Actualmente, cuando se quiere investigar acerca de trastornos mentales en experimentos con animales se suelen usar ratones manipulados genéticamente para producir estos desórdenes, lo cual resulta muy invasivo y, claro está, perjudicial para estos animales.
Sin embargo, un reciente descubrimiento relacionado con un curioso pez abre la puerta a la posibilidad de investigar los desórdenes mentales sin alterar los genes de especies domésticas.
El caso del pez cavernícola sin ojos
En la naturaleza podemos encontrar seres que fascinan a los más curiosos y se convierten en objeto de estudio por los parte de investigadores que quieren desentrañar todos sus secretos. Un caso muy concreto es el pez conocido como tetra mexicano (Astyanax mexicanus).
Esta rara especie acuática tiene una característica especial: existe en dos formas distintas, una con ojos y la otra sin ellos. La primera forma vive en ríos, mientras que la otra, además de ser albina, habita en zonas acuáticas que se encuentran dentro de ciertas cuevas y sus glóbulos oculares han ido degradándose con el paso del tiempo al vivir en la oscuridad, para ahorrar energía, por lo que puede su estudio desvelar más datos sobre qué genes participan en la formación de los ojos.
Y así fue como Masato Yoshizawa (biólogo de la Universidad de Hawai) junto con su equipo, eligió este animal para realizar ensayos. Lo más sorprendente es que podría tener más secretos este animal, no sólo ser un caso sobre pérdida de órganos, sino también convertirse en un buen modelo para el estudio de enfermedades mentales en seres humanos, como el autismo o la esquizofrenia. Veamos cómo ha ocurrido.
El estudio comparado para entender los trastornos mentales
Gracias a la existencia de estas dos poblaciones dentro de la misma especie se ha podido estudiar su código genético, haciendo cruces entre las dos a nivel de laboratorio, ya que la reproducción entre ambas es posible. En este proceso es posible cuantificar una característica y cómo se distribuye en su descendencia, una técnica que usó Gregor Mendel, padre de la genética, en su estudio de los guisantes. Por poner un ejemplo, gracias a esto se ha sabido que una mutación en un gen conocido como “cbsa” es el responsable que una población no se desarrolle los ojos.
Durante sus investigaciones, Yoshikawa y sus colaboradores contemplaron que las dos poblaciones de tetra no sólo estaban diferenciadas por su aspecto físico, sino que también había una gran diferencia en su comportamiento social. Los que habitan en las aguas superficiales son sociables e incluso tienen una estructura social entre ellos. En cambio, los cavernícolas son solitarios, es más, rechazan la compañía. Además, presentan síntomas de ansiedad y de hiperactividad y nunca duermen.
Teniendo presente estos datos, en un primer experimento, Yoshikawa cruzó nuevamente las poblaciones para llegar a ver hasta qué punto esta diferencia del comportamiento social es de raíz genética o se basa en comportamientos aprendidos en un contexto concreto.
Medicando a los peces cavernícolas
Los resultados de sus ensayos fueron presentados en la 23 Conferencia Internacional de Biología Subterránea en Fayeteville, Arkansas. Yoshikawa afirma que el 90% de los 101 genes clásicos que están relacionados con el riesgo de desarrollar enfermedades mentales en humanos están presente en el genoma del tetra mexicano. Datos que podría convertir este animal en un nuevo modelo para el estudio de estas enfermedades.
Pero la cosa no termina aquí, ya que con otro ensayo trató los peces solitarios con el psicofármaco antidepresivo Fluoxetina (también conocido por su marca comercial Prozac) en combinación con el antipsicótico Clozapina, provocando esto que los peces se volvieran sociables, bajaran sus niveles de ansiedad, que nadaran con menor frecuencia y que pudieran dormir. Con esto, el equipo de Yoshikawa quería demostrar que estos peces reaccionan de forma similar a como lo haría un paciente humano.
Conclusiones
La importancia que quiere dar con este hallazgo es tener un ejemplar animal que tiene “síntomas” que están presentes en el autismo o la esquizofrenia, como es la ausencia de sueño, hiperactividad o ansiedad, y todo ello de forma natural.
Todavía quedan mucho por hacer y más pruebas que realizar, pero de momento las evidencias indican que el pez tetra mexicano puede convertirse en una nueva herramienta para seguir estudios de trastornos psíquicos, tanto a nivel de base genética como en la investigación de nuevos fármacos. Aún así, algunos expertos recalcan que hay una limitación en este modelo, al tratarse de un pez, ya que los humanos y los peces están separados por 400 millones de años de evolución y no se pueden extrapolar los resultado tan a la ligera.
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