Los traumas sexuales, entendidos como muy malas experiencias o vivencias traumáticas en el ámbito sexual, derivan frecuentemente en afectaciones físicas y sobre todo mentales, mediante un trastorno de estrés postraumático.
En casos así se observa una gran variedad de síntomas psicológicos, tanto conductuales como emocionales y cognitivos, y por eso es importante buscar ayuda profesional.
Aparte de la intervención terapéutica, la persona puede aplicar a su vida una serie de estrategias para superar el trauma sexual y alcanzar una pronta mejora de la salud mental. A continuación hablaremos de los traumas sexuales, de cuáles son los principales síntomas que se vinculan con esta afectación y cómo podemos afrontarla y tratarla.
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¿Qué son los traumas sexuales?
Entendemos por traumas sexuales vivencias traumáticas vinculadas con el sexo, como puede ser el abuso sexual o la violación (en este último caso la acción se ejecuta tanto de manera violenta como con intimidación). Estas experiencias dejan marcado al sujeto que las sufre, no solo a nivel físico sino también a nivel psicológico, siendo estas alteraciones metnales y comportamentales la afectación que más perdura y es más difícil de sanar.
Debemos tener presente que cualquier acto que se efectúe sin un consentimiento explícito, ya sea porque el sujeto no está en condiciones de expresar su conformidad o porque no quiere que acontezca la relación sexual, se considerará abuso o violanción según las características del acto.
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Síntomas del trauma sexual
Dada la gravedad de la vivencia, observaremos afectaciones en todos o casi todos los ámbitos del sujeto, alterando su vida tanto a nivel conductual, cognitivo como emocional. Pese a haber transcurrido tiempo desde el abuso o violación, el individuo puede seguir mostrándose afectado y más si no ha recibido tratamiento por ello.
También es habitual que, aunque observamos una mejora de los síntomas, en situaciones relacionadas con el sexo, momentos de intimidad, aumente el malestar y le cueste afrontar, pese a estar bien con su pareja.
Existen una larga lista de síntomas, que pueden variar de intensidad o de características según el sujeto. Recordemos que cada persona es distinta y que no todos mostraran el mismo patrón de afectación, por este motivo se debe realizar una evaluación y valoración individualizada.
Algunos de los síntomas más habituales son: aumento de la desconfianza (no solo hacia los demás, sino también de uno mismo), labilidad emocional, afectaciones de las relaciones sociales, disminución del rendimiento, aumento de la timidez, aislamiento social, baja autoestima, sentimiento de culpa por lo sucedido, deterioro en habilidades cognitivas como la memoria o la concentración, insomnio, problemas de control de esfínter (sobre todo en niños y niñas) o abuso de sustancias.
Los síntomas que generan mayor malestar se vinculan con las causas ya mencionadas, es decir con situaciones traumáticas, pero también podremos mostrar afectaciones o dificultades durante las relaciones sexuales si hemos tenido alguna experiencia que nos haya afectado sin ser necesariamente una violación o abuso. Del mismo modo, siempre que nos repercuta debemos afrontarla y acudir a terapia si fuera necesario.
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Tipos de traumas sexuales
Existen dos tipos fundamentales de traumas sexuales, con sus propias características y secuelas psicológicas. Son los siguientes.
1. Traumas sexuales originados por abusos
Las secuelas de este tipo de trauma sexual suelen tener que ver más bien con el comportamiento general de la persona ante los demás: surge una predisposición a la desconfianza y a la auto-culpabilización ante lo ocurrido y, en casos extremos, a la conducta antisocial. En el caso de que el trauma haya surgido en la infancia o adolescencia, aumentan las probabilidades de experimentar fracaso escolar y dificultades con los estudios.
2. Traumas originados por violaciones
Ante este tipo de traumas sexuales se suelen dar todas las secuelas de la variante anterior, y además acostumbran a surgir bloqueos sexuales y miedo al sexo a causa de los "flashbacks" que la víctima sufre al intentar mantener relaciones íntimas (si binen en algunos casos también ocurre en el tipo vinculado a abusos).
Cómo superar los traumas sexuales
Ahora que conocemos los distintos síntomas y la gravedad que implica esta afectación, repercutiendo en la funcionalidad del sujeto, será importante identificar los síntomas y tratarlos de modo personalizado según cuales sean sus principales alteración.
Recibir ayuda profesional será fundamental para poder afrontar y superar el malestar. Así, la terapia psicológica puede ayudar a tratar los distintos síntomas aplicando técnicas dirigidas a la mejora conductual, emocional y cognitiva del paciente. Aparte de afrontar y poder procesar la situación traumática de un modo adecuado, esta clase de intervenciones psicológicas proporcionarán estrategias para hacer frente a las distintas situaciones donde pueden aumentar o volver a aparecer los síntomas y el malestar general.
En casos en los que los síntomas son intensos y es necesario disminuir su intensidad de manera rápida, se pueden recetar psicofármacos (bajo control médico) como complemento de la terapia psicológica; es decir, este recurso proveniente de la psiquiatría no es sustitutivo de la intervención del psicólogo. Los fármacos pueden ser útiles para disminuir el malestar inicial, pero posteriormente los debemos retirar progresivamente, puesto que no puede ser un tratamiento crónico.
