En los últimos meses, los profesionales sanitarios han estado sometidos a una presión importante en condiciones que han supuesto un riesgo real en su vida.
La exposición repetida a experiencias de muerte junto con las características de esta pandemia (la reclusión, el aislamiento, la poca protección hospitalaria, la falta de test... ) pueden provocar daños traumáticos emocionales muy intensos y entra dentro de las consecuencias normales durante o después de los momentos más críticos de esta situación.
La salud mental y sus profesionales juegan un papel importante en este sentido, y es que la gestión emocional en estas condiciones es vital para obtener o recuperar un bienestar y calidad de vida.
En el presente estudio se ha querido evaluar de una manera genérica el impacto emocional de esta crisis en los profesionales sanitarios de diferentes centros y hospitales (públicos y privados de la Comunidad de Madrid). Se trata de 67 enfermeras/os, auxiliares de enfermería, dentistas, celadores, médicos… de entre 21 y 59 años de edad.
El 95.5% de los encuestados ha trabajado directamente con pacientes con COVID-19.
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Este es el impacto emocional de la pandemia en profesionales de la salud
Las situaciones de crisis requieren que seamos rápidos, prácticos y demandan mucha energía física y mental. La sobrecarga de trabajo y la intensidad emocional aumentan una vez que la situación de gravedad se instaura en la sociedad; a esto le añadimos la presión social y la "responsabilidad" que cae en algunos sectores, incluyendo evidentemente el sanitario y que en este caso, tienen que "salvar" un país.
Tiene que salvar vidas como si se tratase de una guerra. La intensidad aumenta; y sigue aumentando con el contexto de la situación: la falta de protocolos de actuación, la falta de medidas de protección eficaces, falta de test para controlar los movimientos de la epidemia y la falta de responsabilidad de algunas personas...
Todo esto provoca emociones desagradablemente intensas en los profesionales. El 70,1% de los profesionales encuestados han sentido que la situación le sobrepasaba en algunas ocasiones; frente al 17,9% que sentía que les sobrepasaba la mayoría del tiempo, un 9% indicó que en pocas ocasiones y un 3% que no sintieron que ésta les sobrepasara. ¿Por qué se sentían sobrepasados estos sanitarios? ¿Qué situaciones les han provocado mayor ansiedad?
"Convivir con el dolor de pacientes y familiares de forma continua. Miedo a contagiarte y sobretodo a contagiar a tus familiares o amigos. Separarte de tu familia por razones obvias. Ver cómo tus compañeros están agotados física y emocionalmente... Saber que estás desprotegido y aún así tienes que enfrentarte al bicho porque el paciente te necesita y mucha, mucha frustración por no poder llegar a todo...". Enfermera, 35 años.
"Llevar yo solo como enfermero 89 ancianos". Enfermero en Residencia, 29 años.
"Ver que no había EPIS, que se necesitaba personal urgente y que cada vez más sanitarios caían enfermos". Enfermera, 25 años.
"Sobretodo la incertidumbre, el caos, la desorganización, la sensación de estar en medio de una guerra, ir a un servicio especializado sin tener la experiencia de años que sería necesaria, etc". Enfermera, 25 años.
"Las llegadas de muestras en avalancha". Técnico de laboratorio, 29 años.
"Salimos de nuestras unidades para ayudar en plantas COVID-19 sin apenas formación y medios. Con turnos increíblemente duros y la mayoría de veces sin poder ayudar y llegar a todos los pacientes. El verlos morir solos, en condiciones inhumanas, a personas que no deberían haberlo hecho por su edad o condición sin tener ni tan siquiera la oportunidad de criterio de acceso a UCI por el colapso que había en ese momento...". Enfermera, 33 años.
"En general la situación de soledad, miedo e incertidumbre que todos los pacientes han vivido. Momentos concretos en los que el propio pacientes nos verbalizaba su miedo, su pena, su temor ante el inminente desenlace que estaba viviendo. Todo ello siendo conscientes en todo momento de la situación. Cómo verbalizaban su conciencia de empeoramiento clínico, cómo nos usaba de eslabón para despedirse de los suyos, de su mundo, cómo nuestras manos eran la conexión con las de sus hermanos, hijos, mujer o marido… Esos momentos de comunicación con familiares que, sin querer saberlo, tenían que escuchar la peor de las noticias… Situaciones que durante nuestros estudios, afortunadamente, no nos enseñan y para las que no estábamos preparados". Enfermera, 35 años.
"Tener un paciente ahogándose entre 60-70 años y saber que no va a ir a UCI porque no hay camas, tener muertes diarias, pensar que puedes contagiarte y llegar a estar en una de esas camas porque no tienes EPIs". Enfermera, 29.
