En este artículo vamos a exponer la utilidad de las etiquetas diagnósticas, así como sus pros y sus contras.
Para empezar, la Real Academia Española de la Lengua define diagnóstico como la determinación o calificación de la naturaleza de una enfermedad a través de la observación de la sintomatología. Es decir, ponerle nombre a lo que nos pasa en función de la sintomatología que presentamos. En un principio cabe decir que esto es lo adecuado, ya que si sabemos lo que tenemos, será más fácil ponerle una solución, pero… ¿Es esto siempre así? ¿Es siempre positivo poner una etiqueta diagnóstica?
El poder del lenguaje
Antes de continuar con esta apreciación, consideramos importante hablar primero sobre el poder que tiene el lenguaje en nuestro día a día. Ya en otros artículos hemos hablado sobre cómo influye el lenguaje en muchos aspectos de nuestra vida, tanto el que tenemos con los demás como el diálogo interno que tenemos con nosotros mismos.
En el caso de las etiquetas diagnósticas también es importante tener en cuenta esto, ya que según cómo lo usemos puede provocar un efecto negativo en la persona. Cómo, por ejemplo, “es que soy depresivo/a” o “me han dicho que mi hijo/a es autista”. En el momento en que usamos el verbo ser a la hora de hablar de un trastorno que padecemos o padecen, estamos integrando esa característica como parte de nuestra identidad o la identidad de otra persona, obviando las demás características positivas que tenemos.
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El diagnóstico como arma de doble filo
Está claro que el uso de clasificaciones diagnósticas en el campo sanitario es algo fundamental para que podamos tener un lenguaje común entre los distintos profesionales. Esta herramienta nos facilita entendernos, comunicarnos y gestionar los distintos recursos o procedimientos de que disponemos.
Por qué es un arma de doble filo es precisamente por lo que se indica en la introducción de este mismo artículo. Por un lado, los diagnósticos tienen como beneficio el que una persona y/o su familia puedan entender qué es lo que sucede y, por tanto, puede ayudar a paliar ese sufrimiento. El poner nombre a los que nos ocurre o lo que ocurre a una persona cercana nos da seguridad y reduce la incertidumbre. Gracias a esto, pueden tomar la decisión de buscar soluciones: ayuda profesional, un tratamiento, adherirse al mismo y, en definitiva, autocuidarse o cuidar a la persona cercana.
Por el otro lado, precisamente por conocer ese diagnóstico, se puede optar por actuar del mismo modo, lo cual quedaría justificado por “eso que somos”. Es decir, se corre el riesgo de que la persona actúe en contra de su salud, se acomode a ese sufrimiento, pudiendo llegar a eludir sus responsabilidades. Por tanto, adoptando el rol de enfermo. Definiendo la etiqueta como parte de lo que es y obviando otras perspectivas.
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¿Cómo podemos ayudar o ayudarnos?
Otro punto a tener en cuenta es la influencia del entorno de la persona diagnosticada. En este sentido y, aunque vamos progresando, el tema de los trastornos mentales continúa siendo, según el caso, tabú y/o algo que invita a los estereotipos y prejuicios. Por esto es importante que los profesionales expliquen, tanto a la persona diagnosticada como a su entorno, lo que significa tener un trastorno determinado y dejar claros los siguientes puntos:
- Un trastorno no define quiénes somos, no es una característica inherente a nosotros.
- Un trastorno puede ser una señal de que tenemos que parar a escucharnos.
- Lo positivo del diagnóstico es que podemos movernos en una dirección que nos haga mejorar la sintomatología que estamos sintiendo.
- Si el entorno colabora y entiende el trastorno, la evolución de la persona mejorará sustancialmente.
Por último, cabe mencionar la necesidad de continuar avanzando en este sentido, concienciando a nuestro entorno y a nosotros mismos y educando, en general, a la sociedad para que acepten las diferencias que puede haber entre las personas por distintos motivos. En definitiva, todos tenemos nuestras fortalezas y nuestras debilidades de un modo u otro y es importante no sentirnos juzgados ni infravalorados por esto.
Además, es importante tener en cuenta la etapa más crucial e importante de la vida, la infancia y adolescencia, cuando se recibe una etiqueta diagnóstica. Por lo que es importante que eduquemos a nuestros peques desde el principio a integrar a quienes puedan tener ciertas dificultades o diferencias, incluso que aprendan de ellas y comprendan que esas diferencias pueden enriquecerlos.
PsicoAlmería Centro De Psicología E Hipnosis Clínica
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Psicología e Hipnosis Clínica
En el centro PsicoAlmería contamos con psicólogas sanitarias con experiencia en ayudar en el proceso de asimilar la fase inicial de recibir un diagnóstico, así como a reducir la sintomatología negativa asociada. Las psicólogas de PsicoAlmería ayudaremos en estas etapas tempranas de la vida tanto a los menores como a sus familiares.