargo, y a pesar de la falta de certificación, Mead pronto se erigió como uno de los más brillantes maestros de la Universidad de Chicago, donde ejerció el cargo de profesor hasta su muerte en 1931. En sus clases remarcó profundamente la gran importancia del Yo, es decir, de la mente individual, dentro del engranaje social, lo que le llevó a postular algunas de las bases del interaccionismo simbólico y, sobre todo, del primer conductismo social.

Sus obras aparecieron de forma póstuma: en 1932 se publica La filosofía del presente; en 1934, Mente, yo y sociedad desde el punto de vista de un conductista social; y finalmente, en 1938, sale a la luz La filosofía del acto. Mead es famoso por no haber dejado nada escrito en vida o, al menos, nada terminado; sus libros son fruto de la recopilación de sus numerosas notas, conferencias y clases.

Se sabe, sin embargo, que al final de sus días tenía intención de pulir y publicar sus notas, empresa que no pudo llevar a cabo, pues la muerte le sorprendió antes de terminar la tarea. Fueron otros (especialmente, sus estudiantes) los que, recopilando los numerosos manuscritos que Mead había dejado, pudieron plasmar sus ideas en forma de obras acabadas, e hicieron, de esta forma, un gran favor a la sociología.

El “yo” y la sociedad

Para Mead, el Yo, es decir, la conciencia individual, surge como interacción con la sociedad. Es decir, se trata de un proceso social, mediante el cual el ser se cohíbe y entra en un estado de “timidez”. Esta conciencia individual surge, pues, como resultado del contacto con el ambiente, de lo que se deduce, según Mead, que la mente es un producto social.

Las teorías de Mead son de corte conductista y pragmatista. Es decir, tanto Mead como sus seguidores no conciben el sujeto como algo aislado del contexto social en el que está inmerso. Son realistas, en tanto que es la realidad la que dirige las conductas del individuo para con la sociedad. En este sentido, la famosa teoría de la emergencia del self (es decir, del yo) sostenida por Herbert Mead propone que el surgimiento del yo es fruto de una adaptación al ambiente. Primero, existiría el impulso de satisfacer las necesidades del sujeto. Estas necesidades y su satisfacción inmediata comportan una obligatoria adaptación al entorno, del que se obtendrá esta satisfacción.

Esta adaptación está presente en todos los organismos, pero, según Mead, en el ser humano se advierte una característica esencial: la adaptación reflexiva, muy diferente a la mera adaptación biológica o instintiva de los animales. Y es, precisamente, esta adaptación reflexiva humana la que se convierte en el motor de emergencia del self, del yo, que dependerá, por tanto, del contexto social del individuo.

La Teoría del Acto

La Teoría del Acto de Mead está estrechamente ligada con este despertar del yo en relación con la sociedad. Se puede dividir la Teoría del Acto en cuatro fases: la primera es precisamente el impulso que siente el organismo de satisfacer sus necesidades (por ejemplo, comer). La segunda es la percepción que tiene este organismo de su entorno; ¿dónde encontrar la fuente que satisfaga su necesidad? Por tanto, se establece la obligación de interactuar con el ambiente. La tercera fase es la de la manipulación, entendiendo la palabra como el moldeamiento manual del entorno; por ejemplo, encontrando la manera de obtener la fruta que cuelga de un árbol.

Y, por último, la cuarta fase sería la consumación, en la que el organismo ha conseguido manipular satisfactoriamente su entorno y ha podido satisfacer su necesidad o impulso primario (comer, en este caso).

A diferencia de los animales, los humanos incluimos en nuestra interacción con el entorno un acto social, los “gestos significantes”, cuyo máximo exponente sería, por supuesto, el lenguaje. A través del lenguaje interactuamos con nuestro contexto para satisfacer estas necesidades y, a diferencia de otro tipo de gestos compartidos con los animales, el lenguaje estimula a emisor y receptos a partes iguales. De esta forma, y resumiendo lo expuesto anteriormente, los gestos significantes son el vehículo a través del cual el ser humano se comunica con su entorno y le permite una adaptación.

El interaccionismo simbólico

George Herbert Mead fue uno de los pioneros en lo que Blumer llamó interaccionismo simbólico. Muchos autores, sin embargo, lo sitúan en una especie de “pre-interaccionismo”, aunque es evidente que de su teoría surgen muchas de las bases de esta corriente.

El interaccionismo es un movimiento sociológico clave del siglo XX y, desde luego, el primero que cambió el foco desde el que analizar el fenómeno sociológico, al situar al individuo como punto de partida para comprender la sociedad. Por ello precisamente es por lo que el interaccionismo se acerca tanto a otras disciplinas como la psicología, puesto que se centra en el individuo.

En las bases del pensamiento interaccionista de Mead y otros autores está, por supuesto, el pragmatismo, del que ya hemos hablado, así como el conductismo, que centra su investigación en las conductas observables humanas. Y tampoco tenemos que olvidar las aportaciones de Georg Simmel (1858-1918), filósofo y sociólogo alemán, uno de los primeros en sostener que la persona actúa sólo en relación con los otros; es decir, con la sociedad.

El individuo aislado no es comprensible ni factible; esto lo veían todos los interaccionistas, entre ellos George Herbert Mead, del que hemos esbozado una pequeña reseña que esperemos os sea útil para comprender el alcance de sus ideas en el mundo actual.

  • Mead, G.H. (2009), Escritos políticos y filosóficos, FCE.
  • Ritzer, G. (2007), Teoría sociológica clásica, McGraw-Hill.
  • Mead, G.H. (1934). Mind, Self, and Society: From the Standpoint of a Social Behaviorist. University of Chicago Press.
  • G.H Mead, el desarrollo del self, video del canal de Youtube de Alejandro Néstor: https://www.youtube.com/watch?v=bG5HsBkCxd0

Periodista

Licenciada en Humanidades y Periodismo por la Universitat Internacional de Catalunya y estudiante de especialización en Cultura e Historia Medieval. Autora de numerosos relatos cortos, artículos sobre historia y arte y de una novela histórica.

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