El trastorno por déficit de atención e hiperactividad (en adelante TDAH) es un trastorno del neurodesarrollo caracterizado por problemas atencionales, hiperactividad y conductas impulsivas, generando en el paciente un deterioro psicosocial que al menos afecta a dos ambientes de su vida diaria (trabajo, familia, estudios…).
El trastorno suele presentarse en etapas del desarrollo situadas en la niñez (en torno a los 7 años de edad) aunque algunos pacientes juveniles pueden desarrollarlo incluso mucho antes. Ante la afectación producida en niños y adolescentes en su funcionamiento psicosocial en los ámbitos familiar y académico, en la actualidad la tendencia de diagnóstico del TDAH en nuestro país es elevada, alcanzando cifras de prevalencia de hasta el 7% (Catalá-López et al., 2013), algo superior a la cifra del 5% declarada por la American Psychological Association (APA, 2013). Por el contrario, la población adulta con TDAH parece sufrir una tendencia al infradiagnóstico, alcanzando el 2,5%, una cifra muy inferior a la declarada para niños y adolescentes.
Este problema ha ocasionado que el TDAH sea tratado de manera habitual como un trastorno del neurodesarrollo infanto-juvenil, por lo que los psicólogos infanto-juveniles son los encargados de aplicar tratamientos adecuados en colaboración con médicos psiquiatras, en el caso de niños y adolescentes.
Por su parte, la población adulta infradiagnosticada, aún con sospechas de un posible TDAH, suele dudar sobre dicho diagnóstico (no realizado en años previos), adoleciendo de problemas de autoestima, una mala gestión emocional y comorbilidad con diversos trastornos psicológicos, incluyendo trastornos ansioso-depresivos, trastornos por adicciones a sustancias y ciertos trastornos de personalidad (First, 2015).
¿Qué es exactamente el TDAH?
El TDAH es un trastorno psicológico caracterizado por tres tipos de presentación:
- Presentación con déficit de atención: La persona dispone de problemas derivados de falta de atención, especialmente en tareas de atención sostenida.
- Presentación con hiperactividad: La persona se caracteriza por disponer de problemas variados de hiperactividad y conductas impulsivas desarrolladas en su vida diaria, generando un deterioro psicosocial en varias áreas vitales.
- Presentación combinada: Se trata de casos en los que la persona con TDAH cumple ambos requisitos mencionados para la presentación con déficit de atención y la presentación con hiperactividad.
El TDAH en la infancia
Tal y como se ha comentado anteriormente, el TDAH ocasiona diversos problemas relativos al funcionamiento de la persona en ambientes vitales.
En etapa escolar, los niños y adolescentes son descritos como olvidadizos, distraídos, impulsivos, irritables o activos, causando perjuicios a su propio desempeño académico como también al resto de compañeros. En el mismo sentido, las familias afirman tener diversos problemas psicosociales en su relación con los pequeños, incluyendo la aparición de otros trastornos relacionados, como el trastorno negativista desafiante, el trastorno explosivo intermitente o trastornos de conducta diversos.
El TDAH en la etapa adulta
En población adulta, la sintomatología suele asociarse a una disminución de la hiperactividad con el paso de los años, mientras que el déficit de atención permanece relativamente estable. Muchos adultos con TDAH se quejan de no haber sido detectados en etapas previas, potenciando así un sentimiento de baja autoestima debido a un autodiálogo negativo centrado en culparse por sus olvidos, despistes y conductas disfuncionales. Asimismo, es frecuente que los adultos dispongan de un marcado perfeccionismo (alta necesidad de control, asociada a una baja tolerancia a la frustración) reforzado en el tiempo como una medida de compensación por los errores que creen cometer en su vida personal o profesional.
