Si decimos el nombre de François-Marie Arouet es posible que pocos sepan a quien nos estamos refiriendo, en cambio, si mencionamos el seudónimo que usó la mayor parte de su vida, no hay duda que a la mayoría le vendrá a la mente la figura de uno de los más importantes pensadores de la Ilustración: Voltaire.
De origen plebeyo aunque pudiente, Voltaire fue crítico con la sociedad estamental de su momento, con la Iglesia Católica y con las injusticias. Fue defensor de la libertad y tolerancia religiosa y promulgó que todos los hombres son iguales.
A continuación vamos a profundizar sobre la vida de este intelectual francés a través de una biografía de Voltaire, en la que hablaremos de su filosofía y obra literaria, todas ellas protagonistas de una vida marcada por los constantes exilios y los rifirrafes con las figuras de autoridad de su momento.
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Breve biografía de Voltaire
François-Marie Arouet, más conocido como Voltaire, fue un escritor, historiador, filósofo y abogado francés que perteneció a la francmasonería. Es considerado como una de las principales figuras de la Ilustración, un período de la historia occidental que enfatizó el poder de la razón humana y de la ciencia, en detrimento de la superstición y la religión.
A lo largo de su vida, Voltaire escribió numerosas obras, se implicó en la vida pública y política de la sociedad europea ilustrada y mostró una opinión muy crítica con la sociedad estamental de su tiempo, algo que le llevó a pisar en más de una ocasión la Bastilla.
Primeros años
François-Marie Arouet nació el 21 de noviembre de 1694 en Châtenay-Malabry. Era hijo del notario François Arouet, consejero del rey y tesorero de la Cámara de Cuentas de París, y Marie Marguerite d’Aumard, fallecida cuando el pequeño Arouet contaba con solo siete años de edad. Se tiene constancia de que Voltaire tuvo cuatro hermanos, pero solo dos además de él llegaron a la edad adulta: Armand Arouet, abogado en el Parlamento de París, y su hermana Marie Arouet.
El joven François-Marie estudió griego y latín en el colegio jesuita Louis-le-Grand entre los años 1704 y 1711, coincidiendo con los últimos años del reinado de Luis XIV, el Rey Sol. Sería en ese colegio donde el joven Voltaire trabaría amistad con los hermanos René-Louis y Marc-Pierre Anderson, futuros ministros del rey Luis XV. En 1706, teniendo solo doce años, Voltaire escribió la tragedia “Amulius y Numitor”, de la que se encontrarían algunos fragmentos que se publicaron en el siglo XIX.
Entre 1711 y 1713 estudiaría Derecho, pero no acabaría esa carrera porque, según le dijo a su padre, prefería ser un hombre de letras y no un mero funcionario real más. Por esta época, su padrino, el abate de Châteauneuf, lo introdujo en la Sociedad del Temple, un grupo libertino, coincidiendo con que en esa época recibió una cuantiosa herencia de la anciana cortesana Ninon de Lenclos. La anciana le había dejado esa herencia con el propósito, al parecer, de que el joven Voltaire se comprara libros.
En el año 1713, François-Marie Arouet consiguió el cargo de secretario de la embajada francesa en La Haya, Holanda, ciudad en donde compondría su “la Oda sobre las desgracias del tiempo”. Su estancia fue corta, pues el propio embajador lo devolvió a París ese mismo año al enterarse de que Arouet había intimado con una joven refugiada hugonota francesa llamada Catherine Olympe Dunoyer, “Pimpette”. Durante esta misma época empezó a escribir su tragedia “Edipo”, aunque no se publicaría hasta 1718 y, después, comienza a redactar su poema épico culto llamado “La henriada”.
Desde 1714 trabaja como escribiente en una notaría. A pesar de ser un plebeyo, se convierte en un invitado frecuente de los salones parisinos y de las veladas con la duquesa de Maine en el castillo de Sceaux. Allí tendría la oportunidad de conocer a las celebridades de la época y codearse en cenas galantes con los más destacables nobles libertinos. En esta época compone dos poemas sumamente escandalosos: “Le Bourbier” y “L’Anti-Giton”, semejantes a los relatos eróticos en verso de La Fontaine.
