¿Es posible sufrir desmayos por estrés?

Los desmayos pueden ser muy frecuentes con una exposición continuada a estimulación estresante.

¿Es posible sufrir desmayos por estrés?

Cuando se habla de desmayos, se está hablando de perder de manera temporal la conciencia de uno/a mismo/a. Los desmayos normalmente se dan cuando no llega sangre suficiente al cerebro con motivo de una bajada de tensión arterial. Esto también se conoce como lipotimias, que pueden darse de manera aislada o repentina durante semanas o meses, para acabar desapareciendo.

En la mayoría de los casos, las personas que experimentan estos episodios continuados de lipotimias o desmayos son personas que, debido a sus trabajos o actividades diarias, suelen estar demasiado tiempo en sitios con temperaturas elevadas, llenos de otras personas o en los que deben estar de pie durante muchas horas. Por ello, los profesionales de la salud resaltan la influencia de las situaciones estresantes o agotadoras como desencadenantes de desmayos o lipotimias.

El estrés tiene un impacto negativo sobre nuestra salud, aumentando el riesgo de tener problemas físicos tales como infartos o problemas para dormir. Tener desmayos de forma continuada puede llegar a ser una situación incapacitante, y además quien los sufre puede experimentar situaciones peligrosas, al existir la posibilidad de experimentarlos en ambientes desconocidos o que entrañen riesgos.

En este artículo vamos a hablar sobre la posibilidad de sufrir desmayos por estrés, explorando las causas que estos tienen y la existencia de estrategias o formas de prevenir su aparición.

¿Qué son las lipotimias?

El nombre clínico de las lipotimias es el síncope vasovagal o síncope neurocardiogénico. El síncope vasovagal puede darse por diferentes factores, tales como el estrés o reacciones desproporcionadas a estimulación que pueda generar mucha angustia, miedo o sorpresa. Los factores desencadenantes del síncope vasovagal generan una disminución repentina de la frecuencia cardíaca y la presión arterial. Por ello, el flujo sanguíneo cerebral disminuye y tiene lugar la pérdida del conocimiento.

En general, estos episodios son inofensivos y no requieren de un tratamiento concreto; cuando termina la exposición continuada a los estímulos desencadenantes, lo normal es que dejen de aparecer estos episodios. El peligro de las lipotimias es hacerte daño como consecuencia del episodio, ya sea por estar en una situación peligrosa cuando este suceda o encontrarte en situaciones sociales desconocidas.

Entre los síntomas más comunes antes de sufrir un desmayo por un síncope vasovagal, se pueden experimentar: piel pálida, aturdimiento, visión estrechada en túnel, náuseas, sensación de calor, sudor frío y húmedo y visión borrosa. Durante un desmayo como estos se pueden sufrir movimientos bruscos y anormales, pulso lento y débil y pupilas dilatadas. Normalmente, estos desmayos no duran más de unos pocos minutos.

¿Qué desencadenantes puede haber?

Algunos de los desencadenantes más comunes son:

1. Desencadenantes físicos

Como hemos comentado anteriormente, encontrarse en situaciones o ambientes con temperaturas muy elevadas, muy concurridos o mal ventilados, pueden ser causas de desmayo. También estar de pie mucho tiempo o levantarse demasiado rápido.

2. Estrés emocional

Emociones como el miedo o la sorpresa, y experiencias emocionales tales como la ansiedad o el dolor, pueden generar una bajada de tensión que desencadene un desmayo como estos.

3. Hiperventilación

La hiperventilación tiene lugar cuando una persona respira demasiado rápido. Esto disminuye la concentración de CO2 en sangre y los vasos sanguíneos se estrechan. El flujo de sangre al cerebro disminuye y se puede producir el desamayo.

4. Problemas médicos

Algunos problemas cardíacos, la anemia o la baja concentración de azúcar en sangre pueden causar desmayos de una forma más sencilla que en la población general.

5. Embarazos

Durante los embarazos, se dan cambios en el sistema circulatorio, comprimiéndose grandes vasos sanguíneos y obstruyendo parcialmente el riego sanguíneo, pudiéndose reducir el flujo de sangre al cerebro.

¿Qué sucede en el cuerpo?

