El concepto de mentalización ha despertado bastante interés en el ámbito de la salud mental, la neurociencia o la filosofía, entre otras áreas de la investigación y el conocimiento acerca del ser humano desde diferentes perspectivas, siendo un concepto que se usa fundamentalmente a la hora de referirse al proceso por el cual una persona da sentido a los demás y a sí misma.
La terapia basada en la mentalización (TBM) es un modelo de psicoterapia que se encuentra arraigado dentro del marco de las terapias psicodinámicas y fue desarrollado inicialmente como tratamiento para personas adultas con un trastorno límite de la personalidad (TLP), aunque posteriormente se desarrolló una nueva versión de este tratamiento enfocada en los adolescentes (TBM-A).
En este artículo vamos a ver en qué consiste la terapia basada en la mentalización, pero antes vamos a hablar de manera introductoria acerca del concepto de mentalización visto desde el ámbito de la psicoterapia.
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¿Qué es la mentalización?
La palabra “mentalizar” podría ser definida como aquella capacidad que suelen poseer las personas para percibir e interpretar diferentes conductas y asociarlas con diferentes estados mentales intencionales, basándose en la idea de que los estados mentales de las personas influyen en su propio comportamiento. Por lo tanto, podríamos decir que la mentalización es una capacidad que posee el ser humano para hacerse una representación mentalmente acerca de sí mismo; es decir, de su propio self, visto como un agente activo, lo cual le permite tener la idea de que es el dueño de sus pensamientos y conductas.
El concepto de mentalización ha sido utilizado en el ámbito de la psicología y la psicoterapias fundamentalmente para referirse a esa capacidad que tienen las personas de realizar una interpretación acerca de las propias acciones, así como también de otras personas basándose en una serie de estados psicológicos o mentales subjetivos (sentimientos, pensamientos, deseos, etc.). Además, la mentalización sirve para tratar de entender la estrecha relación que hay entre las propias conductas de las personas con respecto a esos estados mentales.
Por otro lado, la mentalización es muy importante para la propia autorregulación de cada persona y también para que logre tener unas relaciones cercanas con otras personas o íntimas de una manera sana y constructiva, siendo característico que estas se vean deterioradas en aquellas personas que padecen un de la personalidad debido a que en este tipo de casos es común que tiendan a perder su propia capacidad de mentalización en los momentos difíciles en los que podrían aflorar la ansiedad y el estrés, entre otros.
Hay que destacar que los investigadores en este ámbito a logrado observar, mediante escáneres cerebrales, una relación entre la desactivación de la mentalización y la activación del sistema de apego, ya que aquellas áreas del cerebro que se encuentran asociadas al apego inhiben la actividad en esas tareas en las que hay una conexión con el control cognitivo, entre las que se podría incluir aquellas que están asociadas a la mentalización; además, esta capacidad no es innata sino que debería desarrollarse a través de un contexto de apego seguro durante la infancia.
No obstante, la teoría que habla acerca de la relación entre el trastorno límite de la personalidad y el apego desorganizado no ha logrado dar una explicación acerca de la etiología o la génesis de este trastorno, a pesar de que existan diversos estudios en los que se ha podido demostrar una mayor prevalencia del apego inseguro en aquellos pacientes con un trastorno de la personalidad límite con respecto a las personas que no padecen dicho trastorno, habiendo un asociación entre la pérdida o la dificultad para la mentalización y diferentes problemas interpersonales, inestabilidad emocional, violencia e impulsividad.
Por otra parte, conviene destacar que la mentalización es una capacidad posee diferentes dimensiones, entre las que podemos encontrarnos las siguientes: cognitiva-afectiva, implícita-explícita, uno mismo-el otro, interna-externa. Cuando se desequilibra la balanza en dirección hacia uno de estos polos opuestos podrían darse diferentes problemas, como suele ser característico en algunas psicopatologías.
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¿Qué es la terapia basada en la mentalización?