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Encarcelan a François-Marie, liberan a Voltaire
Al morir Luis XIV en 1715, el duque de Orléans asumió la regencia y el joven François-Marie Arouet se atrevió a escribir una sátira en contra de los amores incestuosos entre él y su hija, la duquesa de Berry. Como consecuencia de su osadía, el joven Arouet fue encarcelado en la famosa prisión de la Bastilla, cumpliendo su pena entre mayo de 1717 y abril de 1718. Al salir de prisión fue desterrado a su casa natal en Châtenay-Malabry, siendo a partir de este momento en el que adopta el nombre por el que sería conocido por el resto de su vida y después de su muerte: Voltaire.
Los últimos años de la década de 1710 y principios de 1720 es una época muy prolífica para Voltaire. Estrena en 1718 su tragedia “Edipo”, con sumo éxito. En 1720 presentará “Artemira” y en 1721 ofrece el manuscrito de su epopeya “La henriade” al regente, publicándola con el título de “Poème de la Ligue” en 1723 dedicada al rey Enrique IV de Francia, cuya gloria y hazañas son el argumento de la obra. Esta obra alcanzaría un gran éxito y, motivado, Voltaire decide empezar a redactar su “Ensayo sobre las guerras civiles”.
En 1722 fallece su padre, quien le deja en herencia una gran fortuna que Voltaire aprovecha para hacer un nuevo viaje a Holanda, acompañado de la condesa viuda de Rupelmonde, aunque esto no le impediría tener otros amores un año más tarde, esta vez con la marquesa de Bernières. En 1724 estrenaría “Mariana”, época en la que empezaría a sufrir graves problemas de salud pero que no le impidieron continuar con su producción literaria, estrenando al año siguiente “El indiscreto”.
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Desconfiando de la sociedad estamental
En 1725 recibe el honor de ser invitado a la boda del rey Luis XV, lo cual hace que Voltaire se convierta en un personaje recurrente en la Corte francesa. Sin embargo, en 1726, a causa de discutir con el noble caballero De Rohan y decirle unas palabras que no le sentaron bien, causó revuelo en la capital.
De Rohan mandó a sus lacayos a darle una paliza a Voltaire, aunque se negó después a aclarar el asunto con las maneras propias de la época, en forma de duelo a espada o con pistola. El noble no se dignaba, viendo a Voltaire como un plebeyo y entendiendo que los de su condición carecen por completo de honor.
Voltaire, no satisfecho con la situación, iba por todo París buscando al noble y pidiendo una satisfacción, es decir, un duelo. Pese a que las demandas de Voltaire eran legítimas, el hecho de que un plebeyo persiguiera a un aristócrata demandándole compensaciones no sentó bien a la alta sociedad. Por ello Voltaire acabó siendo apresado nuevamente en la Bastilla, esta vez por solo dos semanas. La reclusión no lo amedrentó, pues estando en prisión seguía pidiendo su satisfacción. Al final se excarceló a Voltaire, pero solamente a cambio de que jurara exiliarse.
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Exilio en Gran Bretaña
Volviendo a ser un hombre libre Voltaire decidió exiliarse a Gran Bretaña, donde permanecería dos años y medio (1726-1729). Los acontecimientos vividos en París enseñaron a Voltaire que, a pesar de que había sido recibido con agrado y curiosidad entre los nobles en un comienzo, para ellos nunca dejaría de ser un plebeyo, una persona de estamento inferior y que no merecía los mismos derechos. La ley no era igual para todos, y por ello se convirtió en un gran defensor del derecho a una justicia universal.
En su exilio, lo primero que hizo fue instalarse en Londres, siendo acogido por lord Henry St. John, vizconde de Bolingbroke. Voltaire no tenía nada de dinero, estando tan desesperado que incluso pidió ayuda económica a su hermano Armand Arouet, a quien detestaba por ser jansenista pero ahora lo necesitaba más que nunca. De él no obtuvo ni siquiera respuesta.