Cuando una persona se expone a los estímulos desencadenantes o estresores comentados anteriormente, se activa el sistema simpático nervioso, el que actúa en situaciones de miedo o susto, produciendo palpitaciones, aceleramiento cardíaco, sudor y subida de la tensión arterial. Para contrarrestar estas subidas tan repentinas, entra en acción de forma súbita el sistema parasimpático, que se encarga de atenuar o disminuir esta agitación. Este hace que se dilaten los vasos sanguíneos y genera una caída repentina de la tensión arterial, produciendo una disminución de la frecuencia cardíaca.

En estos procesos tiene mucha importancia el nervio vago, ya que es el que se estimula a través de los desencadenantes del desmayo, y es a su vez, el nervio que activa el sistema parasimpático. El nervio vago es el nervio con más longitud del cuerpo humano y tiene una considerable cantidad de ramificaciones que recorren desde el tronco encefálico hasta la parte más baja de los intestinos. A lo largo de todo su recorrido, tiene contacto con la mayoría de órganos principales del cuerpo humano.

Siempre que inhalamos y exhalamos aire, nuestro nervio vago segrega acetilcolina a nuestro corazón. Esta sustancia funciona como un tranquilizante, estimulando la respuesta de relajación y haciendo que los intervalos entre los latidos del corazón se ralenticen y mejore la variabilidad de la frecuencia cardíaca.

Básicamente, podríamos decir que los desmayos se generan por una acción repentina y continuada tanto del sistema simpático como del sistema parasimpático, activando una serie de cambios fisiológicos que hacen que el cuerpo entre en un estado de desactivación temporal.

¿Cómo prevenir un desmayo?

Para concluir el artículo, podemos aclarar que sí; sí es posible sufrir desmayos por estrés o por una exposición continuada a estímulos estresantes. Sin embargo, hay maneras de identificar estas situaciones e intentar evitar que se dé el desmayo. A continuación, te proponemos una serie de formas para prevenir o evitar un desmayo por estrés:

1. Recuéstate si puedes

Recostarse ayuda a prevenir un desmayo porque facilita la llegada de la sangre al cerebro, sobre todo elevando levemente los pies. Cuando te encuentres mejor, ten cuidado al incorporarte y hazlo muy lentamente y apoyándote en algo o alguien si puedes.

2. Pon tu cabeza entre tus rodillas

Al igual que la anterior, esta postura también facilita la llegada de la sangre al cerebro. De la misma forma, es importante tener cuidado al volverse a levantar.

3. Hidrátate

En general, consumir suficiente cantidad de líquidos a lo largo del día es importante para la salud, sobre todo después de actividad física o en momentos en los que haga mucho calor.

Tomas Santa Cecilia

Tomas Santa Cecilia

Psicologo Consultor: Master en Psicología Cognitivo Conductual

Profesional verificado
Madrid
Terapia online

4. Activa tu circulación sanguínea

Para mejorar la circulación sanguínea, es positivo evitar estar sentado/a mucho tiempo, hacer paseos y estirar las piernas y los músculos.

5. Evita ambientes calurosos, concurridos o mal ventilados

La exposición al calor continuada puede producir una bajada de tensión de forma más fácil que en ambientes bien ventilados y frescos.

  • Aldana Vilas, L., Lima Mompó, G., Casanova Sotolongo, P., Casanova Carrillo, P., Casanova Carrillo, C., & García Gutiérrez, E. (2002). Síncope vasovagal como fenómeno médico frecuente. Revista Cubana de Medicina * Militar, 31(4), 0-0.
  • Valdés, M., & De Flores, T. (1985). Psicobiología del estrés. Barcelona: Martínez Roca, 2.

Psicólogo

Madrid

Tomás Santa Cecilia es psicólogo, consultor, formador y Director de CECOPS Centro de Consultoría Psicológica. Es Licenciado en Psicología por la Universidad Autónoma de Madrid, Máster Profesional en Psicología Cognitivo Conductial Avanzada (Albor-Cohs) y Miembro de The New York Academy of Sciences y de la Sociedad Española para el Estudio de la Ansiedad y el Estrés (SEAS) entre otras cosas. Trabaja desde el Análisis Conductual Aplicado y la Terapia Cognitivo-Conductual.

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