Los psicoanalistas Anthony Bateman y Peter Fonagy han sido los principales precursores de la terapia basada en la mentalización, quienes la desarrollaron con el fin de abordar mediante el tratamiento psicológico algunas dificultades asociadas al trastorno límite de la personalidad, al sostener que las personas con una trastorno de la personalidad límite presentan un deterioro en su capacidad a la hora de mentalizar o incluso puede que en muchos casos esta capacidad sea inexistente.
Bateman y Fonagy han llegado a destacar que la dificultad para la mentalización de las personas con un trastorno límite de la personalidad es un factor clave de su enfermedad mental, por lo que en su modelo terapéutico han puesto especial énfasis en el trabajo a la hora de tratar de desarrollar, favorecer y optimizar el uso de esta capacidad tan importante para el ser humano, tal y como veremos en el artículo más adelante cuando hablemos acerca de las diferentes fases de las que está compuesta la terapia basada en la mentalización y las técnicas que más se suelen utilizar por parte de los terapeutas.
Las fases de la psicoterapia basada en la mentalización
La terapia basada en la mentalización (TBM) generalmente está compuesta por 3 fases principales divididas a lo largo de varias sesiones y empezando por un proceso de evaluación en formato individual, que va seguido por una fase a través de varias sesiones de psicoeducación en formato grupal, para pasar después a las sesiones en formato individual con cada uno de los pacientes que componen el grupo.
La terapia basada en la mentalización ha sido ampliamente estudiada a lo largo de los últimos años, habiendo demostrado unos resultados prometedores; sin embargo, aún se necesitan más estudios, sobre todo con ensayos clínicos que estén aleatorizados y controlados. Aún así, esta terapia ya cuenta con un alto grado de recomendación para el tratamiento psicológico del trastorno límite de la personalidad, siendo necesario e interesante también que se lleven a cabo más investigaciones con otros tipos de trastornos de la personalidad.
A continuación vamos a explicar brevemente las 3 grandes fases entre las que se divide principalmente la terapia basada en la mentalización, exponiendo cuáles son los principales objetivos y técnicas empleadas a lo largo de cada una de ellas.
1. La fase inicial
Esta fase inicial se desarrollada en formato individual y los principales objetivos que se persiguen a lo largo de las primeras sesiones son los siguientes:
- Llevar a cabo una formulación de cada caso con cada paciente en particular.
- Determinar cuál sería la capacidad de mentalización de cada paciente.
- Tratar de que los pacientes se involucren en la psicoterapia.
Por otro lado, las técnicas que más suelen emplearse en esta fase inicial son: empleo por parte de los terapeutas de la escucha activa, realización de un análisis acerca de los patrones relacionales e interpersonales, así como también la dinámicas de los mismos, y un análisis sobre el relato de los pacientes acerca de diferentes situaciones tanto emocionales como sociales.
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2. La fase media
Cabe destacar que la fase media de la terapia basada en la mentalización se suele llevar a cabo mediante varias sesiones tanto en formato grupal como individual de manera combinada, siendo una fase en la que resulta fundamental que se logre afianzar la alianza terapéutica entre el paciente y el psicoterapeuta, así como también el fomento de la mentalización del paciente.
A lo largo de la fase media de esta terapia se suelen utilizar diversas técnicas terapéuticas como pueden ser las siguientes: la “técnica de párate, escucha y mira”, la “técnica de párate, rebobina y explora”, la técnica de “clarificación y desafío” o la reaseguración y la empatía por parte del psicoterapeuta, entre otras.
3. La fase final
La fase final se desarrolla fundamentalmente a través de sesiones individuales, siendo una fase en la que el terapeuta ayudará al paciente a mantener los logros conseguidos tanto a lo largo de la terapia como en el periodo entre sesiones, además de preparar el final del tratamiento poniendo especial atención a la posible sensación de pérdida por parte del paciente tras la conclusión de las sesiones.
En este fase final es importante destacar la siguientes técnicas, al ser las más empleadas por parte del psicoterapeuta durante este periodo: en primer lugar, se suele llevar a cabo un análisis acerca de los patrones interpersonales o relacionales actuales del paciente y, por otro, se utiliza la técnica de la mentalización sobre la transferencia y la contratransferencia.
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