El tiempo que pasó en Inglaterra fue determinante para la formación de su pensamiento. Voltaire descubrió la ciencia newtoniana, la filosofía empirista y las instituciones políticas inglesas. Aprendió inglés y se convirtió en anglófilo, percibiendo a los ingleses como el pueblo más sabio y más libre del momento. Sentía gran interés por la obra de sir Isaac Newton, aunque no le dio tiempo a conocerlo en profundidad pero sí de asistir a su funeral en 1727 en la abadía de Westminster.
Estando en Londres Voltaire se sorprende de la tolerancia y variedad religiosa de los ingleses y de la gran veneración que sienten por Shakespeare, cuyo monólogo de Hamlet traduce. Por esta época publicaría sus dos primeros grandes textos en inglés: “Ensayo sobre la guerra civil” y “Ensayo sobre la poesía épica”. Voltaire tuvo la suerte de relacionarse con otros grandes personajes británicos de la época, como el deísta Samuel Clarke, el poeta filosófico Alexander Pope y el satírico Jonathan Swift. También conocería a John Locke, cuya obra liberal admira.
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Vuelta a Francia
En 1729 Voltaire regresó a Francia con tres propósitos fundamentales. El primero, hacerse rico lo antes posible para no morir en la más absoluta de las miserias como solía pasarle a muchos hombres de letras. El segundo, fomentar la tolerancia y combatir el fanatismo. El tercero, difundir el pensamiento científico de sir Isaac Newton y las ideas políticas liberales del filósofo John Locke, publicando en francés sus “Cartas filosóficas o inglesas”, texto que hizo parecer a la sociedad francesa como atrasada e intolerante.
Voltaire quería hacerse rico y vio una oportunidad de oro en el proyecto del matemático Charles Marie de la Condamine, quien había descubierto un defecto del sistema de lotería concebido por el ministro de finanzas francés Michel Robert Le Pelletier-Desforts. De la Condamine descubrió que se podía explotar el sistema comprando los bonos baratos que daban derecho a acumular casi todos los números de la lotería.
Sorprendentemente, el truco de la lotería le funcionó a ambos y, a pesar del pleito que interpuso el ministro, como realmente no habían hecho nada ilegal, ganaron una cuantiosa suma de dinero. Pero esto era sólo una minucia en comparación con otras riquezas que sumaría el filósofo, pues Voltaire acrecentó aún más su fortuna adquiriendo una remesa de plata americana en Cádiz y especulando en diversas operaciones financieras, convirtiéndose en uno de los mayores rentistas de toda Francia.
En 1731 Voltaire publica su “Historia de Carlos XII” donde adelantaría algunos problemas y tópicos que expondría con más detalle en sus “Cartas filosóficas” (1734). En ella haría una defensa a ultranza de la tolerancia religiosa y la libertad ideológica, tomando como modelo la permisividad inglesa y el laicismo de la sociedad anglosajona. También aprovecharía para acusar al cristianismo de constituir la raíz de todo fanatismo dogmático. La “Historia de Carlos XII” es retirada a petición del gobierno, pero esto no le impide seguir circulando de forma clandestina.
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Huida a Cirey-Sur-Blaise
En 1732 alcanza su máximo éxito teatral con “Zaïre”, una tragedia que escribió en tan solo tres semanas. En 1733 publica “El templo del gusto”, época que coincide con el comienzo de una profunda relación con la matemática y física madame Émilie du Châtelet. En 1734 publicaría sus controversiales y explosivas “Cartas filosóficas”, condenadas casi de inmediato a que ardieran en la hoguera y se ordenó que Voltaire fuera detenido.
El escritor ya había previsto la posibilidad de ser detenido, así que abandonó París antes de que le pusieran las manos encima y se refugió en el castillo de la marquesa du Châtelet, en Cirey-Sur-Blaise (Champaña). Es a partir de este momento en el que establecería una larga relación amorosa con la marquesa, que duraría dieciséis años y con la que trabajaría en su obra “La filosofía de Newton”, donde resumía en idioma francés la nueva física del genio inglés.
Viviría en este retiro durante diez años, consagrado a las letras. También aprovechó para arreglar algunos asuntos económicos, concluyó con sus pleitos y se ofreció a restaurar el castillo, añadiéndole una galería y dotándolo con un amplio gabinete para los experimentos de física de la marquesa. También construiría una biblioteca de 21.000 volúmenes personalmente escogidos. Fueron años de tranquilidad para Voltaire, teniendo tiempo suficiente como para documentar y escribir sus obras, y dedicarse a la lectura y la ciencia junto a la marquesa.
