Los números sobre el abuso sexual son, cuanto menos, impactantes: alrededor del 8% de los hombres y el 20% de mujeres de la población general han sido víctimas en su infancia de algún tipo de actividad sexual, iniciada por un adulto, sin ser capaces de dar cuenta de su consentimiento ni de la comprensión de lo que estaba sucediendo. Estos datos alarman todavía más si consideramos que gran parte de los casos no son detectados ni denunciados.
La investigación acerca del abuso sexual señala, además, que provoca graves secuelas en sus víctimas, se trate de un abuso sexual durante la niñez como durante cualquier otra etapa de la vida. Se trata de una experiencia muy difícil y dolorosa.
Afortunadamente, la intervención psicológica puede ayudar a las víctimas de abuso sexual a sortear las consecuencias en el corto y largo plazo de tal vivencia. En este artículo desarrollaremos en qué consiste la intervención psicológica en el abuso sexual y cómo ésta puede acompañar a las víctimas a salir adelante.
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¿Qué entendemos por abuso sexual?
En primer lugar, para poder adentrarnos de lleno en el rol fundamental de la intervención psicológica en el tratamiento de estos pacientes, es fundamental reconocer qué entendemos por abuso sexual. Este constructo teórico ha sido definido de múltiples formas y se ha modificado con el transcurrir del tiempo; pero podríamos convenir que se considera como abuso sexual a toda aquella situación en la que una persona atenta contra la libertad sexual de otra.
En un abuso sexual, suele haber una relación jerárquica —en términos de poder, edad, posición económica—; una asimetría entre una persona y la otra, lo que habilita el ejercicio de la violencia.
Como adelantábamos anteriormente, gran parte de los casos de violencia sexual no se denuncian. Las víctimas callan. Esto se debe a las amenazas del abusador, que se manifiestan de forma explícita o implícita. En consecuencia, las víctimas cargan consigo los efectos psicológicos del abuso: sienten vergüenza por lo sucedido, culpa, impotencia, desvalimiento o miedo. Además, el abuso sexual puede materializarse en daños físicos. El convivir con una carga tan pesada como un trauma por abuso sexual, con el paso del tiempo, puede provocar un sinfín de consecuencias negativas que desarrollaremos a continuación.
Consecuencias psicológicas y neurobiológicas del abuso sexual
Las secuelas de un abuso sexual son graves. De no ser tratadas, pueden perpetuarse hasta tal punto de ocasionar grandes cuotas de sufrimiento en las víctimas. La relación entre abuso sexual y trastornos de la salud mental es estrecha.
En el área socio-emocional, las víctimas de abuso sexual presentan mayores niveles de depresión, retraimiento y ansiedad. Un trastorno muy habitual entre las víctimas es el trastorno de estrés postraumático (TEPT), que está incluido entre los trastornos de ansiedad, y se caracteriza por la presencia de episodios de reexperimentación (también llamados flashbacks), en el que la persona imagina y siente la experiencia traumática de forma vívida y recurrente. Asimismo, tienden a presentar problemas conductuales como comportamientos agresivos, en especial durante la adolescencia y juventud; suelen tener problemas en las relaciones con los iguales y un menor rendimiento académico que las personas que no han sufrido un abuso sexual.
Por si esto fuera poco, las consecuencias de un abuso sexual también pueden ser detectadas a nivel neuronal: se ha encontrado en las víctimas de este tipo de abuso desregulaciones en los niveles de cortisol, una hormona que se modula en función a la exposición al estrés. Sin embargo, las alteraciones neuroendócrinas no son las únicas que se producen a nivel biológico debido al abuso sexual. Las revisiones sistemáticas de investigaciones científicas respecto a este tema también hallaron que las consecuencias del abuso sexual se tangibilizan en alteraciones estructurales, funcionales y neuropsicológicas.
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Las intervenciones psicológicas para el abuso sexual
Así como cada situación de abuso sexual es particular, también lo son las intervenciones psicológicas que los profesionales de la salud mental han de diseñar para tratar a la víctima. El objetivo de toda intervención es aplicar los conocimientos teóricos de la psicología con la finalidad de ayudar a las personas a comprender las dificultades psicológicas que les podrían estar afectando. El tipo de intervención psicológica para el tratamiento de abuso sexual más habitual, a día de hoy, es la psicoterapia individual con psicólogos debidamente acreditados como tales. Además, es el que cuenta con más evidencia empírica respecto a su eficacia; específicamente, bajo el enfoque de la terapia cognitivo-conductual.
