La indiferencia asertiva es un término que, aunque en apariencia contradictorio, realmente es una de las mejores estrategias que podemos usar para superar los conflictos relacionales.
Originalmente aplicado para el ámbito de las relaciones de pareja, la idea detrás de ella es aplicable a absolutamente cualquier entorno en el que se de una interacción social, en donde un sujeto trata de provocar a otro diciendo o haciendo algo ofensivo.
La indiferencia asertiva es un comportamiento que bloquea voluntariamente cualquier tipo de reacción externa frente un estímulo desagradable, haciendo como si no nos afectara. Veamos con un poco más de detalle en qué consiste.
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¿Qué es la indiferencia asertiva?
Seguramente sepas lo que es la indiferencia y, probablemente, también sepas qué es la asertividad. La indiferencia es el estado de ánimo en que una persona no siente inclinación ni rechazo hacia otro sujeto; y la asertividad, un término muy popular en psicología, es la capacidad de poder decir lo que se piensa sin ser agresivo. Conociendo ambos términos, puede que se nos resulte un tanto contradictorio el término de “indiferencia asertiva”, a pesar de que seguro que en más de una ocasión la has puesto en práctica.
Uno se podría preguntar cómo puede existir tal concepto. Si la asertividad es la capacidad de poder decir lo que pensamos, hacer reclamaciones o de defender nuestros derechos sin llegar a la violencia física ni verbal, ¿cómo es posible que exista algo que se llame indiferencia asertiva? Lo cierto es que en efecto se puede ser asertivamente indiferente y, de hecho, es algo muy eficaz. La indiferencia asertiva es una herramienta muy útil cuando queremos evitar conflictos con otras personas o que nos manipulen. Se trata de bloquear, de manera voluntaria cualquier reacción externa ante un estímulo de origen social.
Dicho de forma más directa: es evitar entrar al trapo. Es la estrategia ancestral de no inmutarse cuando alguien nos intenta provocar. Es aplicar la máxima de “a palabras necias, oídos sordos”. Y no solo palabras, sino también a gestos ofensivos o cualquier acción que vaya dirigida a nosotros con el propósito de hacernos reaccionar irritados. Ser indiferente asertivamente es no reaccionar y quedarse igual que como estábamos ante una situación molesta o incómoda.
Para que lo entendamos mejor veámoslo con un ejemplo mundano. Imaginémonos que un compañero de la escuela nos puso un mote, algo que nos molesta mucho. En esta situación en concreto, responder con indiferencia asertiva sería no inmutarse cuando esa persona se dirige a nosotros con ese mote. Comportándonos así le estamos diciendo que no nos importa cómo nos llame. Así no crearemos un conflicto y, probablemente, con el paso del tiempo ese compañero dejará de hacerlo.
Naturalmente, es fingir. Es una conducta simulada, comportarse de una forma que en el fondo no sentimos. Si nos dicen algo feo, la respuesta natural de toda persona es contestar y ponerse a la defensiva, pero eso sería como echarle leña al fuego. En cambio, no respondiendo cuando alguien nos dice o hace algo que nos molesta le damos a entender al emisor de ese comportamiento que lo que está haciendo, no nos afecta en absoluto. La idea es no demostrarle a la otra persona qué es lo que sentimos.
Así pues, lo que buscamos con esta indiferencia es no demostrarle nuestras emociones reales a quien pretende provocarnos. Así no conocerá nuestras debilidades y no podrá aprovecharse de ello manipulándonos. También sucede que, aplicando esta herramienta, al no reaccionar ante lo desagradable que nos dicen o hacen se evitará un conflicto que irá a más. Esta herramienta es capaz de eliminar cualquier conducta maliciosa hacia nosotros, solo se requiere un poco de fortaleza, paciencia y dejar que pase el tiempo.
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La indiferencia asertiva dentro de la pareja
Este tipo de indiferencia se puede usar para absolutamente cualquier ámbito relacional, siendo uno en los que más utilidad demuestra el de la pareja. Las relaciones de pareja muchas veces son jardines de rosas, pero otras también se convierten en campos de batalla. En el seno de la pareja se pueden dar dinámicas de juego de poder y alguno de sus miembros quiere poner a prueba cuánta influencia es capaz de tener sobre el otro. Lo hacen hombres y mujeres, en relaciones heterosexuales y también en homosexuales.
Uno de los momentos en los que esto es más evidente es cuando se da lo que coloquialmente se llama “tanteo”. Esto es cuando uno de los miembros de la pareja quiere probar cuánta influencia ejerce sobre el otro, especialmente al comienzo de la relación. También ocurre cuando la pareja termina y, sin demasiada convicción, uno de los dos ex miembros quiere medir qué posibilidades tiene para retomar la relación.
Como podemos ver, es un pulso de fuerzas. Para evitar que esto vaya a más es crucial la indiferencia asertiva, herramienta que en este contexto nos impediría algunos conflictos durante la relación de pareja, además de evitar ciertas manipulaciones y chantajes emocionales cuando la relación haya terminado.
Utilizar la indiferencia asertiva puede servir para impedir algunos conflictos durante la relación de pareja, o bien para evitar ciertas manipulaciones, cuando la relación ya se ha terminado. Fingir que no se siente nada, a pesar de no ser verdad, es una buena táctica para protegerse de que haya una escalada en aumento de manipulación psicológica.
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Una herramienta para protegernos del conflicto
Como hemos comentado, la indiferencia asertiva es aplicable a muchos ámbitos sociales. Esta herramienta es aplicable a cualquier situación conflictiva del día a día.
Las diferencias con los demás, incluso con personas más cercanas, forman parte de la rutina. En la mayoría de las ocasiones, esas diferencias no son importantes pero, a veces, dan lugar a conflictos de mayor envergadura. Es como si una pequeña chispa pudiera incendiar todo un pajar. De uno u otro modo, constantemente, tenemos que decidir si hacemos que esa diferencia escale a niveles insospechados.
Es precisamente un rasgo de la asertividad el decidir a qué se le da importancia y a qué no. La asertividad no deja de ser esa habilidad social que nos permite defender nuestros derechos eficazmente, poner un límite al abuso sin ser agresivo ni violento. No obstante, para que se haga efectivo, también tenemos que aprender a distinguir cuándo nuestros derechos están en serio riesgo y cuándo no.
No toda situación conflictiva requiere que hagamos activamente algo. Dejar pasar, que forma parte de la indiferencia asertiva, implica haber puesto en comparación los pros y los contras de contestar a algo que nos supone perjuicio. Responder a un comentario peyorativo o un gesto ofensivo solo debería hacerse en caso de que ponga en peligro nuestra integridad física o nos sustraiga algo de valor.
Podemos concluir en que la indiferencia asertiva es una herramienta para gestionar situaciones potencialmente conflictivas de forma inteligente. No hacer nada puede ser la mejor forma de encarar una provocación o ataque. Ser capaces de no hacer nada a pesar de que en lo más profundo de nuestro ser nos gustaría atacar es, sin lugar a dudas, una de las mejores formas de evitar conflictos absurdos.