En esta misma época Voltaire retoma su carrera dramática escribiendo “Adélaïde du Guesclin” (1734), primera pieza del clasicismo que se alejaba de temas grecolatinos para abordar la historia de Francia. Luego escribiría “La muerte de César” (1735), “Alzira o los americanos” (1736) y “El fanatismo o Mahoma” (1741). En 1741 se encontró con Felipe Stanhope de Chesterfield en Bélgica, encuentro que le inspiró para escribir la novela “Los oídos del Conde de Chesterfield y el capellán Gudman”. En 1742 su “El fanatismo o Mahoma” es prohibida.
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Fin de la relación con la marquesa
Voltaire viaja a Berlín, donde llega a ser nombrado académico, historiógrafo y Caballero de la Cámara real. Tras su relación de dieciséis años con Voltaire, la marquesa du Châtelet se enamora perdidamente del joven poeta Jean-François de Saint-Lambert. Voltaire los descubre y, tras un ataque de furia, acaba consintiendo la situación.
La marquesa queda embarazada, pero fallece en 1749 a causa de complicaciones del parto, lo cual hace que Voltaire quede sumamente destrozado y deprimido, decidiendo huir aceptando la nueva invitación a Berlín de Federico II de Prusia, algo que enfadó mucho al rey Luis XV.
En 1751 publicaría la primera versión completa de “El siglo de Luis XIV” y continuó con “Micromegas” en 1752. Debido a algunas disputas con Federico II, especialmente por su desencuentro con el recién nombrado presidente de la Academia de Berlín, el filósofo materialista Maupertuis, Voltaire huye de Prusia en 1753. Para su desgracia, es detenido en Fráncfort por un agente del rey y tiene que sufrir varias vejaciones antes de regresar a Francia. No es bienvenido por el rey Luis XV, lo cual hace que tenga que refugiarse en Suiza, en una mansión y finca rural, Les Délices, que compró cerca de Ginebra.
El terremoto de Lisboa de 1755 impresionó mucho a Voltaire, haciéndole pensar sobre el sinsentido de la historia y el sentido del mal, publicando al respecto “Poema sobre el desastre de Lisboa”. Es en torno a este año en el que inicia sus colaboraciones con la Enciclopedia de Diderot y D’Alembert, publicando siete volúmenes de “Ensayos sobre la historia general y sobre las costumbres y el espíritu de las naciones” (1756) e “Historia del imperio de Rusia bajo Pedro el Grande” (1759), centrándose no solo en la historia de los hombres sino también de las manifestaciones del espíritu humano de forma artística, las costumbres, las instituciones sociales y las religiones.
En el año 1758 compra una propiedad en Ferney, en Francia, justo en la frontera con Suiza para que, en caso de tener otra vez algún problema en su país natal, poder salir de él rápidamente. Viviría allí durante 18 y sería el lugar donde recibiría a numerosos miembros de la élite intelectual de Europa. Desde allí enviaría y recibiría multitud de cartas, unas 40.000 que solían acabar con su expresión “Écrasez l'Infâme” (“Aplastad al Infame”).
Últimos años
En 1763 redactó su “Tratado sobre la tolerancia” y, en 1764, su “Diccionario filosófico”. Ese mismo año divulgó anónimamente un duro libelo contra Jean-Jacques Rousseau llamado “El sentimiento de los ciudadanos”. Desde entonces, siendo ya un personaje famoso e influyente en la vida pública, Voltaire intervino en varios casos judiciales, entre ellos el caso Jean Calas, que daría pie a la abolición de la tortura judicial en Francia y en otros países europeos, poniendo también los fundamentos de los derechos humanos modernos.
