Si algo caracteriza a las fobias, es su variedad. Prácticamente cualquier fenómeno que podamos convertir en conceptos es capaz dar origen a una fobia, si se dan las circunstancias adecuadas: no importa cuán irracional sea vincular esa sensación de miedo y angustia a un estímulo, situación o pensamiento concreto.
La somnifobia, o fobia al acto de dormir, es un ejemplo de ello. La mayoría de las personas entiende que el sueño forma parte de lo normal, del día a día; sin embargo, hay quien vive la necesidad de dormir como si fuese una pesadilla.
En este artículo veremos cómo se trata la somnifobia en terapia psicológica, y de qué manera se desarrolla el proceso de mejora de los pacientes que experimentan este trastorno de ansiedad.
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¿Qué es la somnifobia?
Tal y como hemos anticipado, la somnifobia es el miedo patológico a dormir. Concretamente, se trata de una fobia específica en la que la idea o sensación de ponerse a dormir genera momentos de estrés muy intenso, que incluso pueden asemejarse a crisis de pánico.
Esto significa que este tipo de fobia no se caracteriza tanto por lo que ocurre mientras se duerme como con lo que pasa al anticipar que se va a caer en el sueño. Quienes padecen somnifobia sienten un malestar muy intenso en las últimas horas del día, cuando sienten que se aproxima el momento en el que se empezará a sentir sueño y en el que todos duermen. En casos extremos, el malestar puede aparecer solo con pensar en la posibilidad de dormir.
Por otro lado, la somnifobia también puede ir de la mano de alteraciones similares, como el temor a ser hipnotizado, dado que es muy fácil relacionar ambos estados de consciencia y considerarlos parecidos.
Síntomas
Los síntomas típicos de la somnifobia son los propios de todas las fobias específicas en general; en este caso, lo único que cambia es el tipo de estímulos y de situaciones que favorece su aparición. Algunas de las más frecuentes las siguientes:
- Temblores.
- Aceleración de la presión sanguínea.
- Pensamientos catastróficos sobre lo que va a pasar.
- Aumento de la sensibilidad ante cualquier estímulo.
- Aumento del ritmo cardíaco.
- Náuseas.
- Respiración acelerada.
- Mareos.
- Necesidad de “escapar” de la situación.
A estos síntomas típicos, en este caso podemos añadirles otro específico de la somnifobia: el sueño y la fatiga por los problemas por dormir poco o casi nada.
Causas
Tal y como ocurre con todos los trastornos psicológicos, no existe una sola causa de la somnifobia, sino muchas. Existe un componente de predisposición genética a desarrollar problemas de ansiedad, aunque esto por sí solo no es determinante: nadie experimentará esta fobia solo por tener ciertas variantes de genes.
En las fobias específicas, las causas más importantes parecen ser las que surgen a raíz de experiencias pasadas, del aprendizaje entendido en un sentido amplio.
Así, situaciones que hayan sido percibidas como problemáticas, incluso si en su momento no causaron mucho malestar ni especial angustia, con el paso del tiempo pueden ir enquistándose en nuestra memoria emociona, favoreciendo la aparición de fobias.
Por otro lado, las causas que el paciente identifica como el motivo de su temor al acto de dormir también pueden variar. En algunos casos se trata del miedo de que algo malo ocurra mientras se duerme, y por consiguiente se trataría de un miedo a la falta de control sobre uno mismo y sobre el entorno. En otros casos, lo que genera malestar es la idea de perder la consciencia, algo que es posible asociar con la muerte o con el estado de coma.
En cualquier caso, los pacientes con somnifobia (y con el resto de fobias en general) suelen reconocer que sus temores son irracionales, y que el problema no está tanto en los pensamientos y las ideas por las que se expresa ese miedo, como en los estados emocionales que escapan a las normas de la lógica.
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¿Cómo se trata la somnifobia en terapia?
Cuando quienes padecen somnifobia van al psicólogo para recibir atención profesional, las técnicas y estrategias utilizadas en terapia varían en función de las características y de las necesidades de cada paciente. Sin embargo, hay varios recursos terapéuticos que se utilizan con más frecuencia que otros; en Psicomaster utilizamos los más eficaces para tratar esta y otras muchas fobias, tanto en adultos como en los más jóvenes, y sabemos por experiencia que la intervención psicológica se muestra muy eficaz ante esta clase de trastornos.
Uno de estos recursos es la exposición sistemática, en la que el psicólogo plantea una situación vinculada al estímulo fóbico y crea un contexto en el que el paciente pueda enfrentarse a esa fuente de ansiedad en un entorno seguro y donde todo está controlado. Para ello en ocasiones se trabaja planteando ejercicios de imaginación, a veces se buscan contextos más reales, e incluso han empezado a desarrollarse formas de terapia contra las fobias usando sistemas de Realidad Virtual.
Además, el profesional ajusta constantemente el nivel de dificultad de estos retos para que el paciente pueda ir progresando hasta llegar a un punto en el que los síntomas se han reducido tanto que apenas suponen un problema.
Otra forma en la que se combate la somnifobia en psicoterapia es utilizando el entrenamiento en ejercicios de relajación, que ayudan a no dejar que la ansiedad lleve al paciente a perder el control sobre sus acciones. Normalmente estos ejercicios se basan en la respiración y en la toma de consciencia de cómo se experimentan los momentos de relajación, para no centrar la atención en aquello que produce malestar. El objetivo es asociar las situaciones de malestar por somnifobia a los momentos en los que la ansiedad se va reduciendo gracias a las técnicas de relajación.
La reestructuración cognitiva es otra técnica terapéutica que resulta especialmente útil en los casos en el que hay ideas irracionales que alimentan la intensidad de la fobia. Por ejemplo, si alguien tiende a creer que existe el riesgo de que el corazón se pare durante el sueño, o si le teme a la parálisis del sueño, en terapia se pueden crear situaciones en las que el paciente se cuestione estas ideas, parándose a pensar acerca de hasta qué punto se ajustan a la realidad y son un riesgo que justifique ese estado de alerta constante.
La creación de rutinas y autoinstrucciones negociadas entre el paciente y el psicoterapeuta también ayuda mucho. El simple hecho de organizar mejor el tiempo también ayuda a mitigar el poder que la somnifobia tiene en uno mismo. De esta manera se evitan situaciones en las que el paciente posterga constantemente el momento de irse a la cama (lo cual genera una tensión y una anticipación del peligro que refuerza el miedo a dormir).
Referencias bibliográficas:
- American Psychiatric Association (2013), Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders. Arlington: American Psychiatric Publishing.
- Edmund J. B. (2005). The Anxiety & Phobia Workbook, 4ª ed. New Harbinger Publications.
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