"La gente por la calle sin ningún tipo de responsabilidad, y en su momento todo en general: el sentirte inútil al no poder hacer nada para que no murieran…". Enfermera en hospital, 30 años.
Por otro lado, se facilitó un abanico emocional con la intención de que marcasen las emociones con las que se sentían identificados (también tenían la oportunidad de añadir cualquier otra que no se encontrara ahí). Las emociones que mayor impacto han tenido han sido: ansiedad (85,1%), tristeza (82,1%), frustración (82,1%), impotencia (80,6%), preocupación (80,2%), estrés (79,1%), angustia (un 61,2%); enfado (55,2%), miedo (43,3%), vulnerabilidad (34,3%) y desprestigio (20,9%).
Aunque las emociones más experimentadas fueron desagradables (lo cual es normal) también ha habido gente que, junto con ese malestar ha experimentado emociones más agradables de superación como la esperanza (un 35,8%), valentía (32,8%) y optimismo (26,9%).
La mayoría también afirmó tener preocupaciones intensas (relacionadas con las situaciones que les causaban ansiedad y malestar). El 58,2% calificó la intensidad en 4 puntos sobre 5 (4/5); el 29,9% en un 5/5 y el 11,9% en un 3/5.
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Dos curvas que nos ayudan a entender el impacto emocional
En el momento de crisis, podríamos diferenciar varias curvas que van creciendo para luego aplanarse. La curva de la carga de trabajo y presión laboral y la curva más emocional de cada persona. Ambas se influencian y dependen de aspectos externos también.
La curva de trabajo empieza a crecer desde 0 y sube exponencialmente, más rápido las primeras semanas para luego lograr aplanarse.
La curva emocional empieza desde muy arriba ya que se trata (como comentábamos antes) de una situación para la que claramente no se está preparado y la cual genera incertidumbre, presión y experiencias directas y repetidas con la muerte para muchos sanitarios. Una vez la curva de trabajo va descendiendo, podemos notar mejorías en nuestro estado de ánimo, una especie de liberación, también a medida que pasa el tiempo tienes oportunidad de obtener nuevas perspectivas ante la situación.
También, sucede que al bajar la guardia, todas las emociones no gestionadas y toda la presión de lo que hemos estado viviendo caiga sobre nosotros como una lluvia emocional, generándonos un malestar significativo; o, por otro lado, podemos sentirnos liberados, pero sin bajar la guardia y con incertidumbre de si volverá a ver repunte, cómo y cuando.
El 48,8% afirmó que había empezado a encontrarse mejor por la liberación de carga de trabajo y por ver que la situación mejoraba principalmente. El 11,19% expuso que no, y de hecho que muchos de los síntomas y aspectos de ansiedad, miedo o tristeza también se habían acentuado.
Dentro del porcentaje de la gente que afirmaba encontrarse mejor había respuestas como "habituarme a la preocupación". Es importante entender que resignarse (o habituarse a la preocupación) no es un aspecto de estar mejor anímicamente. Nos puede dar la falsa impresión de que sí, porque nos liberamos del estar dándole vueltas pero nos abandonamos a él.
¿Qué es la resiliencia?
Una vez que la vida "normal" se va instaurando, empieza a darse el proceso de resiliencia. La resiliencia es la capacidad que tenemos las personas de superar dificultades. Múltiples estudios confirman que el apoyo social es el principal protagonista para que una persona se haga resiliente a una situación. El apoyo incluye el apoyo familiar, entorno social (amigos), entorno laboral, así como en ocasiones una ayuda profesional necesaria.
En este caso, encontramos datos positivos: el 94% de los encuestados había podido desahogarse con sus compañeros, y el 92% se había sentido comprendido por ellos; sin embargo, el 7,5% marcó que no había hablado con ellos porque sentía vergüenza. El 53,7% afirmaba que había sentido apoyo por sus superiores, sin embargo, el 46,3% marcó que no, o que sólo en ocasiones.
En relación al entorno más social y familiar, la mayoría sí ha sentido apoyo tanto de la familia, pareja, amigos o compañeros de profesión en otras instituciones y la sociedad en general. Sin embargo, algunas personas indicaron que no habían podido hablar con sus familiares de manera abierta sobre cómo se sentían, así como otros que no habían sentido apoyo.
Los aspectos de no hablar por vergüenza o que no se den las circunstancias de poder compartir emociones en una situación tan intensa puede generar un sufrimiento mayor en estas personas.