Por su parte, es frecuente ver casos en consulta de personas adultas con TDAH asociados a trastornos de adicciones, especialmente al alcohol y sustancias diversas, con objeto de favorecer la disociación de la realidad y la disminución de la velocidad cognitiva de su mente. También las conductas impulsivas (comprar ropa, sexo esporádico…) puede darse en casos con elevada hiperactividad. Otro paso común en consulta es que la persona adulta con TDAH disponga de síntomas ansioso-depresivos, muchas veces asociados a un posible trastorno de la misma naturaleza. La elevada inculpación así como el autodiálogo negativo ya mencionado, unido a una elevada frustración por no conseguir ciertas metas vitales, ocasiona que el adulto con TDAH genere con facilidad dichos síntomas.
La tendencia al infradiagnóstico del adulto con TDAH
- Muchos de los síntomas asociados al TDAH en etapa adulta son confundidos con otros síntomas vinculados con otros trastornos y problemas psicológicos, incluyendo una aparente normalidad.
- La tendencia al sobrediagnóstico del TDAH en la etapa infanto-juvenil obedece a la preocupación excesiva de progenitores y profesores y al ajuste específico del niño a la sociedad actual, incluyendo al ámbito familiar y al ámbito académico. Por el contrario, al llegar a la vida adulta, se estima que es el propio adulto el responsable de sus actos, por lo que muchos pacientes, lejos de pedir ayuda a profesionales de la salud mental, se limitan a aceptar sus supuestas bajas capacidades atencionales y sus conductas hiperactivas, sin encontrar una solución factible a las mismas.
- Muchas personas adultas con TDAH no diagnosticado no solicitan ayuda terapéutica ya que a lo largo de su vida tienden a crear estrategias de afrontamiento naturales que les permiten llevar una vida más o menos normalizada.
- En la actualidad no existen suficientes profesionales psicólogos especializados en el ámbito del TDAH aplicado a la vida adulta, por lo que generalmente el diagnóstico se suele dejar a psicólogos infanto-juveniles y médicos psiquiatras. Ante el estigma de acudir a un psiquiatra (y el miedo a una posible medicación), muchos pacientes evitan un posible diagnóstico médico.
- No hay que olvidar que aquellos pacientes con TDAH con presentación de hiperactividad en la infancia y adolescencia pueden reducir su sintomatología solamente con el paso natural de los años, pudiendo tener una vida normalizada en su etapa adulta.
Tratamientos en población adulta con TDAH:
Existen algunos tratamientos con eficacia demostrada asociados a una mejora terapéutica y al incremento del bienestar emocional de las personas adultas con TDAH:
- Tratamiento farmacológico. Constituye una de las medidas más recomendadas, especialmente en casos de gravedad moderada a alta, ya que los psicofármacos recetados por el psiquiatra permiten disminuir la intensidad de la sintomatología, ya sea asociada al déficit de atención o a la hiperactividad. Algunos ejemplos de fármacos utilizados son la atomoxetina y el metilfenidato. Su ingesta ha de ser regulada por el médico correspondiente y adaptada a las circunstancias y necesidades del paciente. Generalmente, se utilizan en combinación con la terapia psicológica.
- Terapia psicológica. Practicada por psicólogos instruidos en la materia, suele utilizar técnicas del ámbito cognitivo-conductual para educar a los pacientes en estrategias de afrontamiento adecuadas para llevar a cabo conductas funcionales en su día a día. Estas técnicas también ayudan a los pacientes adultos con TDAH a incrementar su autoestima y reducir su nivel de perfeccionismo asociado al trastorno. Algunas otras técnicas, como la terapia cognitiva (una terapia experimental por el momento) así como la terapia de habilidades sociales, no parecen otorgar una mejora terapéutica más allá de la terapia cognitivo-conductual antedicha.
- Neurofeedback. Se trata de una terapia experimental, actualmente en estudio, que registra la actividad electroencefalográfica del cerebro, para modificar patrones cerebrales concretos. Los últimos resultados confirman que existe una mejoría tanto en la disminución de la sintomatología como en la reducción de la ingesta de psicofármacos (Monastra et al., 2002).
Álex Melic Montañés
Álex Melic Montañés
Psicólogo especializado en altas capacidades y TDAH.
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