En 1773 Voltaire, ya muy anciano, cae gravemente enfermo. Pese a ello publica en 1775 su “Historia de Jenni” y, en 1776, viendo que el final se acercaba, redacta testamento. En 1778 vuelve París donde se le acogió con entusiasmo y decide estrenar su “Irene” en medio de verdadera fascinación. Tras recibir muchas visitas para debatir de todo tipo de cuestiones filosóficas e intelectuales en general, su estado se agrava y, finalmente, muere el 30 de mayo de 1778, con 83 años, siendo sepultado en el monasterio benedictino de Scellières, cerca de Troyes. En 1791 sus restos serían trasladados al Panteón.
Su pensamiento filosófico
Voltaire alcanzó la fama gracias a su obras literarias y, sobre todo, por sus escritos filosóficos, donde se mostró verdaderamente crítico. A diferencia de Jean-Jacques Rousseau, Voltaire no ve oposición entre una sociedad alienante y un individuo oprimido, y cree en un sentimiento universal e innato de la justicia que debe reflejarse en las leyes de todos los países.
Para él, la ley debería ser igual para todos. Debe haber una convención de justicia, un pacto social para preservar el interés de cada individuo. Considera que el instinto y la razón de cada persona le lleva a respetar y promover tal pacto.
Su filosofía prescinde de Dios, aunque esto no quiere decir que Voltaire sea ateo, sino más bien deísta. No obstante, no cree en la intervención divina en los quehaceres humanos y, de hecho, denuncia el providencialismo en su cuento filosófico “Cándido o el optimismo” (1759). Se mostró como un ferviente opositor a la Iglesia Católico que, según él, era la representación de la intolerancia y de la injusticia. Por esto Voltaire acabó convirtiéndose en el modelo para la burguesía liberal y anticlerical y en el enemigo de los religiosos menos críticos con su doctrina.
Pese a ser crítico contra la Iglesia Católica, Voltaire ha pasado a la historia por acuñar el concepto de la tolerancia religiosa. Luchó contra la intolerancia y la superstición, pero siempre defendió la convivencia pacífica entre personas de diferentes creencias y religiones. Es por este motivo que a él se le atribuye la siguiente máxima que, si bien jamás la pronunció, resume muy bien cuál era su postura:
“No comparto lo que dices, pero defenderé hasta la muerte tu derecho a decirlo”.
La filosofía de John Locke es para Voltaire una doctrina que se adapta perfectamente a su ideal positivo y utilitario. Locke es el defensor del liberalismo, afirmando que el pacto social no debe suprimir los derechos naturales del individuo. Los individuos aprendemos de la experiencia, todo lo que la supera es hipótesis.
Voltaire saca su moral de la doctrina de Locke. Considera que el objetivo de los hombres es tomar su propio destino, mejorar su condición, hacer de su vida más sencilla potenciando la ciencia, la industria, las artes y gobernar con una buena política. La vida no será posible sin una convención donde cada uno encuentre su parte, su lugar en el mundo. La justicia de cada país, aunque varíe en cuanto a las leyes, deberá asegurarse de esta convención, que es universal.
El seudónimo “Voltaire”
Son muchas las teorías acerca del seudónimo de Voltaire. François-Marie Arouet hizo uso de este nombre tan identificativo, mucho más popular que su nombre de bautizo. Una de las versiones más aceptadas es la que dice que deriva del apelativo “Petit Volontaire” (Pequeño Voluntario) que usaban sus familiares para referirse a él, en forma cariñosa, cuando era niño. No obstante, de las hipótesis que parecen más verosímiles tenemos la que dice que Voltaire es un anagrama de “AROVET L(E) I(EUNE)”, que no sería más que la versión estilizada en tipografía romana de la expresión “Arouet, le Jeune” (Arouet, el Joven).
Pero para los que no les convenza esta hipótesis, tenemos otras. Podría tratarse del nombre de un pequeño feudo que poseía su madre, mientras que otros dicen que podría ser el sintagma verbal en francés antiguo que significaba que él “voulait faire taire” (“deseaba hacer callar”, pronunciado rápidamente como “vol-ter”) a causa de su pensamiento innovador para la época. Otra teoría es la que dice que se trataría de la palabra “revoltair” (revoltoso), cambiando de orden las sílabas.
Sea cual sea el caso, el hecho es que en 1717 el joven Arouet toma el nombre de Voltaire tras una detención, probablemente siendo la explicación detrás de este nombre una combinación de la mayoría de las que hemos visto.
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