No es igual para todos: la intervención en niños
Más allá de esto, como mencionamos, no siempre es posible aplicar el mismo tratamiento para todos los pacientes. Sin ir más lejos, podríamos pensar en las edades de las víctimas de abuso sexual: aunque muchas víctimas son personas adultas, tantas otras son tan solo niños.
Debido a su temprana edad, los niños no pueden recibir un tratamiento que recaiga prioritariamente en el uso del lenguaje verbal, ya que se trata de una función psicológica que aún se encuentra en desarrollo. En líneas generales, la intervención psicológica en casos de abuso sexual infantil debe focalizarse en el trabajo sobre el ambiente y los cuidadores del niño, es decir, es fundamental el trabajo familiar, con el objetivo de brindarles a los niños un entorno validante y contenedor para crecer. Por su parte, con los niños más pequeños se deberá trabajar con el uso de expresiones más simbólicas y no tan literales.
Existen otro tipo de intervenciones psicológicas que también cuentan con cierta evidencia y que podrían ser útiles para propiciar un desarrollo emocional y cognitivo óptimo para los niños que han sido víctimas de un abuso sexual. Por ejemplo, se ha probado que la terapia de grupo, la terapia psicodinámica de juego, la terapia asistida por animales y la terapia de interacción padre-hijo pueden traer beneficios a las víctimas de abuso sexual en niños y adolescentes.
La psicoterapia como intervención por excelencia en adultos
Para los adultos, la intervención psicológica en el abuso sexual por excelencia es la que se lleva a cabo dentro de un marco de psicoterapia individual. Aunque varía según el enfoque que utilice el terapeuta, podríamos convenir en base a la literatura sobre el tema que, en gran parte de los tratamientos para el abuso sexual, se llevan a cabo las siguientes instancias.
En primer lugar, se le ofrece a la persona la oportunidad de desahogarse, de expresar sus emociones, sentimientos y efectos psicológicos percibidos a raíz del abuso. En esta instancia inicial del tratamiento, el terapeuta realiza intervenciones con el objetivo de ayudar al paciente a elaborar de manera cognitiva y emocional el abuso. Se incentiva a re-experimentar sus emociones vinculadas al trauma en un lugar seguro y de forma progresiva. Esto conducirá al paciente a nombrar sus emociones e identificar la intensidad con las que se presentan.
Posteriormente, es necesario intervenir sobre los sentimientos de culpa y verguenza, que son tan habituales entre las víctimas de abuso sexual. Por ejemplo, desde la terapia cognitivo-conductual se trabaja con estos sentimientos mediante la reevaluación y modificación de pensamientos sesgados con el fin de ajustarlos a la realidad.
A este proceso se lo denomina reestructuración cognitiva. Por otra parte, muchos terapeutas se enfocan en la identificación de la personalidad de la víctima; buscan trabajar en sus debilidades y reforzar sus virtudes. En última instancia, las intervenciones psicológicas en el abuso sexual ayudan a la víctima a identificar las situaciones ante las cuales siente ansiedad o miedo en consecuencia a la vivencia de abuso. Por ejemplo, podría tener dificultades para vincularse sexoafectivamente con otras parejas, o a sentir grandes amenazas o peligros en circunstancias donde no los hay. Una intervención habitual es la elaboración de jerarquías de exposición junto con los pacientes, en las que se detallan todas las acciones concretas que éstos temen en consecuencia del abuso y se las ordena de acuerdo a cuán difíciles sería para el paciente llevarlas a cabo. Luego, con la ayuda del terapeuta, se trabajará para que los pacientes sean capaces de ejecutar esas acciones de forma paulatina y progresiva.
Psicología Y Psicoterapia Miguel Ángel
Psicología Y Psicoterapia Miguel Ángel
Centro sanitario de Psicología
En conclusión, la intervención psicológica en el abuso sexual posee distintas facetas, modalidades, que deben ser aplicadas por un profesional experto de la salud mental para ayudar a las víctimas de acuerdo a sus circunstancias particulares. Muchas veces, para las víctimas de abuso sexual es difícil atreverse a hablar sobre su situación, incluso habiendo perdido contacto con el abusador. Sin embargo, es crucial enfatizar la importancia de recibir tratamiento terapéutico para salir adelante de la mano de un profesional capaz de empatizar, contener y brindar la ayuda necesaria para construir una vida valiosa.