Cuando hablamos de hacer el duelo, puede parecer que hablamos de muerte, pero en realidad estamos hablando de vida. Porque el duelo se hace para que nuestra vida, nuestros proyectos y nuestro futuro sean mejores y más plenos.
En un principio puede parecer contraintuitivo, pero eso es porque es un proceso contrario a lo que la sociedad nos enseña. Y no es un problema de las personas: es un problema de la sociedad.
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Por qué hay que tener en cuenta la importancia del duelo
Desde pequeños nos enseñan que la vida tiene que ser un continuo acumular, crecer y conseguir. Todo lo que no sea así suena a fracaso. Por eso, cuando muchas personas sufren una pérdida en su vida, del tipo que sea, no saben cómo reaccionar.
Es como si nos hubieran entrenado únicamente para una parte de la vida, la que implica siempre la palabra más: más dinero, más estatus, más relaciones... Pero cuando nos damos de frente con la otra mitad de la vida, la que implica perder y dejar ir, estamos totalmente desorientados.
Además, hay que tener en cuenta que los mitos que circulan respecto a este tema no ayudan en absoluto: hay que apretar los dientes y aguantarse, el pedir ayuda es para débiles, si dejas ir las cosas las vas a olvidar, si superas la pérdida de alguien es señal de que no le querías mucho, etc.
Pero ninguno de estos mitos es cierto. El duelo es una forma de hacer las cosas, es la mejor manera de superar una pérdida, la que más acorta el proceso, la que más disminuye el dolor que sufres de forma saludable y la que te da un mapa de las fases que vas a tener que atravesar para dejar atrás la pérdida sin que lastre tu futuro.
Las consecuencias de no hacerlo bien pueden ser demoledoras e ir más allá de lo que cabría esperar: trastornos de los estados de ánimo, adicciones, empeoramiento o pérdida de las relaciones sociales, ideaciones suicidas... Y a veces, por desgracia, vidas enteras malogradas.
Además, tenemos que saber que el duelo no sólo es necesario cuando perdemos a un ser querido. También es fundamental para afrontar con éxito muchas otras situaciones:
- Pérdidas laborales y de status profesional.
- Deterioro de salud y enfermedades.
- Empeoramiento de las redes sociales o desaparición de relaciones significativas.
- Tránsito de un periodo de vida a otro.
- Abandono de planes y proyectos…
- Pérdidas económicas.
- Situaciones que impliquen la sensación de pérdida de seguridad.
- Los grandes cambios sociales que estamos viviendo tras los cuales algunas cosas no volverán a ser como eran...
La gestión de un buen duelo
El proceso del duelo queda lejos de ser mecánico o automático. Siempre y en todo momento es un proceso profundamente personal.
Hay varias cosas que aprender, y la principal es que, nos guste o no, hay varias fases que tenemos que atravesar para que al final la pérdida quede resuelta.
A veces estas fases se viven de una en una. Otras veces están más entremezcladas. Y, desde luego, cada persona las vive de forma diferente: es un proceso profundamente personal. Y es necesario invertir tiempo, paciencia y amabilidad con uno mismo. Y por supuesto, contar con el conocimiento sobre el proceso que vamos a vivir.
Tenemos que saber qué condiciones de la propia vida y del propio carácter favorecen o perjudican la superación de la pérdida. Tenemos que conocer de antemano también qué implica cada fase, para saber qué podemos esperar y que nuestras propias reacciones no nos pillen por sorpresa.
Pero ampliemos la perspectiva: hasta ahora hemos estado hablando de lo que cada persona necesita cuando está viviendo un proceso de duelo. Pero la cosa no termina ahí.
¿Has pensado qué harías si una persona de tu entorno estuviera viviendo una pérdida? ¿Sabes qué hacer cuando alguien que aprecias se encuentra en una situación en la que no sabe afrontar que una parte de su vida se ha terminado?
Es muy importante que las personas sepan cómo echar una mano a otras personas en un proceso de este tipo. No estamos hablando de un conocimiento a nivel profesional, pero siempre resulta de gran ayuda que quienes rodean a una persona en un estado de pérdida (que siempre es un estado de fragilidad), sepan en todo momento lo que conviene y lo que no conviene hacer. Es una gran manera de ayudar a familiares, amigos y demás personas que nos importan a continuar con su vida.
Pero tengamos clara también una cosa: cuando se necesita un apoyo cualificado, una guía útil y efectiva para superar estas épocas de la vida, no hay nada comparable al apoyo de un/una profesional que realice una tarea de acompañamiento. Y no olvidemos que, tarde o temprano, queramos o no, las épocas de pérdida nos llegan a todos.
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