Según el DSM-5, un trauma es “cualquier situación en la que una persona se vea expuesta a escenas de muerte real o inminente, lesiones físicas graves o agresión sexual, ya sea en calidad de víctima directa, cercano a la víctima o testigo”.
En cambio, para El CIE-11, es “cualquier exposición a una situación estresante de naturaleza excepcionalmente amenazante o generadora de ansiedad que probablemente producirá un malestar profundo en la mayoría de las personas”.
Pero más allá de las definiciones y la conceptualización técnica… ¿Cómo afecta al cerebro humano un trauma psicológico? Veámoslo.
Comprendiendo el trauma y sus efectos
La mejor manera de entender qué es un trauma es considerarlo como aquella experiencia que supuso un antes y un después en nuestras vidas y que tiene la capacidad de cambiar nuestro cerebro, afectando sobre todo a las regiones que se ocupan de las emociones (la amígdala), como a las regiones que se ocupan de la memoria (el hipocampo). Por ello es normal ver cómo las personas que han pasado por experiencias traumáticas tienen afectadas la atención, la concentración y la memoria.
Para entender de una forma sencilla qué pasa en nuestro cerebro cuando vivimos una situación traumática, podemos visualizar la imagen de una biblioteca: todo está ordenado hasta que pasa algo que lo desordena todo. El trauma se queda “archivado” de forma disfuncional, en nuestra “biblioteca”, guardando toda la información a nivel somático y cognitivo con la misma fuerza e intensidad que lo vivimos durante ese evento estresante.
Tras ese suceso, todo está revuelto y la nueva información que almacenemos estará descansando sobre ese evento traumático, que se ha quedado congelado en nuestro cerebro. A partir de ese hecho, el cerebro puede optar por disociarse de forma amnésica o revivir de forma constante, en forma de pesadillas, intrusiones lo que nos pasó.
A nivel somático, la persona vive con mucha angustia y debido a que la amígdala está hiperactivada, vemos señales de peligro por todas partes; provocándonos mucha ansiedad.
La persona que ha pasado por relaciones de agresión o abandono durante su infancia, viven de forma constante tras los cristales del trauma, con una sensación vívida de no entender lo que les pasa. Sus vivencias le generaron cogniciones y emociones negativas, que están en la base de su autoconcepto y de cómo ven el mundo, sintiéndose perdidas, bloqueadas y “atrapadas”.
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La influencia del trauma en el funcionamiento del cerebro
El trauma afecta de manera significativa durante la infancia al desarrollo madurativo del cerebro, modificándolo y alterando las funciones ejecutivas, la memoria, atención y concentración. También se ven alterados procesos cognitivos como la mentalización, entre otros. Los niveles de cortisol también se modifican.
Hoy sabemos que el cerebro tiene la capacidad de sanar, de curar sus propias “heridas”. El cerebro, como cualquier otro órgano, tiende a la recuperación, por lo que, con un tratamiento adecuado, el cerebro puede recuperarse y cicatrizar. Los sueños son un reflejo de ello; durante la fase profunda del sueño, el cerebro tiende a organizar toda la información que le llega. Es su tendencia innata a mantener en orden y la limpieza sus instalaciones.
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La intervención en terapia
El mejor tratamiento para curar esas heridas cerebrales, es el EMDR, una terapia diseñada en principio para el estrés postraumático, que hoy en día se aplica a todas las situaciones de trauma, a trastornos de ansiedad, depresión, duelos, adicciones, etc. y que es una de las que están más respaldadas por la investigación científica, con infinidad de publicaciones.
El EMDR ayuda al cerebro a re-procesar el trauma y a desensibilizarlo, lo ayuda a organizar ese evento y a desbloquearlo para que pueda relacionarse con otras redes de memoria más funcionales y adaptativas. La persona supera lo que le pasó, entiende que forma parte de su vida, de su memoria, pero no determina su presente. Logra saber qué cogniciones negativas y distorsionadas están en la base de su vida, y pueden sustituirlas por otras cogniciones más realistas y positivas.
Virtudes Montoro López
Virtudes Montoro López
Psicóloga y Terapeuta EMDR
El pasado se supera, eso es algo incuestionable, podemos ir al origen de lo que nos pasó y sanar todo lo que se dañó. Podemos, desde nuestro presente, continuar con nuestra vida entendiendo lo que nos pasó y entendiéndonos a nosotros mismos.
Gracias a la investigación científica que está en continua expansión, a todo lo que se conoce ahora al cerebro y gracias al EMDR, podemos superar lo que nos pasó y vivir plenamente nuestras vidas.