A largo plazo, las consecuencias pueden ser muy variadas y dependen de cada persona en concreto. Las emociones desagradables se pueden instaurar, podemos tener recuerdos, flashbacks, pesadillas, sensación de falta de aire en algunos momentos… Es por eso que a veces necesitamos un apoyo externo para ser resilientes y recuperar nuestro bienestar.
El 89,6% puntuó como muy importante (5/5) la salud mental; así como la importancia de la asistencia psicológica, que también obtuvo un 89,6% ("muy importante") y el 10,4% la marcó como "importante" (4/5).
El 16,4% ha estado recibiendo asistencia psicológica en los hospitales (en algunos se pasaban los psicólogos a ver cómo se encontraban, impartían talleres de Mindfulness voluntarios o hacían sesiones de grupo también voluntarias) y también de manera independiente. El 43,3% no ha estado recibiendo atención psicológica y el 28,4% tampoco, pero les gustaría en un futuro cuando la situación se vaya normalizando cada vez más.
¿Qué hacer?
Identificar emociones, expresarlas, tener apoyos del entorno... Son algunas de las características imprescindibles para poder llegar a ser resilientes de esta situación. ¿Qué puedo hacer si soy sanitario y me siento identificado?
1. Considera la posibilidad de ir a psicoterapia
En primer lugar, si sientes que no puedes manejar la situación y que tienes gran malestar (pesadillas continuas, dificultades respiratorias no quieres ir a trabajar, te vienen imágenes del trabajo en los últimas semanas…) valora el acudir a un profesional.
Es normal tener miedo, un poco de rechazo o incertidumbre... Puedes preguntar en el servicio de salud mental de tu hospital o acudir a un gabinete privado de psicología. Hay veces que no tenemos las herramientas para manejar una situación y necesitamos el acompañamiento de un profesional.
2. Manejo emocional
¿Cómo puedo intentar manejar mis emociones? Identificar las emociones que sentimos y saber qué función tienen nos puede ayudar a vivir de manera menos agresiva la situación. Todas las emociones tienen una función y una manera más beneficiosa de expresarlas y manejarlas.
Un ejemplo: si lo que siento es tristeza, ¿qué lo provoca? las muertes y el no poder hacer nada. ¿Cómo reacciono? Me frustro, me echo la culpa, me exijo y me bloqueo. ¿Me siento conforme con esa reacción? Mmm... no sé. ¿Se me ocurre algo más efectivo o práctico para manejarlo? Decirme a mí mismo: "es normal sentirme así, es una situación complicada", "puedo aplicarme técnicas de relajación", "puedo hablar con alguien de confianza sobre como me siento", "hay cosas que puedo controlar y cosas que no, me debo centrar en las cosas que YO puedo controlar".
3. Respiración abdominal o diafragmática
La respiración abdominal nos ayuda a relajarnos, aumentar la concentración y sentirnos mejor. Aumenta la capacidad pulmonar y la oxigenación de las células. La ansiedad puede alterar nuestra respiración haciendo que nos mareemos... En momentos de estrés o ansiedad intentar relajarnos a través de la respiración puede resultar beneficioso.
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Concluyendo
En conclusión, los datos aportados reflejan que sí ha habido un gran impacto emocional en el personal sanitario y que las razones han sido numerosas, pero bastante generalizadas y compartidas por todos.
Las emociones experimentadas por la mayoría se enmarcan dentro de la normalidad en la vivencia de una crisis social y sanitaria. La gran mayoría agradecieron la elaboración de este estudio, y destacaron la importancia de la salud y atención psicológica.
"Simplemente, gracias por dedicar tu tiempo a realizar esta encuesta; espero que le den la importancia que tiene y de verdad muestra la situación que estamos viviendo los sanitarios con fuentes reales y contado desde dentro. Gran iniciativa’’. Enfermera, 23 años;
"Después de esta pandemia, muchos profesionales necesitarán atención psicológica, sobre todo aquellos que además de perder a pacientes han perdido a familiares o amigos. Los psicólogos, enfermeras de salud mental y psiquiatras sois un pilar muy importante. Gracias por vuestro trabajo". Enfermera, 24 años.
Todo esto refleja la necesidad de reforzar la salud mental en las áreas hospitalarias para poder brindar apoyo y trabajo individual a los trabajadores y a la población general con la finalidad de mejorar su bienestar.
Recuerda que a pesar de los obstáculos o las frustraciones, estás cumpliendo una gran misión: cuidando a los más necesitados. Hay que recordar que todos los que en estas circunstancias están trabajando en hospitales, hagan lo que hagan, son los auténticos héroes provenientes de la población general.