La intervención de los profesionales de la salud mental se puede complementar también con rutinas y hábitos que puede hacer uno mismo en su día a día. En este sentido, es muy importante que el paciente colabore, que se muestre motivado para favorecer el progreso del tratamiento, y que realice un trabajo personal de gestión de las emociones por su cuenta, puesto que, de lo contrario, la recuperación será más difícil más lenta.
Así pues, volvamos a la pregunta de cómo superar un trauma sexual a través de las acciones realizadas por uno mismo. A continuación haremos mención de algunas estrategias que pueden ser útiles para mejorar el estado del paciente y ayudar a una pronta mejora.
1. Perdónate
Como ya hemos visto, un síntoma típico el trauma sexual es la autoculpa; culparse por haber sido víctimas del abuso o de la violación. Aunque puede parecer contradictorio, ya que está claro que en ningún momento la víctima será culpable de los hechos, es frecuente que surja en ella la idea de qué habría sucedido si se hubiera actuado de un modo distinto o si lo podría haber evitado.
Pero todas estas suposiciones son proyectadas sobre hechos que no podemos cambiar, y en ningún caso la actuación de la víctima justifica la acción que el agresor realizó.
Para lograr superar el suceso y poder mejorar nuestro estado es necesario que nosotros nos lo permitamos. Es decir, si nos sentimos culpables será muy difícil que la terapia o tratamiento nos ayuden, ya que nuestro propio pensamiento no nos permitirá pasar página y sanarnos.
2. No tengas prisa
Todo proceso de mejora, de cambio hacia el bienestar emocional, necesita tiempo. No te agobies si ves que, pese a recibir tratamiento, sigues mostrando síntomas, lo importante es que veas que avanzas. Como toda afectación pueden darse recaídas o situaciones que vuelvan a activar algún síntoma, pero estas deben ser señal para mantenernos atentos y seguir trabajando para no volver a la situación inicial.
3. Permítete tiempo para ti
Es bueno tener tiempo para dedicarnos a uno mismo, para relajarnos, hacer los que nos gusta y poder reflexionar y conocer cómo estamos, cuál es nuestro estado. De este modo, si dedicamos tiempo, será más fácil identificar las distintas situaciones y por qué nos sucede cada cosa, y poder actuar de forma preventiva si detectamos algún síntoma o sensación distinta a lo habitual.
Con este consejo no nos referimos a que estés continuamente pendiente de qué piensas o qué te preocupa, solo con dedicar un ratito al día ya es suficiente para conocer nuestro estado y actuar si fuera necesario.
4. Identifica tus emociones
Aunque conozcamos las distintas emociones, a veces nos cuesta identificar cómo nos sentimos, qué emoción nos genera la situación. Debemos tener en cuenta que puede producirse una mezcla de emociones y sentimientos complejos, es decir, podemos sentir más de una experiencia emocional, pudiendo incluso mostrar emociones aparentemente contrarias e incompatibles, tanto positivas como negativas, ante una misma situación.
Por ejemplo, podemos tener ganas de intimar más con nuestra pareja, pero por la vivencia traumática que tuvimos, tengamos miedo de afrontar la situación.
Por este motivo, puede serte útil intentar identificar y distinguir distintas emociones. Mediante la puesta en práctica de un diario de emociones, este proceso de reconocimiento te será cada vez más fácil.
Intenta ejercer la identificación emocional en tu día a día, con las distintas emociones que te surjan. De este modo, cuando veas incrementar algunas de las emociones negativas o que te generan malestar, podrás actuar preventivamente, relajándote, respirando o actuando para que esta disminuya.
5. Mantente activo/a
Mantenernos activos realizando actividades que os gusten, que nos ayuden a estar mejor, también es favorable para el proceso de recuperación. Realizar deporte o ejercicio físico beneficia tanto a tu estado interno como externo, es decir, beneficia tu salud física, manteniéndote en forma y tu salud mental, ayudando a despejarte. Del mismo modo, facilita la producción de un tipo de neurotransmisores, las endorfinas, que disminuyen la sensación de dolor, de malestar y favorece sentirnos bien.
Otras actividades que te pueden ser de ayuda consisten en realizar ejercicios de relajación, meditación o yoga. Son prácticas que ayudarán a disminuir tu estado de estrés, tu tensión, al mismo tiempo que te ayudarán a conectar contigo mismo, a ser más consciente de ti y de tu presente.
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6. Expresa cómo te sientes
Externalizar como nos sentimos, nuestros miedos y preocupaciones, nos libera y ayuda a ser más fuertes, a ser capaces de afrontar y vencer todas estas preocupaciones y temores asociados al trauma sexual.
Pocas cosas se solucionan solas, y más cuando nos referimos a acontecimientos tan delicados como es la reacción a una experiencia traumática. Por este motivo, será fundamental que le hagas frente a tu estado, y un primer paso que te puede ser útil para conocer realmente cómo te encuentras y qué sentiste, es externalizando tus estados mentales a través del etiquetado emocional.
Este acto de expresarte lo puedes realizar con personas conocidas, familiares o amigos, que pueden ser apoyo, sintiendo que no estás solo y que cuentas con personas que te comprenden y están dispuestas a ayudarte y/o con un profesional que, de igual forma, servirá de apoyo y mediante su conocimiento y experiencia podrá ayudarte a trabajar y entrenar técnicas y estrategias que te pueden ser útiles para mejorar tu estado y afrontar las distintas situaciones de riesgo que pueden surgir en el futuro.